Genaro Arriagada: “Le creo a Jeannette Jara, pero su entorno no me parece confiable”
Este cientista político afirma que el mundo que rodea a la candidata oficialista no le da garantías. Cree que el PS abandonó su vocación de poder, que la DC perdió relevancia y que no sabe lo que verdaderamente quiere el PC. También culpa a la derecha de haber abonado la crisis del sistema político. “La ingobernabilidad va a afectar por igual tanto si ganara Jara como si ganara Kast o Matthei”, dice.

Genaro Arriagada es una de las figuras emblemáticas del mundo de la ex Concertación. Contribuyó activamente a su formación y al reencuentro de la DC y el Partido Socialista. Lo hicieron con un horizonte claro: abrir un camino democrático para derrotar a la dictadura de Augusto Pinochet y avanzar con cambios graduales.
Abogado, politólogo, exministro del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Arriagada renunció hace seis años a la DC, su partido de toda la vida. Y aunque ya no está en la primera línea, sus columnas y análisis políticos lo mantienen activo en el campo de la política nacional e internacional.
No quiere transparentar su voto para las próximas elecciones presidenciales y reconoce estar en la misma orfandad que respira una parte del mundo de la centroizquierda. Su crítica principal, su desgano, es hacia el sistema político en general.
Después de la derrota de los dos procesos constituyentes, muchos dijeron que el centro político había despertado y se reinstalaba la moderación. A la luz de la carrera presidencial, ¿eso pasó realmente? ¿Resurgió el centro o era una fantasía?
Creo que, por un lado, hay una disociación entre lo que piensa el país y lo que es el debate entre los candidatos y los parlamentarios. Aquí la gran víctima es la cordura, la sensatez. Y la gran carencia es que siendo Chile un país en que la enorme mayoría quisiera una opción de centro, no hay opción de centro en circunstancias de que el país lo único que quiere es una propuesta sensata.
¿Es como una tragedia?
Bueno, esa es la tragedia de Chile en este momento. El centro ha tenido varios momentos y diferentes alianzas, pero siempre había partidos estructurados que les daban solidez a estas alianzas. ¿Y qué vemos hoy? Que no hay ningún partido de centro estructurado. Lo que hay es un vacío. Una especie de pantano en donde nadie sabe mucho qué es lo que piensan los sectores que no están en los extremos.
Radiografía de la izquierda
Vamos a los candidatos y lo que representan. Jeannette Jara es la candidata de nueve partidos, que incluye partidos de centroizquierda. ¿Encarna un nuevo ánimo en las izquierdas o fue un accidente?
Sinceramente, creo que aquí se prefirieron las estrategias individuales de los partidos, sus oportunidades de crecimiento, por sobre la posibilidad de alcanzar la Presidencia de la República. Es cierto que la izquierda y la centroizquierda venían mal, pero una candidatura como la de Carolina Tohá habría sido tremendamente competitiva. ¿Y qué pasó? Que los partidos no estaban dispuestos a buscar una fórmula ganadora. Optaron por buscar la hegemonía dentro del grupo al cual pertenecen. Es la típica estrategia del Partido Comunista. Yo creo que ellos han demostrado lo que muchos supusimos…
¿Qué cosa?
Que no les importa la candidatura presidencial, sino obtener dos senadores más, tres diputados más, y por esa vía hacer lo que ellos llaman la marcha a través de las instituciones.
¿Y los demás?
Bueno, los demás partidos son demasiado chicos. Esta es una coalición de nueve partidos, dentro de los cuales hay algunos que son absolutamente irrelevantes.
¿Es el caso del Partido Socialista o de la Democracia Cristiana?
Yo separaría. Lo que ha pasado en el caso del Partido Socialista es que ha perdido el interés por establecer una hegemonía en la izquierda. Simplemente se limita a conservar una fuerza parlamentaria, pero no creo que el PS -y así lo demostró- tuviera real interés en tener una candidatura presidencial competitiva. Y la tenía.
¿Qué quiere decir con eso? ¿Que dejaron caer a Carolina Tohá?
Sí, yo creo que el PS dejó caer a Tohá. O por lo menos no demostró lo contrario. En consecuencia, aquí no ha habido una estrategia presidencial. Más bien lo que ha habido fue decir: “Lo que viene la próxima vez es la derecha. Perdamos en orden”. Eso es lo que hoy tenemos.
Cuando dice que el PC está más interesado en la elección parlamentaria, ¿piensa que no están realmente jugados por Jeannette Jara? Es histórico que tengan a la candidata presidencial…
Veamos. En distintas oportunidades, el PC ha tenido la idea de que era posible llegar a la Presidencia de la República. No en vano el PC fue el gran estratega del triunfo de Salvador Allende. Aunque seamos francos: fue un triunfo relativo, porque se logró con un 36% de los votos. Pero lo que quiero decir es que los comunistas -más que los socialistas- fueron los estrategas y aquí no veo ninguna estrategia del PC que de verdad tenga en mente la Presidencia de la República. Lo prueba el conflicto permanente entre Jeannette Jara y los más altos directivos de ese partido. Y quiero decir que yo tengo mucho aprecio por Jeannette Jara.
¿Sí?
Sí, la considero una mujer honesta. Le creo a Jeannette Jara, pero su entorno me parece no confiable. No me imagino un gobierno en el cual sean piedra angular Lautaro Carmona, su hijo y Juan Andrés Lagos. Además, no sabemos realmente qué es lo que piensan, qué reforma profunda quisieran hacer. ¿Una reforma a la China con dictadura política y fuertes rasgos de apertura al exterior, incluso con medidas neoliberales? Por supuesto, imagino que no habrá nadie tan fuera de la realidad como para pensar que podría ser viable en Chile un sistema como Cuba o Nicaragua.
¿Usted es de aquellos dirigentes políticos que no han superado su desconfianza con el PC?
Más que desconfianza, diría que no tengo puntos de encuentro con ellos. Más aún: en la medida en que ha ido pasando el tiempo, me parecen más confusos. Verdaderamente, no sé qué piensa el PC en el plano internacional, en el ámbito económico.
Mario Marcel decía que él va a votar por Jara, pero condicionado al rol del Partido Comunista. ¿Usted está en la misma línea?
Sobre mi voto, voy a mantener la discreción que me he autoimpuesto. Pero sí le puedo decir que cualquier candidatura presidencial que tenga olor a extremos es inaceptable para mí. Por supuesto que jamás votaría por Kast ni por Kaiser. Pero tampoco votaría por una alianza política de tres partidos con alguna significación más seis minipartidos.
¿Pero ni el PS ni la DC ni el PC son insignificantes?
El Partido Socialista es efectivamente grande, pero no muestra una vocación clara de poder. El PC no sabemos qué piensa en temas relevantes, y el Partido Demócrata Cristiano está muy disminuido. En consecuencia, esa alianza no me da garantías.
¿Su tema no es con Jara, sino con el PC?
Es que hace mucho rato que salimos de los caudillos. Las combinaciones capaces de gobernar suponen un líder, un partido y una fuerza social que los apoye. Y aquí uno ve una contradicción entre el líder y su partido…
Es bastante claro que la candidatura de Jara no lo convoca…
Teniendo respeto por la candidata, no es una alternativa que me convoque. Eso es todo cuanto quiero decir.
¿Hay una orfandad política en el mundo de la centroizquierda?
Absoluta. Primero, porque hay una decena de partidos políticos que se declaran de centro, pero no tienen estructura. Segundo, porque hay otros minipartidos que son como empresas familiares y que no representan nada. Aquí tenemos un conjunto de gente que utiliza los partidos políticos como vientres de alquiler. Es decir, van en un cupo independiente, salen electos y al día siguiente hacen lo que quieren. Así no se construye ningún centro político. En consecuencia, si hablamos en serio, el gran problema de Chile es que tenemos un sistema político muy destruido.
¿Y qué le pasa a gente de su generación cuando se enfrentan a una elección donde no hay un candidato que lo represente? Se dice que algunos van a votar por Evelyn Matthei, que otros van a anular…
Existe una gran desorientación. Existe la idea de que uno debe actuar individualmente y la política no funciona así. También hay una gran frustración con Amarillos y Demócratas. No creo que nadie piense que de ahí va a nacer una alternativa de centro. Quizá no es el tiempo no más. Ahora, déjeme decirle que los sistemas políticos se reestructuran cuando tocan fondo…
¿Y el sistema político chileno está por tocar fondo?
O quizá ya tocó fondo... Cuando un sistema político tiene 24 partidos con representación parlamentaria y todos los teóricos de la ciencia política dicen que más allá de seis partidos, una democracia es ingobernable... Esta fragmentación no conduce a ninguna parte. Es una locura. El sistema está tan podrido que el mejor negocio que tú puedes hacer -si no tienes escrúpulos- es renunciar al partido por el cual saliste electo y llevarte tu dieta parlamentaria para la casa. Súmale a eso que un ministro ya no puede negociar o llegar a acuerdos con una bancada. Tiene que hacerlo uno a uno. Es lo que llaman el pirquineo. Es decir, estamos en el peor de los mundos.
El momento de la derecha
¿Y qué está viendo en la derecha?
Creo que la derecha es una de las grandes culpables de esta descomposición del sistema político. El “transfuguismo” no lo inventó la izquierda. Los más fuertes y activos participantes han sido parlamentarios de ese mundo. Por lo tanto, la derecha tiene una responsabilidad muy grande. Prueba de ello es que hasta hace sólo ocho meses tenían la Presidencia de la República en el bolsillo. Hoy día tienen tres candidatos presidenciales sin posibilidad de lograr acuerdos entre ellos. Y, además, en una contradicción brutal. Porque mientras declaran que el país se está viniendo abajo, ellos son incapaces de sumar sus tres candidaturas y proponer una alternativa. En consecuencia, si hay alguien que no puede decir “nosotros somos distintos”, esa es la derecha.
¿Eso explicaría el avance de una derecha más dura en Chile? ¿No tiene que ver con que el progresismo dejó de conectar con los temores de la sociedad?
Lo primero es que la ultraderecha ha avanzado en todo el mundo y Chile siempre ha sido un país muy perceptivo a lo que pasa afuera. De manera tal que hay una influencia. La segunda cosa es que la izquierda cometió un error brutal que fue jugar al desorden. Y siempre, pasado cierto umbral, el desorden se transforma en una demanda por el partido del orden. Normalmente, el partido del orden tiene un tinte dictatorial. Ese es el peligro.
¿Cree que José Antonio Kast podría representar una variante autoritaria?
He dedicado parte de mis inquietudes intelectuales a mirar las crisis de las democracias y los avances de las ultraderechas. Mi opinión es que la ultraderecha nunca es confiable. Tampoco lo es la ultraizquierda. Dicho eso, no creo que en el horizonte de este país esté la posibilidad ni de un gobierno fascista ni de un gobierno comunista. Son temores irreales. Lo que sí -e insisto en esto- estamos presenciando en vivo y en directo es la descomposición del sistema político y eso hace imposible la gobernabilidad para cualquiera. No nos perdamos. La ingobernabilidad va a afectar por igual tanto si ganara Jara como si ganara Kast o Matthei. Lo que tenemos es un desorden generalizado en el sistema político. No en la calle. ¿Cómo te explicas que en el Congreso existan 70 funcionarios con sueldos mayores al del Presidente de la República?
¿La opción de Matthei podría ser refugio para esa centroizquierda que se siente huérfana? ¿Lo ve posible?
En un mundo tan convulsionado, la profesión de vidente es de alto riesgo. Hoy, las encuestas le dan una ventaja a Kast por sobre Matthei, pero también es cierto que algún hecho podría cambiar el curso de las cosas y podría ser que la misma derecha dijera: “La verdad es que Matthei es más sólida desde el punto de vista de sus equipos y sus apoyos parlamentarios”. Todo puede pasar. No me sorprendería que de repente tuviéramos un vuelco, pero no voy a correr el riesgo de hacer ningún vaticinio.
Me refería a si cree que es un escenario factible que personas de centroizquierda voten Matthei para evitar que Kast llegue al poder…
Mire, yo me fui hace seis años del Partido Demócrata Cristiano. Votar por el mal menor como fórmula constante para mí es una manera de negar la política. En consecuencia, ese argumento de votar por el mal menor yo no me lo trago.
¿Y para usted votar por la centroderecha le queda muy lejos?
Muy, muy lejos… En política siempre se deben marcar las distancias y las cercanías. Pero, además, convengamos que la derecha chilena está desencaminada desde hace mucho tiempo. Este cuadro actual lo crearon ellos y a última hora piden que otros la salven. ¡Que se salven solitos!
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