Heraldo Muñoz: "Veo posibilidades de entendimiento con un número significativo de partidos del FA"

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Heraldo Muñoz, presidente del PPD y exministro de Relaciones Exteriores.

Excanciller y presidente del PPD explica que en el Frente Amplio existe una gran diversidad, por lo que en un futuro podrían tener una relación más estrecha con alguno de ellos, pero "quizás ellos aún no deseen entenderse con nosotros", puntualiza.


El lunes pasado, los presidentes del PPD y del PS, Heraldo Muñoz y Álvaro Elizalde, respectivamente, dieron a conocer un nuevo trato entre ambas colectividades que contiene una coordinación permanente entre ambas mesas y también en el ámbito legislativo. Los partidos dejaron fuera, en un principio, a las otras colectividades con las que durante el gobierno de Michelle Bachelet formaron la Nueva Mayoría.

En esta entrevista el excanciller explica los alcances de este acuerdo, analiza el futuro de la centroizquierda e, incluso, apunta a posibles alianzas con ciertos partidos del Frente Amplio. También realiza un duro análisis de estos primeros seis meses del gobierno, acusando una desprolijidad sorprendente.

¿Cuáles son los alcances, en la práctica, de esta coordinación permanente que anunciaron en conjunto con el PS?

El propósito es ir conformando un polo de progresismo que sirva para unir a la centroizquierda y, eventualmente, a la oposición. Pero, en lo inmediato, queremos concordar respuestas unificadas a los proyectos legislativos del gobierno, a los grandes temas de la agenda nacional y comenzar a preparar un programa municipal y regional con vistas a las elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores regionales del 2020.

¿Este es, entonces, el primer "anillo de confianza" del que usted ha hablado?

Más que anillo de confianza, objetivamente existe una relación muy cercana entre el PS y el PPD. Y quizás, en ausencia de algún mecanismo de coordinación de los partidos opositores, ambos partidos podemos configurar un pilar de coordinación que debiera, en su momento, expandirse a otros.

El presidente del Partido Socialista, senador Álvaro Elizalde, sostuvo que hay partidos que tienen matices respecto de participar de una coordinación permanente. ¿Por qué no incluyeron, por ejemplo, al Partido Comunista, que no ha planteado exclusiones?

Efectivamente, el mecanismo de coordinación permanente que hemos creado no excluye a nadie a priori. Pero como tenemos coincidencias evidentes con el Partido Socialista, decidimos comenzar a trabajar estos dos partidos, entendiendo que llegará el momento de ampliar nuestro radio de acción hacia otros.

¿La visión de los comunistas sobre la situación en países de la región y derechos humanos es un obstáculo para profundizar lazos con ellos?

Bueno, tenemos diferencias con el Partido Comunista en materia de política internacional y derechos humanos. El PS y el PPD firmamos una declaración conjunta condenando la represión y violación a los derechos humanos en Nicaragua. Y hay partidos reticentes a este tipo de manifestaciones. Creemos en la consistencia en materia de derechos humanos.

¿Qué le parecieron las primeras palabras de la expresidenta Michelle Bachelet como alta comisionada de DD.HH. de la ONU cuestionando las situaciones en Venezuela y Nicaragua?

Muy bien. Su tarea es compleja, pero partió presentándose ante la comunidad internacional, en este nuevo papel, con solidez y consistencia. Su desafío será cómo combinar las denuncias o condenas a países, con la cooperación para que los países cumplan y acojan buenas prácticas en el ámbito de los DD.HH. Es decir, defensa y promoción de los DD.HH.

¿Usted cree que la DC pueda formar parte de un mismo bloque junto al PC?

Es una pregunta, más bien, para la dirección de la Democracia Cristiana. Desde afuera, respondería que depende de qué tipo de bloque se trate. Si se tratase de un acuerdo electoral con un programa municipal, por ejemplo, creo que debiera ser posible. Pero no será tarea fácil, aunque a nivel de base y en las regiones hay más trabajo unitario donde dirigentes de la DC y el PC están presentes con nuestros militantes.

Usted patentó el concepto de "geometría variable" con distintos niveles de acuerdo entre los partidos, como los electorales, programáticos. ¿Cuándo se tienen que tomar estas definiciones?

Se puede trabajar paralelamente en los distintos niveles de acuerdos. Podemos ir construyendo el radier de una nueva coalición político-estratégica y, al mismo tiempo, explorar acuerdos electorales o programáticos. A lo mínimo, debiéramos procurar un entendimiento electoral antes de las elecciones municipales y regionales. Si no somos capaces de ello, el bloque de Chile Vamos tendrá una enorme ventaja.

¿Se puede lograr una coalición con los mismos alcances de la Nueva Mayoría y gobernar de nuevo? ¿Qué tienen que ofrecer a la ciudadanía para eso?

Nada es igual que antes. La Concertación hizo grandes realizaciones por el país, pero ya pasó. Lo mismo que la Nueva Mayoría. Hoy hay un escenario con nuevas fuerzas, movimientos y partidos. Pero más que pensar en la coalición, creo prioritario examinar contenidos, estar en sintonía con el país, con las preocupaciones de la ciudadanía, con la necesidad de lograr un crecimiento económico sostenido e inclusivo, mejorar la productividad, tener una estrategia integral de seguridad ciudadana, responder a las necesidades de los adultos mayores, proteger el medioambiente, entre otras tareas. Si no se enfatizan los asuntos que preocupan a la gente en su vida cotidiana, todo intento de coalición sería un ejercicio político inútil.

Respecto del Frente Amplio, ¿cuál es el grado de convergencia que se puede alcanzar con ellos?

El Frente Amplio posee en su interior una gran diversidad. Hasta ahora, sin embargo, han mantenido la prioridad de permanecer unidos. Es interesante eso. Veo posibilidades de entendimiento con un número significativo de partidos que conforman el Frente Amplio. Pero quizás ellos aún no deseen entenderse con nosotros.

¿Cómo visualiza los conflictos internos que han golpeado al Frente Amplio?

Es un asunto interno de la coalición. Por cierto, tenemos afinidad con las posiciones de algunos más que con las de otros. A modo de ejemplo, he solidarizado públicamente con el diputado Vlado Mirosevic y el Partido Liberal en su postura sobre la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara. Pero ellos sabrán cómo lidiar con sus diferencias.

Relación con el gobierno

¿Usted se siente parte de una oposición obstruccionista, como ha planteado el Presidente Sebastián Piñera?

De ninguna manera. Me siento parte de una oposición firme, pero constructiva, que quiere que le vaya bien a Chile. El Presidente Piñera comete un serio error al tratar de dividir a la oposición entre buenos y malos, patriotas y antipatriotas. Ese lenguaje nos hace retroceder al pasado y es inconducente al diálogo. Si se trata de promover los intereses de la clase media y los más postergados, allí estaremos; pero no aceptaremos imposiciones o posturas de "todo o nada".

El expresidente Ricardo Lagos apuntó a una oposición "poco colaboradora". ¿Comparte ese análisis?

Comparto lo que está detrás de sus palabras. La oposición debe estar disponible a conversar, a dialogar sobre los temas del país. Solo que "para bailar el tango se necesitan dos". El gobierno tiene que hacer lo suyo y reconocer que si bien ganó con holgura la Presidencia, el Poder Legislativo lo ganó la oposición.

¿No cree que un gobierno que ganó con amplia diferencia tiene derecho a tratar de impulsar sus proyectos de ley?

El gobierno tiene todo el derecho a impulsar sus proyectos de ley, tanto como el Congreso posee el derecho constitucional de ejercer sus facultades de legislar.

¿Qué otras cosas le reprocha al Presidente Piñera? ¿Ha visto algo positivo en estos seis meses de gobierno?

El llamado a conformar mesas técnicas de diálogo con la oposición fue una buena iniciativa. El ministro del Interior se hace el tiempo de escuchar. Valoro la flexibilidad final para llegar a un acuerdo sobre el salario mínimo. Pero, lamentablemente, ha habido una mordaz crítica a todo lo realizado en la administración pasada. De algunos ministros no se han escuchado propuestas significativas para sus carteras, sino, más bien, críticas al pasado e intentos de desmontar reformas. La desprolijidad del gobierno me ha sorprendido: una treintena de seremis nombrados y renunciados por no cumplir con los requisitos básicos del cargo; intendentes, ministros y subsecretarios nombrados y removidos, designaciones frustradas de embajadores en países claves, y el despido de muchos funcionarios no-políticos en diversos servicios. Para qué hablar del debate sobre la memoria, desencadenado por un errado nombramiento ministerial. Pasados seis meses, espero que el rumbo cambie para bien del país y prime un diálogo efectivo.

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