Profesor de la U. de los Andes: "José Antonio Kast tiene de cabeza a la derecha"

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El analista político Daniel Mansuy.

Analista revisa la agenda que enfrenta el oficialismo, subraya el rol del expresidenciable y pondera el resurgimiento del "pinochetismo".


"El triunfo de Jacqueline Van Rysselberghe era predecible, pero el margen por el que ganó no fue el que se esperaba. La UDI está más dividida de lo que se piensa", plantea de entrada Daniel Mansuy. El profesor de la U. de los Andes percibe un factor común entre lo ocurrido en el gremialismo y otros episodios que marcan la agenda, como los encuentros de sectores de Chile Vamos con Eduardo Bolsonaro o la reivindicación del pinochetismo que hace la diputada RN Camila Flores.

"Todo lo que ha pasado es parte de un proceso de fragmentación. Se acabaron las lógicas de la transición, de un bloque ordenado, con una UDI monolítica que contenía hacia la derecha", dice el analista. "Hay un nuevo escenario y sus líderes tienen que contener, porque el desbande puede ser grande", añade.

¿A eso se debe que tanto Van Rysselberghe como Mario Desbordes digan que sí se puede separar la valoración del régimen militar de las violaciones a los DD.HH.?

Ellos tienen que intentar dejar adentro a una sensibilidad que es relevante en sus partidos. Hay un hiato entre el discurso público -donde el pinochetismo es cada vez menos presentable, por muy buenos motivos- y las bases de los partidos, que tienen otros códigos, porque sus orígenes están en los años 80, y por lo tanto son pinochetistas. Y esa historia, que hemos querido esconder o no mirar, de repente sale a flote.

¿Hasta qué punto incide el factor José Antonio Kast?

Lo que hace él es catalizar y verbalizar un sentir que existe, y al hacerlo le pone mucha presión a RN y la UDI. Por eso lo que hizo Luciano Cruz-Coke en el comité político del lunes es razonable, pone el dedo en la llaga, dice 'acá tenemos un problema'. Kast tiene de cabeza a la derecha chilena porque su discurso es exitoso. Además ha sido muy hábil, no hizo un partido político, la gente puede adherir a él sin renunciar a su partido, y como lo más probable es que no vaya a una primaria, va a seguir teniendo mucho espacio en la discusión pública.

¿Qué tiene que hacer Chile Vamos para que Kast no los horade?

Es muy difícil. Cuando a Kast le preguntaban si prefería a Macaya o a Van Rysselberghe, él decía 'me da lo mismo'. Y le da lo mismo porque ganaba en ambos casos: si triunfaba Macaya, mucha gente se iba a ir con él; y si ganaba la Jacqueline, su discurso seguía siendo dominante.

Este gobierno partió con un espíritu "centrista". ¿Hoy se ve amenazada esa pretensión?

El gobierno ha sido bien equívoco, porque al mismo tiempo que habla de la democracia de los acuerdos le ha dado muy duro a la izquierda, incluso ha hablado de la izquierda y el infierno. El gobierno va dando giros coyunturales, supongo que según las encuestas. Pero sin duda con la decisión relativa al pacto migratorio vuelve a hablar a un electorado más duro, lo que va a dificultar la posibilidad de llegar a acuerdos.

Ante la reivindicación del pinochetismo, Cecilia Pérez valoró la "diversidad" del sector. ¿Esa es la línea que debe seguir el gobierno?

Es muy poco coherente. Si hace poco celebró el triunfo del No, Piñera siempre se ha jactado de eso. Pero al mismo tiempo, al ser una tensión que atraviesa transversalmente a los partidos, tampoco pueden hacer algo muy distinto. Sí plantea preguntas muy serias sobre el futuro de una coalición que parece no tener acuerdos mínimos sobre el pasado.

¿Qué proyección político electoral se puede hacer del factor Kast?

Los éxitos electorales de estas posturas tienen que ver con crisis muy profundas, que en Chile aún no están presentes. Pero hay un espacio que no es irrelevante. Kast quizás va a estar entre 15 y 20 puntos en la próxima presidencial. Y eso, aunque no gane, es enorme y modifica completamente el panorama político.

¿Y qué debe hacer Evópoli en este escenario?

El camino propio en política se parece harto a la muerte. Es un gran problema para Evópoli, porque quería tirar a la derecha hacia el centro liberal, tenía buenas razones para ello, pero hoy el viento sopla en otra dirección.

¿Cuánto daña esta discusión interna a la agenda del gobierno?

El pasado para la derecha es un tema difícil. Ahora, entre el caso Catrillanca y esto, probablemente esto es mejor. Pero es un hecho que el gobierno no está manejando ni los tiempos ni los temas que se están discutiendo y hoy las tensiones vienen de sus propios partidos. Y esto guarda relación con el tipo de liderazgo político que ejerce Piñera, que es un liderazgo blando. Yo no sé cuántos diputados de gobierno reconocen en él al líder político de la coalición. Y eso es un problema, mayor si se quieren proyectar más allá de cuatro años en el poder.

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