Política

Tohá-Boric: el breve camino entre la desconfianza y la lealtad

En apenas tres años ambos lograron transitar de las críticas personales y los cuestionamientos por el rol que jugó la abanderada PPD en la ex Concertación a una estrecha relación de respeto recíproco. Un vínculo que fue de menos a más y que terminó con la exministra de Interior convertida en uno de los pilares del gobierno de Boric. Tras la salida de Tohá del gabinete, ambos han mantenido un fluido contacto telefónico.

El Presidente Gabriel Boric y la entonces ministra de Interior Carolina Tohá.

El 4 de marzo pasado, durante los 28 minutos en que conversaron a solas en el despacho del Jefe de Estado en el segundo piso de La Moneda, en los que oficializó su renuncia al gabinete para emprender la carrera presidencial, Carolina Tohá le dijo a Gabriel Boric que estaría obligada a diferenciarse del gobierno si es que quería atraer al electorado de centroizquierda que se había alejado del progresismo en los últimos años.

Aunque el Mandatario compartía la urgencia de ampliar las bases de apoyo del oficialismo y era uno de los principales impulsores de dejar como legado una gran coalición que uniera a todas las fuerzas del progresismo -algo que habían hablado en varias oportunidades con Tohá durante el verano, mientras ella preparaba su salto a la arena presidencial a través de una primaria oficialista que fuera “altamente competitiva”-, lo que escuchaba de su entonces ministra de Interior lo entusiasmó, pero también lo inquietó.

Sé cuidadosa de no tensionar las relaciones con los demás actores del oficialismo, le pidió el Presidente al momento de dejar ir a quien consideraba uno de los pilares de su gobierno -el otro era la ministra Camila Vallejo, la principal figura del Partido Comunista en el comité político-, y al que, además, miraba en esos momentos como una de las mejores cartas para sucederlo.

Las pocas veces que Boric sintió que ella cruzaba, aunque fuera tímidamente, lo que algunos cercanos a la abanderada del Socialismo Democrático han llamado “acuerdo de diferenciación pactada”, le enviaba un mensaje. Lo hizo, por ejemplo, el 15 de abril, cuando Tohá señaló en una entrevista con el programa Desde La Redacción, de La Tercera, que “en lo más mínimo propondría un gobierno de continuismo”, o cuando a fines de mayo, en la antesala de la inscripción ante el Servel de las candidaturas del pacto Unidad para Chile, un cercano a Tohá, como el exsenador PPD Guido Girardi, señalara que el “Partido Comunista no representa un proyecto de futuro en ninguna parte del mundo”.

Por más que en el comando y en especial desde los partidos del Socialismo Democrático le pedían a Tohá que marcara más diferencias de sus contendores, especialmente respecto de la abanderada del PC, Jeannette Jara, ella se negaba tajantemente. Para algunos de sus colaboradores en el comando, el peso de la lealtad al Presidente es demasiado fuerte en Tohá. Sólo en la recta final de la campaña, y ante la arremetida de Jara en las encuestas, accedió a dar un giro a la estrategia que había desplegado.

Pero en estos días de campaña, también Boric y Tohá han hablado por teléfono en numerosas ocasiones, no sólo sobre la contienda electoral. También sobre un tema más personal que los ha tenido en extremo preocupados: la delicada situación de salud de la delegada presidencial de Arica, Camila Rivera Tapia, quien se encuentra hospitalizada e inconsciente tras dar a luz el 11 de junio.

En los apenas tres años desde que se conocieron personalmente, Boric y Tohá lograron dejar atrás un pasado lleno de desconfianzas que iba más allá de lo personal y abarcaba a los dos mundos que ellos representan, para construir “una relación de profunda lealtad, confianza y respeto recíproco”, según la describen varios ministros del actual gobierno.

Porque hasta el 22 de junio de 2022, poco o nada sabía uno del otro. Habían coincidido en algunos lugares, pero hasta entonces no habían conversado nunca a solas. Las columnas y comentarios que Tohá escribía en favor del primer proceso constituyente llamaron la atención del Mandatario y desdibujaron las percepciones que tanto Boric como gran parte de los frenteamplistas tenían de la exministra, exalcaldesa y exparlamentaria PPD, a quien veían como la encarnación misma de la ex Concertación que tanto detestaban.

Cercanos a ambos afirman que fue el Presidente quien -alentado por los comentarios que recibía del escritor y analista político Patricio Fernández sobre Tohá y del deseo de ella de convertirse en una especie de puente intergeneracional que ayudara a unir los dos polos del progresismo- mostró interés por juntarse para hablar y conocerse.

Fernández hizo el nexo y el encuentro se realizó en el departamento de Tohá. Fue a solas y, hasta ahora, ninguno de los dos ha revelado en detalle el contenido de esa conversación. Sólo han transmitido que fue un encuentro cordial y “en buena onda”, en el que ambos se contaron de sus vidas, de su evaluación del Frente Amplio y de la ex Concertación, de sus visiones de la política y de los proyectos políticos personales, algo obvio a la luz de lo que ocurrió meses después, tras el rotundo fracaso del Apruebo al texto propuesto por la Convención Constituyente, la derrota ideológica más profunda de la izquierda en las últimas décadas.

Ese mismo 4 de septiembre, con los resultados del plebiscito en la mano, Boric habló con Tohá y le pidió integrarse a su gabinete. Volvieron a reunirse al día siguiente, cuando discutieron con mayor detalle las tareas y roles que esperaba de ella. Desde ese mismo día, Tohá se referiría siempre a Boric como Presidente y de usted en el trato diario, incluso en las conversaciones privadas, un reflejo casi natural del respeto que ella tiene por el rol institucional de la Presidencia. Nada nuevo: lo mismo había hecho cuando se desempeñó en los gobiernos de Lagos y Bachelet.

El ingreso a Interior se produjo el 6 de septiembre y marcó la llegada del Socialismo Democrático a la primera línea de decisiones del gobierno de Boric. A partir de entonces se fue tejiendo una relación que, para muchos, fue de menos a más, y terminó por configurar una tríada de poder en el que Tohá representaba al Socialismo Democrático, Vallejo al PC y el propio Presidente al FA.

El Presidente Gabriel Boric junto a las ministras Carolina Tohá y Camila Vallejo en el cónclave oficialista en Cerro Castillo. Foto: Presidencia

Clave para el afiatamiento de esa relación fue la permanente lealtad de Tohá hacia el Presidente.

Quienes trabajaron con Tohá en el Ministerio del Interior relatan que una de las primeras cosas que decía la ministra a todos los que llegaban a desempeñarse en su gabinete era la siguiente advertencia: “Aquí no operamos contra nadie. Si hay un problema interno, como Ministerio de Interior, nuestro rol es ayudar a solucionarlo, como jefatura de gabinete debemos ayudar a solucionar los problemas”, aseguran varios exfuncionarios de Tohá durante el tiempo que estuvo en Interior.

No se trataba sólo del recuerdo de la forma en que su padre había desempeñado el rol de ministro en tiempos de Allende. También era pragmatismo político. “Ella tenía muy claro que poner cortapisas o generar problemas a otros ministerios finalmente le iba a terminar afectando a ella como jefa de gabinete”, señalan excolaboradores de Tohá en Interior.

Por razones similares, añaden las mismas fuentes, ella jamás explicitó alguna molestia o enojo con el Presidente delante de sus subalternos, ni siquiera ante sus colaboradores de más confianza.

“A veces nos percatábamos por su tono de voz, su actitud corporal, por señales sutiles que reflejaban cierta resignación, de que ella no estaba de acuerdo con lo que nos estaba pidiendo hacer. Pero aun cuando tenía discrepancias en algún tema, ella no decía esto hay que hacerlo porque el Presidente lo pide, mucho menos decirnos ‘a mí esto no me gusta, así que vamos a hacer esto o esto otro para convencer al Presidente. Otra cosa es que después ella hablara en privado con el Mandatario para tratar de que cambiara de opinión”, afirman fuentes de Interior.

Y discrepancias tuvo, no sólo con el Presidente por la forma en que se manejó el caso Monsalve, y mucho antes por los indultos a presos del estallido social, los que en diciembre de 2022 terminarían provocando un fuerte traspié al gobierno y desencadenando la salida de la ministra de Justicia, la frenteamplista Marcela Ríos, y al jefe de asesores del Jefe de Estado, Matías Meza-Lopehandía. En medio del escándalo que provocaron los indultos, Tohá pidió a su equipo hacer una revisión exhaustiva de los antecedentes de todos los indultos que se estaban evaluando -retrotrayendo varios casos que estaban en estudio- y, además, examinar la validez de numerosas pensiones de gracia de víctimas del estallido.

También tuvo discrepancias políticas al interior del comité político con Vallejo y luego con Jeannette Jara por la agenda de seguridad, especialmente con la ley que sanciona la usurpación de terrenos, la ley antiterrorista y la ley Nain Retamal. Temas que para Tohá eran claves luego de que con su llegada al ministerio, en medio de la crisis de seguridad y el alza del crimen organizado, diera prioridad a una extensa agenda legislativa de 62 proyectos de ley que acordó con la derecha.

Detractores de Tohá afirman que ella, si bien dio prioridad a la seguridad pública, no construyó una política nacional sobre el tema, sino sólo un conjunto de leyes para dotar de herramientas y fortalecer a las instituciones en la lucha contra el delito.

En febrero de 2024, Boric le dio un espaldarazo a Tohá al convocar al Cosena y crear “un gabinete de seguridad”. Tohá lo había convencido de la necesidad de reunir a este órgano consultivo para explicar la estrategia del gobierno y recoger las opiniones. El objetivo era que, en la medida en que los distintos poderes del Estado enviaban sus aportes, dejaba de ser una estrategia exclusiva del gobierno y podían mostrarla como una política de Estado.

Santiago, 15 de marzo de 2024. Presidente de la República, Gabriel Boric Font, junto a la ministra del Interior y Seguridad Pública, participa de la ceremonia de homenaje al exministro del Interior y Defensa Nacional del Presidente Salvador Allende Gossens, José Tohá González, a 50 años de su muerte. Jonnathan Oyarzún/Aton Chile JONNATHAN OYARZUN/ATON CHILE

Pocas semanas después, el Presidente tendría un nuevo gesto hacia su ministra, cuando le propuso hacer un homenaje en La Moneda a José Tohá con ocasión de los 50 años de su muerte, a raíz de las torturas y malos tratos que recibió durante su detención en el campo de prisioneros de Isla Dawson tras el golpe de Estado.

Un último gesto, reflejo de la confianza que ambos habían construido en tan poco tiempo, ocurrió a inicios de marzo, cuando entre los dos concordaron la puesta en escena de lo que sería la salida en solitario de Tohá del Ministerio del Interior para lanzar su candidatura presidencial.

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