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Chile: Del qué al cómo

" ¿Y si, en lugar de seguir discutiendo  “salvamos” a Chile del letargo para dejar un país mejor que el que recibimos a las futuras generaciones? "

12 Marzo 2025 Entrevista a Matias Acevedo, economista. Foto: Andres Perez Andres Perez

Era una tarde fría de marzo 2010 en Dublín. El viento barría las calles cercanas al río Liffey, y el ambiente político estaba aún más tenso que el clima. En una pequeña cafetería de ladrillos rojos, a pasos del famoso estadio irlandés de Croke Park, se encontraron, lejos de la prensa y del Parlamento, dos figuras clave de la crisis fiscal irlandesa: Michael, asesor de confianza del Ministerio de Finanzas, y Brendan, líder de uno de los sindicatos más influyentes del sector público.

La economía irlandesa estaba en una situación crítica: el PIB se había desplomado casi 13% y el desempleo rozaba el 15% tras estallar la burbuja inmobiliaria. A inicios de año se había anunciado un rescate financiero de €85.000 millones de la Unión Europea y Fondo Monetario Internacional (FMI), pero condicionado a drásticos ajustes fiscales.

Michael llegó antes, pidió un café doble y en la servilleta dibujo el escenario fiscal que enfrentaba con números rojos. Apenas se sentaron, Michael le mostró la servilleta a Brendan y le dijo: “Si esto sigue así, no vamos a poder pagar los sueldos. Ni los tuyos, ni los de nadie”. Brendan pensativo en voz baja le respondió algo que lo cambió todo: ¿Y si en vez de pelear por lo que vamos a perder... hablamos de cómo salvamos a Irlanda para las futuras generaciones? El encuentro informal -que la leyenda sindical menciona como clave para destrabar la negociación-sirvió para humanizar la discusión y pavimentó el camino hacia una negociación abierta, con un objetivo común que fue conocido como el “Acuerdo Croke Park” entre el gobierno y los sindicatos del sector público.

El pacto, congeló los salarios públicos por cuatro años y prometió no aplicar despidos forzosos ni alterar las pensiones existentes. A cambio, los trabajadores estatales se comprometieron a un programa de transformación interna: mejoras de productividad, más flexibilidad laboral y racionalización del gasto en cada ministerio.

El contraste con del acuerdo de Irlanda con los países del sur de Europa fue claro, aquellas reformas que se realizaron imponiendo condiciones,-sin negociación- terminaron siendo revertidos en el mediano plazo.

El caso irlandés demostró que para que una reforma funcione, no basta con tener buenas ideas técnicas consensuadas, hay que comprender quiénes ganan, quiénes pierden, cuál es el costo del status quo, qué intereses hay en juego y cómo comunicar bien sus beneficios. Es lo que también conocemos como la “economía política” de las reformas: el arte de entender cómo la política y la economía se cruzan, se chocan y se condicionan mutuamente.

En Chile, seguimos acumulando preguntas incómodas: ¿por qué no hemos reformado en serio el empleo público en más de tres décadas? ¿Por qué algunos grupos rechazan propuestas antes siquiera de conocerlas, como ocurrió con el informe de la Comisión para la Paz? ¿Por qué una reforma crucial para reactivar la inversión, como la del sistema de evaluación ambiental, está paralizada? Y, por otra parte ¿cómo se explica que en pensiones -contra todo pronóstico-sí se lograra avanzar hacia un acuerdo?

Un reciente estudio del FMI analizó más de 2 millones de artículos periodísticos que dan seguimiento a las reformas de los subsidios energéticos en 170 países desde 1990 y a las reformas de las pensiones en 134 economías desde 1960. La principal conclusión fue que el apoyo público a las reformas es el indicador más importante del éxito de estas, especialmente cuando las familias, las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos y los grupos de oposición respaldan los cambios. Y este logró no fue espontaneo, había una estrategia, el cómo fue uno de los pilares del éxito.

Durante las últimas décadas hemos invertido tiempo y esfuerzo en construir consensos técnicos -el qué-, una tarea compleja y valiosa por sí sola. Pero hemos prestado mucha menos atención al cómo llevar esas reformas a la práctica, y ahí es donde muchas terminan estancadas o deslegitimadas. Y nuestro sistema político fragmentado nos obliga a invertir más recursos a comprender cuándo, dónde y cómo esas reformas funcionan mejor.

¿Cuántas veces más vamos a discutir el qué sin dedicar el mismo esfuerzo al cómo? El “café irlandés”, símbolo del Acuerdo de Croke Park, solo se sirve en Dublín. Chile necesita su propia receta.

Hoy la pregunta de Brendan, el dirigente sindical irlandés que destrabó la negociación cobra aún más relevancia: ¿Y si, en lugar de seguir discutiendo “salvamos” a Chile del letargo para dejar un país mejor que el que recibimos a las futuras generaciones? Ha llegado la hora del cómo.

El autor es académico de la Universidad de Los Andes, e integrante del Instituto Libertad

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