El mundo del rock y del heavy metal está de luto debido a la muerte de uno de sus más insignes representantes: Ozzy Osbourne, el denominado príncipe de las tinieblas.

“Con una tristeza indescriptible, informamos del fallecimiento de nuestro querido Ozzy Osbourne esta mañana. Estaba rodeado de cariño. Les pedimos a todos que respeten la privacidad de nuestra familia en este momento”, dijo la familia en un comunicado.

El legado de Ozzy es enorme y se explica por una carrera que se extendió por varias décadas, con un cierre que estuvo a la altura de su leyenda con el concierto de despedida de Black Sabbath hace apenas dos semanas.

Según The Guardian, ese show realizado en el estadio Villa Park fue seguido por 5,8 millones de personas alrededor del mundo vía streaming y recaudó US$ 178 millones, dinero que sería entregado a organizaciones como Cure Parkinson’s, Birmingham Children’s Hospital y Acorn Children’s Hospice.

Para Ozzy el dinero no era un problema. El medio de finanzas británico Finance Monthly, calculó en unos US$ 220 millones el patrimonio del cantante nacido el 3 de diciembre de 1948, en Marston Green, Reino Unido.

“Su viaje hacia la fama, la fortuna y la controversia ocasional lo han convertido en una de las estrellas de rock más reconocidas —y rentables— del mundo”, consigna ese medio.

Como solista, Ozzy vendió en torno a 51 millones de discos, según un reporte de Chartmasters, pero ese número llega a 115 millones si se suman aquellos que hizo junto a Black Sabbath.

Pero no solo generó ingresos vendiendo discos. Las numerosas giras que dio alrededor del mundo se convirtieron en otra relevante fuente de ingresos. Gracias al éxito de sus presentaciones, Sharon Osbourne, la esposa de cantante, fundó en 1996 el conocido festival de música Ozzfest.

De acuerdo a un artículo de Forbes, En sus diversas ediciones, el Ozzfest generó más de US$ 100 millones en ingresos, los cuales derivan de la venta de entradas, los productos de marketing y los acuerdos de patrocinio.

Otra fuente de ingresos vino con la transmisión de su vida y la de su familia en The Osbournes, en MTV. Algunos reportes de la época y fuentes especializadas como Forbes y The Hollywood Reporter, estimaron que Ozzy y su familia llegaron a ganar hasta 20 millones por las cuatro temporadas del reality.

A esto se suma el streaming. Con datos a julio de este año, el cantante sumaba casi 4.000 millones de reproducciones únicamente en Spotify.

Pese a este increíble volumen, los ingresos generados por el streaming no eran del todo aprobados por el cantante, los que calificó como “una maldita broma”.

Paranoid, el clásico de Black Sabbath, sumaba más de 1.000 millones de reproducciones en esa plataforma, mientras que el video oficial alojado en Youtube acumulaba 331 millones.

Cosméticos y ¿latas con su adn?

Tras su despedida oficial de los escenarios, el artista había decidido incursionar en el mundo de los productos de belleza, asociándose con la marca británica Jolie Beauty para lanzar una línea de maquillaje “con el aire teatral y gótico”, muy en línea con la estética del cantante.

“Es un verdadero honor que Ozzy y su equipo hayan elegido trabajar con nosotros, especialmente siendo una marca independiente de su ciudad natal”, expresó Jolie Cashmore, CEO de Jolie Beauty.

Pero el negocio más raro asociado a su fama vino del mundo té, la infusión británica por excelencia. “Infinite Ozzy” se llama una colección de 10 latas vacías (sí, vacías) de té helado que el cantante consumió y que, según la empresa canadiense Liquid Death que las comercializa, llevan impregnadas el adn del “príncipe de las tinieblas”.

“En el futuro, una vez que la ley federal lo permita, los fans podrán usar el ADN de las latas e intentar clonar a Ozzy, así podrán disfrutar de su música por cientos de años”, consigna la publicidad de Liquid Death.