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Eduardo Guerrero, a dos años del fraude a Primus Capital: “Ha sido la experiencia profesional más difícil de mi vida”

El vicepresidente ejecutivo de Primus Capital lideró la recuperación de la empresa tras un millonario fraude liderado por dos ex ejecutivos. "Perdí una parte importante de mi patrimonio. Fue un golpe fuerte", dice Guerrero en su primera entrevista sobre el caso, en la que enumera los cambios impulsados: además de inyectar recursos, reorganizaron equipos, cambiaron procesos y aplicaron planes de eficiencia. "El fraude ya es un capítulo superado", concluye.

16/09/2025 - EDUARDO GUERRERO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

Sentado en su oficina en un edificio de Apoquindo 3.000 —su segunda casa, dice, desde que estalló el fraude interno en marzo de 2023—, Eduardo Guerrero, vicepresidente ejecutivo de Primus Capital, se muestra conforme con el camino recorrido.

El golpe fue severo. En 2024, el factoring reportó pérdidas por $4.606 millones. Sin embargo, este año inició su recuperación: en el primer semestre acumuló ganancias por $4.309 millones.

La firma de factoring quedó en el centro de uno de los mayores escándalos financieros del mercado: una operación fraudulenta que buscaba engañar a los accionistas mediante cheques y facturas falsas, canalizados a través de sociedades ficticias constituidas y que involucró a sus ex gerente general, Francisco Coeymans, y al ex gerente comercial, Ignacio Amenabar.

Hincha “a muerte” de la Universidad de Chile, Guerrero subraya el esfuerzo desplegado y el alto costo que implicó recuperar una compañía que quedó “prácticamente quebrada” tras el millonario fraude que hoy mantiene con arresto domiciliario a sus principales responsables.

Guerrero es economista de la Universidad Católica. Entró a la universidad con puntaje nacional y fue el “número 1″ de su generación. Es socio en la Administradora de Fondos Invinsa y ha invertido y apoyado a emprendedores en empresas como Human Forest, Builder, eDarkstore y Jooycar, entre otras. También es director de la Fundación Filantrópica Estrella del Sur. En su primera entrevista sobre el caso, detalla el trabajo realizado para salvar la empresa.

¿Qué evaluación hace del trabajo realizado tras detectar el fraude?

Ha sido la experiencia profesional más difícil de mi vida. Asumí la compañía en medio de una crisis profunda. Fue necesario hacer un esfuerzo enorme, tanto en la gestión de la empresa como en la persecución de los delitos. Esto implicó muchas horas de desvelo y sacrificios personales y familiares.

Imagínate lo que significa la frustración y la indignación de descubrir que personas en las que habías depositado tu confianza, que te habían prometido lealtad, eran las mismas que habían montado una maquinaria para defraudar a la compañía que tú ayudaste a fundar. Fue sumamente duro.

16/09/2025 - EDUARDO GUERRERO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

¿Existía un lazo de amistad con ellos? El hermano de Francisco Coeymans fue su compañero en la Universidad Católica...

Sí. A quien conocía mejor era al hermano de Francisco. Fue con él con quien hice las primeras conexiones que luego dieron pie a los negocios que terminaron con la fundación de Primus. Nos pusimos de acuerdo para que los socios gestores pudieran participar en la propiedad desde el primer día. Eso implicaba un nivel importante de confianza, que depositamos en el equipo de Francisco e Ignacio. Esa confianza fue finalmente traicionada, defraudando no solo a mí, sino también a los socios capitalistas que los apoyamos desde el primer momento.

¿Qué fue lo más grave de lo ocurrido?

Lo más impactante fue ir descubriendo, paso a paso, todas las artimañas y —en definitiva— los delitos al interior de la compañía para engañar tanto a los directores como a importantes ejecutivos de la empresa. Fue brutal. No solo se trató de suplantación de identidad dentro del sistema informático. Descubrimos que se habían instalado equipos de espionaje para obtener claves de acceso, que se utilizaron documentos falsos —en combinación con una imprenta externa— para fabricar cheques que no eran verídicos.

Encontramos situaciones que ni el guionista más creativo de Netflix habría imaginado. Desde viajes de trabajo que no lo eran, hasta una infraestructura montada para defraudar. Fue una red de engaños cuidadosamente diseñada que superó todo lo que uno podría haber anticipado.

A Dios gracias, si bien tuvimos que aplicar una terapia de shock, logramos salir adelante como compañía, a pesar de que, cuando nos tocó hacernos cargo, la empresa estaba, en la práctica, quebrada.

¿Cuál fue el perjuicio total?

El perjuicio ha sido brutal. No solo en lo económico, sino también en lo emocional. Ha sido un desgaste tremendo, muchas horas que tuvimos que dedicar a esto, sacrificando tiempo con nuestras familias y dejando de lado otras cosas que nos gustaban o que eran parte de nuestra vida normal.

Si uno lo mira solo desde el punto de vista financiero, entre todos los accionistas tuvimos que poner cerca de US$ 100 millones para salvar la compañía. Eso no quiere decir que se hayan perdido todos esos recursos, pero sí una parte importante. Una fracción relevante de esa plata ya no está, y tuvimos que reconocerla como pérdida en los estados financieros. Primero reemitimos los informes, y luego, con el tiempo, fuimos detectando que había cartera incobrable, que simplemente no tenía vuelta.

¿Y para usted?

Perdí una parte importante de mi patrimonio. Fue un golpe fuerte. Pero, la verdad, junto a mis socios —Fernando Franke y Raimundo Valenzuela, que ha sido un pilar tremendo en todo este proceso— no dudamos en poner lo que fuera necesario para que la compañía no quebrara.

Teníamos la posibilidad de hacerlo y sentíamos la responsabilidad de mantener la empresa en pie. No solo por nosotros, sino porque hay cientos de personas que dependen de Primus. No podíamos dejar que todo eso se viniera abajo por culpa de un fraude.

¿Desde que está al mando, qué hace Primus distinto?

Primus sí tenía controles, protocolos, sistemas de compliance. El problema fue que quienes estaban al mando se excedieron —con creces— en sus atribuciones. Y lo hicieron, además, engañando a sus propios equipos, diciéndoles que eran dueños de la empresa, para así justificar decisiones que no les correspondían.

Se aprovecharon de esa posición y de la confianza que tenían. Usaron su lugar para burlar los controles. Por eso, yo suelo comparar esto con una casa que tenía rejas, alarma, cerco eléctrico e incluso vigilancia. No es que a esta casa le faltaran controles o alarmas o instrumentos de disuasión antirrobo, sino que alguien que vivía en la casa se coordinó con gente externa para que fuéramos víctimas de un verdadero portonazo corporativo

Eso es exactamente lo que pasó aquí. No fue falta de controles, fue una traición desde adentro, articulada con terceros externos.

¿Asumen ustedes alguna responsabilidad por lo ocurrido?

Bajo ninguna circunstancia. Nuestra única responsabilidad fue haber confiado en personas que, creíamos, eran dignas de esa confianza y que finalmente actuaron con una deslealtad absoluta.

¿No existe alguna autocrítica por parte de los controladores?

Cuando uno mira hacia atrás, siempre es fácil decir que algo se podría haber hecho mejor. Pero una vez que te interiorizas en la magnitud del engaño, en la sofisticación de las mentiras, y en cómo lograron sortear los controles que sí existían, uno se queda con la tranquilidad de haber actuado, como director, de la mejor forma posible.

Nuestro principal error fue haber confiado en quienes no lo merecían. Ese fue nuestro pecado. No mirar con sospecha a quienes deberían haber estado defendiendo a la empresa.

Los primeros meses fueron intensos. ¿Cómo fue ese arranque tras destaparse el fraude?

Fueron meses de trabajo 24/7. Aunque estuviera en mi casa, seguía trabajando, porque esta era una empresa que no se detuvo: había que seguir gestionándola. Pero en paralelo, teníamos que avanzar con la investigación. Una vez que esta empezó a mostrar los hechos ilícitos de los que fuimos víctimas, comenzamos también a avanzar en su persecución.

No podíamos mantener la compañía tal como estaba, porque era muy deficitaria. Por eso, además de lo legal, se abrieron muchos otros frentes: implementar planes de eficiencia, cambiar procesos, reestructurar equipos y traer nuevo talento. Había que hacer todo eso al mismo tiempo, y no podíamos fallar.

¿Cuál fue el costo emocional y social de que la compañía estuviera asociada a un fraude?

Al principio fue muy duro. Mucha gente escuchaba la palabra “fraude” y automáticamente lo asociaba a toda la empresa, sin hacer distinción, sin conocer realmente lo que había pasado. Y ese fue un costo que pagamos todos: los trabajadores, los socios, y el propio nombre de Primus.

Afortunadamente, con el tiempo fue quedando claro lo que realmente sucedió. También hubo un respaldo importante desde distintos sectores: líderes sociales, empresariales y políticos que reconocieron el rol que jugamos Raimundo Valenzuela, Fernando Franke y yo. Valoraron que, sin estar obligados, pusimos los recursos personales necesarios para sacar adelante la compañía.

Había una responsabilidad empresarial, pero también social. Lo más fácil habría sido asumir la pérdida y dar todo por cerrado. Pero decidimos lo contrario: inyectar todo lo que hiciera falta para hacer viable la empresa y no fallarles ni a los acreedores ni a las personas que dependían de Primus.

En muy poco tiempo nos sentamos con todas las instituciones financieras que nos respaldaban y les dijimos: “no vamos a fallar”. Vamos a poner los fondos necesarios. Y ese compromiso fue clave para que nos siguieran apoyando. Hoy, muchos de ellos no solo nos siguen respaldando, sino que incluso nos han felicitado por cómo enfrentamos esta situación, porque reconocen que lo que hicimos no se ve todos los días.

¿Primus dejó atrás el episodio del fraude?

Sí, afortunadamente hoy estamos en otra etapa. Para nosotros era clave avanzar con firmeza en la búsqueda de justicia. Y en ese sentido, las sentencias que ya existen en tribunales, las medidas aplicadas contra los principales responsables, y la situación actual de sus bienes, dan cuenta de lo sólida que está la arista legal: en lo civil, en lo penal, e incluso en lo laboral.

Por otro lado, los resultados financieros de este año también hablan por sí solos. El fraude ya es un capítulo superado. La empresa está reestructurada, con nuevos procesos, nuevos liderazgos y una orientación clara hacia el futuro.

Estamos dejando a Primus en una posición muy sólida para seguir creciendo y generando los retornos esperados.

¿Está comenzando su retiro como vicepresidente ejecutivo?

Puedo decir con bastante satisfacción que buena parte del trabajo ya está hecho y que hemos cumplido con nuestro deber. Eso me permite, poco a poco, empezar a soltar responsabilidades. De hecho, ya hemos comenzado ese proceso de traspasar funciones y atribuciones para que yo no tenga que estar tan amarrado ni tan metido en el día a día.

Para eso, cuento con equipos formidables. Tuve la suerte de trabajar más de diez años con dos grandes colaboradores en las empresas de Raimundo: Benjamín Lazo y Gabriel Marín. Cuando asumí el mando de esta compañía, ellos se sumaron rápido y siempre estuvieron dispuestos a ayudar para sacar esto adelante.

¿Uno de ellos quedará como vicepresidente ejecutivo?

Ambos han tomado roles estratégicos dentro de la empresa y están más que preparados para liderar. Hoy la compañía está organizada en dos áreas principales: Gabriel es director de desarrollo y Benjamín, director de estrategia (...) Ambos han formado equipos sólidos que ya están manejando muy bien el negocio. La estructura aún no está definida.

“Veo una apertura mucho mayor para que Kast llegue a La Moneda”

Usted fue el primer encargado programático en la campaña de José Antonio Kast en 2021. ¿Cuál ha sido su rol esta vez?

Desde que fundamos Ideas Republicanas, he tenido la suerte de participar en el directorio del think tank y he podido ver de cerca cómo el equipo se ha profesionalizado y crece cada día más, con más personas que quieren apoyar a José Antonio, convencidos de que sería un excelente presidente para Chile, especialmente considerando la compleja situación que enfrenta el país.

Hace cuatro años tuve el honor de participar de manera muy activa en la campaña, especialmente en el equipo económico. Ahora veo con mucho entusiasmo que esta vez el equipo está mucho más consolidado y preparado para enfrentar los grandes desafíos que tiene el país en seguridad, migración, justicia, economía y otras urgencias sociales.

Por razones obvias, no he podido involucrarme tanto como quisiera, pero trato de darme el tiempo y espacio para aportar en las distintas instancias, especialmente ahora que estamos en la recta final de la elección, que probablemente sea la última oportunidad para cambiar el rumbo del país.

¿Qué diferencias ves entre el programa de 2021 y el que propone hoy Kast?

Hoy José Antonio reconoce que el país está enfrentando una crisis severa: económica, de seguridad, social y de inmigración ilegal. También hay un desastre en materia de listas de listas de espera en salud y un déficit de vivienda. Por eso, el programa y las medidas que están tomando se enfocan en estas urgencias.

¿Han intentado dejar los temas valóricos fuera de la agenda?

No quiero tomarme atribuciones de vocería que no tengo. Hay un equipo grande que se encarga de eso. Desde mi punto de vista, hoy el acento está puesto en estas urgencias, pero sin lugar a dudas que las convicciones y los principios del ideario republicano y del propio José Antonio no han cambiado.

¿Cómo ve el sector empresarial la candidatura de Kast?

Creo que por las encuestas y la percepción de la gente definitivamente pareciera ser que esta puede ser la definitiva para José Antonio y los republicanos. Veo una apertura mucho mayor para que él llegue a La Moneda.

Los empresarios, emprendedores y dueños de pymes tienen esperanza en que se puedan concretar ideas que reactiven la economía, fomenten la inversión y generen más empleos.

¿Ha estado en reuniones con empresarios? ¿Temen que con Kast haya más ingobernabilidad que con Matthei?

En las reuniones en que he participado no he sentido eso. Más bien hay confianza en que José Antonio tiene el carácter y compromiso para hacer cumplir la ley, algo que ha faltado antes.

Jorge Desormeaux, esposo de Evelyn Matthei, dijo que con Kast habría menos gobernabilidad. ¿Qué responde?

No me corresponde opinar de él. Sus opiniones son válidas, pero no las comparto. Creo que Chile necesita a alguien con carácter, temple y convicciones para hacer lo que hay que hacer. José Antonio dice lo que piensa y hace lo que dice, algo poco común hoy en la política.

¿Le gustaría tener un cargo en un gobierno de José Antonio Kast?

He trabajado intensamente estos dos años y creo que ya es momento de tomarme una pausa. No me interesa estar esperando un cargo. Apoyo la campaña en el tiempo que puedo y les deseo mucho éxito.

¿Los economistas que apoyan a Matthei colaborarían con un gobierno de José Antonio?

Creo que sí, muchos profesionales estarían dispuestos a colaborar.

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