La segunda generación que encabezó la década final de Claro, Vicuña, Valenzuela

Trabajadores en construccion de edificio.

En 2010 el último de los socios fundadores dio un paso al lado. Una nueva generación, junto a los ejecutivos, asumió el control de la constructora; una que a mediados de 2022 daba luces de estar financieramente sana, con utilidades, y un backlog que se había duplicado en el último año. En cuestión de meses -con cambio de presidente y gerente mediante- se transformó en el símbolo de la crisis de la construcción. Pidió su quiebra. Ya había atravesado por complejos momentos económicos, pero sin llegar al desenlace actual.


“Nuestras metas y cumplimientos de mediano y largo plazo siguen intactos; una empresa responsable, sana en términos financieros”. El 24 de mayo de 2022, el presidente del Grupo CVV, Vicente Claro Vial, presentó la memoria 2021 a sus accionistas. En la carta correspondiente si bien dio cuenta de un escenario “brutalmente” adverso, llamaba a la calma. Estaban sanos financieramente. “Sepan, señores accionistas, que estamos conscientes del clima adverso y no dejaremos de ejecutar ninguna acción que esté a nuestro alcance para continuar con el desarrollo de nuestra empresa”. Cinco meses después, su filial principal pidió la quiebra. La constructora Claro Vicuña Valenzuela S.A. aseguró tener deudas por $44 mil millones que le hacían imposible solventar las obras. De ese monto, $17 mil millones eran pagos adeudados por parte del Ministerio de Obras Públicas, acusaron.

Fundada en 1957 por los amigos Gustavo Vicuña Salas, Jorge Claro Lira y Andrés Valenzuela Vial, el primero fue siempre el más activo en la firma. Fue quien antes que nadie trabajó a tiempo completo en la compañía, mientras sus socios tenían empleos paralelos. Fue presidente del grupo y estuvo activamente involucrado en el rubro: fue presidente de la Cámara Chilena de la Construcción, fundador de AFP Habitat y de la Compañía de Seguros La Construcción.

Al cierre de 2021, el principal accionista de CCV, de hecho, seguía siendo la familia Vicuña. Vía Inversiones Sauzalito, Gustavo Vicuña Salas (88 años) tiene el 21,9%. Mientras que su hijo Gustavo Vicuña Molina, posee más del 15,6%, a través de otra sociedad. En segundo lugar, están la sucesión de Jorge Claro con el 28,4%. Participan vía sociedades que aúnan a todos los hermanos Claro Vial y también de manera independiente a través de vehículos de Vicente Claro Vial, de Pablo Claro Vial y de Yolanda Claro Vial, en sociedad con su marido Patricio Eguiguren, ex gerente de viña Lapostolle. El tercer mayor accionista es el ingeniero civil y ex gerente de área de CVV en los 70, Carlos Molinare Vergara, con el 12,3%. Con menos porcentaje aparecen varios ejecutivos de la compañía: desde el ex gerente Roberto Verástegui, el ex gerente de Vialidad y luego director, Francisco del Río Ebesperger, hasta el gerente superior de operaciones, Erwing Villalobos.

En el directorio están Vicente Claro Vial; el hijo de Carlos Molinare, Alfredo Molinare Navarrete; el hijo de Gustavo Vicuña Salas, Daniel Vicuña Molina, y Patricio Eguiguren. Hasta mayo también participaba Gustavo Vicuña Molina; era el presidente del holding, pero a fines de mayo eso cambió.

El Grupo CVV cerró 2021 con utilidades por $630 millones, bastante menos que los $2.553 millones de un año atrás. La filial Claro Vicuña Valenzuela, según sus reportes, mostró un importe de ganancias netas por $1.428 millones, y un patrimonio que ascendía a $36.987 millones. Su backlog saltó de $58.707 millones a $124.758 millones. “Condición que permite proyectar una estabilización de nuestra situación actual”, señalaban en mayo. Hoy la firma está en liquidación.

Contactados de manera insistente, fue imposible obtener alguna versión de los socios de CVV para este reportaje. “Hemos resuelto no participar, dado que nos encontramos abocados a la tarea de preparar todos los antecedentes y registros que se entregarán al liquidador”, respondieron a través de su agencia de comunicaciones.

El cambio de manos

En 2009, Gustavo Vicuña Salas dio un paso al lado de CVV. Ese año dejó la presidencia en manos de Carlos Molinare Vergara. Vicuña Salas era el último fundador en salir. En los años 90 sus cofundadores habían fallecido. “Luego de analizarlo con Luis Bassignana y Carlos Molinare, quienes ya eran accionistas de la sociedad, sometí a consideración de las sucesiones de mis socios fallecidos un proyecto que, entre otras materias, daba acceso a los altos ejecutivos de la empresa a la propiedad”, recordaba Vicuña Salas en la memoria de 2010. “Mi iniciativa fue apoyada y desde entonces la política de incentivo, mediante propiedad accionaria y participación en los resultados, ha evolucionado positivamente constituyéndose en un poderoso estímulo para el desempeño de los altos ejecutivos”, añadía. Del orden de un 12% de la propiedad está en manos justamente de estos últimos.

En el lugar de Jorge Claro ingresó más activamente su hijo Vicente Claro Vial. El ala Valenzuela dejó la empresa. Hoy no aparecen en la propiedad. El hijo de Gustavo Vicuña, Gustavo Vicuña Molina, era el gerente general en ese entonces. Ingeniero civil en Transporte de la Universidad Católica, era también director de la Mutual de Seguridad, entidad de la que luego fue presidente. Además, siguió la ruta de su padre, siendo director de AFP Habitat desde 2019 hasta junio de este año.

Gustavo Vicuña Molina, CVV

Eran años buenos y el grupo pretendía un objetivo aún más ambicioso: abrirse a futuro a la Bolsa, siguiendo el camino de otras constructoras. En enero de 2008 se inscribieron en la entonces Superintendencia de Valores y Seguros, hoy Comisión para el Mercado Financiero. Su número de registro fue el 1.000. Pero nunca llegaron a la bolsa.

El foco del grupo siempre estuvo en las obras de infraestructura, concuerdan consultados del rubro. Debutaron, de hecho, con parte de la pavimentación de Talcahuano. Y luego siguieron con desarrollos de mayor envergadura, como la construcción del aeropuerto Carriel Sur en Concepción. Y obras en minería en Chuquicamata y El Teniente. En 1968 ingresaron al rubro de la edificación. En los 70 vino la primera gran crisis de la firma. Trabajadores de la Corporación de la Vivienda (Corvi) se tomaron las obras de 1.600 casas que estaban levantando en Lo Espejo. La Corvi se hizo de la obra. “El Ministerio de la Vivienda no intervino, lo que nos produjo una enorme pérdida patrimonial, que afectó seriamente nuestra capacidad para contratar obras”, relataba Vicuña Salas. “Nos vimos forzados prácticamente a empezar de nuevo”, subrayaba.

En 2010, al momento de la salida del fundador, CVV operaba en el área de obras civiles, infraestructura, edificación, concesiones públicas e ingeniería y construcción de puertos. Vendían más de $84 mil millones. Y registraban utilidades por $5.617 millones.

En 2011 se conformó el Grupo CVV, que manejaba Claro Vicuña Valenzuela S.A. Ingeniería y Construcción (CVV I&C). En paralelo, surgió CVV Inversiones que participaba en el negocio de las concesiones, y de las energías renovables con la sociedad Parque Eólico Quillagu. Ambas gerenciadas por Gustavo Vicuña Molina. Y vino la segunda crisis.

En 2014, la firma arrojó pérdidas por más de $2 mil millones, que se profundizaron en 2015, a raíz de los débiles márgenes del rubro de la construcción. Alcanzaron números negativos por $9.415 millones. Se vendió la totalidad de los activos de CVV Inversiones. Fusionaron CVV I&C y CVV Inversiones de manera de proteger el patrimonio de CVV I&C y por consiguiente, el patrimonio del grupo, reconocían en la Memoria de 2015. En mayo de 2016, Carlos Molinare dejó la presidencia. Asumió Gustavo Salas Molina en el cargo. Y se nombró como gerente general a Rodrigo Verástegui.

“En el ámbito financiero, hemos recibido el apoyo de los accionistas de Grupo CVV, lo cual fue fundamental para enfrentar el delicado momento de liquidez que arrastramos después de enfrentar las pérdidas del año 2015 en Claro Vicuña Valenzuela S.A., permitiendo que dicha compañía, que este año cumple 60 años de existencia, sea un proyecto viable”, subrayaba Vicuña Salas en la memoria de 2016. En 2017, los socios inyectaron $5.100 millones.

En el 2018, el grupo dio inicio a un plan de inversiones en los mercados inmobiliarios, concesiones de infraestructura y vivienda social. Generaron alianzas con inversionistas, operadores y gestores para formar una cartera de proyectos que serían desarrollados entre los años 2019 al 2023.

Además, separaron las áreas de inversión y otros activos de los negocios de CVV Ingeniería y Construcción, lo que permitiría una mejor -decían- estructura de financiamiento en caso de ser requerido. Su utilidad bordeaba los $2.761 millones, con un margen equivalente al 3% de las ventas.

Quienes conocen de cerca la compañía aseguran que la salida de Vicuña Molina del día a día al directorio puede haber debilitado la operativa. En el rubro dicen que la construcción exige estar encima de las obras, en los detalles, algo que Vicuña hacía desde la plana ejecutiva, pero que dejó de hacer al saltar al directorio. Pero siguió activo a nombre de la empresa: en la plataforma infolobby, Vicuña registra más de 20 reuniones desde el 2018 para evaluar proyectos con autoridades. Solo este año aparecen cuatro con, entre otros, Vivienda, Minería y el MOP.

“Somos una empresa cuyos proyectos son rentables, donde los recursos son administrados prudentemente y donde seleccionamos las oportunidades de negocios de acuerdo a nuestras capacidades para ser exitosos”, afirmaba en 2018 el gerente de esa época, Roberto Verástegui.

En 2019, sus ventas subían 29%. Las utilidades del grupo llegaban a los $2.591 millones y su filial principal -Claro, Vicuña, Valenzuela S.A.- tenía un resultado positivo de $3.139 millones.

En 2020, los accionistas de Grupo CVV realizaron préstamo a Claro Vicuña Valenzuela por $1.435 millones, con una tasa de 0,83% y a un plazo de 9 meses. El año pasado estos fueron cancelados.

Al cierre de 2021 el Grupo CVV desarrollaba sus negocios a través de tres sociedades. El principal era Claro, Vicuña, Valenzuela S.A. (CVV I&C), destinado a ejecutar los proyectos de ingeniería y construcción. Luego seguían Inversiones Inmobiliaria Sauco, para proyectos inmobiliario privado, e Inversiones Inmobiliarias CVV S.A. orientada a desarrollos de integración social (DS 19). Estas dos últimas, junto al gestor inmobiliario de su propiedad, Gespania. Sumaban también la firma de arriendo de maquinaría para la minería, Ecex S.A, y una empresa de proyectos mineros, entre otras.

De toda esa malla sólo CVV I&C se declaró en quiebra. Sin embargo, también hubo movimientos en otras filiales. Se acordó la liquidación de Ecex por la antigüedad de la flota. Se disminuyó el capital en dos sociedades relacionadas, y se capitalizó otra de sus filiales: Viento Fuerte S.A. Sauco reconoció provisiones adicionales por déficit patrimonial.

Además, estaban avanzando con un proceso de venta de activos que les permitiría recibir importantes recursos entre este y el próximo año.

El 27 de mayo de 2022, Claro Vicuña Valenzuela realizó una de sus últimas reuniones de directorio antes de pedir su quiebra. En sus oficinas en Alonso de Córdova, comunicaron la renuncia del gerente general, Roberto Verástegui. Designaron en su reemplazo al gerente de infraestructura pública, Rodrigo Pérez Ahumada. También salió Gustavo Vicuña Molina de la presidencia. La dupla Vicuña-Verástegui había asumido el mismo día y ahora se disolvía también con ambos dejando sus cargos en paralelo.

La presidencia del grupo la asumió Vicente Claro Vial. Y la vicepresidencia Daniel Vicuña Molina. Gustavo Vicuña Molina debía volver a la gestión. Volvió, tras seis años fuera, a la gerencia general del grupo. “Los resultados de algunos de los proyectos más importantes de nuestra compañía fueron decayendo, lo que nos ha obligado a redireccionar nuestras prioridades y esfuerzos, reasignar equipos de trabajo, tomar acciones correctivas y reflexionar sobre nuestro actuar, la estructura y los riesgos que hemos asumido históricamente”, escribió Vicuña en la memoria publicada en mayo. Subrayaba: “Somos una empresa con alma, destinada a trascender en el tiempo y a dejar su huella en la sociedad”. En cinco meses, el panorama cambió. Hoy preparan todo para la liquidación.

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