Witch Hunt

Planvital
Fachada AFP Planvital. Foto Andres Perez

Las extodopoderosas AFP son las acusadas. Es un juicio concurrido. Cuando las AFP entran a la sala atestada se escuchan insultos. Se ven empequeñecidas. Irreconocibles.


Salem, Dreyfuss. McCarthy…famosas cazas de brujas. Son todas parecidas: imputaciones afiebradas ganan terreno hasta que la marea de sospecha invade todo. Hechos sin relación se transforman repentinamente en un perfecto rompecabezas. Luego, el "gran finale", un juicio injusto donde el rigor y la verdad no importan.

Asistimos a nuestro propio Witch Hunt. Las extodopoderosas AFP son las acusadas. Es un juicio concurrido. Cuando las AFP entran a la sala atestada se escuchan insultos. Se ven empequeñecidas. Irreconocibles. El abogado defensor toma la palabra:

"Señor juez, Las AFP, aquí presentes, son acusadas de muchos cargos. En primer lugar, serían responsables de las malas pensiones. En base a su mandato, su señoría, las acusadas tienen como único objetivo maximizar el retorno de las cotizaciones para un determinado nivel de riesgo. Cualquier observador informado reconocerá que el mandato se ha cumplido: 8% real anual es objetivamente bueno. Las pensiones bajas tienen que ver con falta de cotizaciones, que no es su responsabilidad." Comienzan las pifias. Un grupo despliega un gran cartel que dice: "Viva el Ente".

"Los acusadores, su señoría", levantó la voz el abogado, "exigen un sistema de Reparto. "Existe abrumadora evidencia que dadas las tendencias demográficas, estos son insostenibles y lo serán cada vez más". "Mentiroso ¡Vendido!", se oyó en la multitud.

"El gran mérito de las AFP , señor juez, es poner los fondos previsionales lejos del alcance de los políticos, que los gastan en pocos años, como pasó en Argentina, Polonia y Hungría. No es verdad, su señoría, que el caso de Myriam Olate es la mejor muestra de cómo el sistema estatal es hackeable mediante chanchullos y contubernios?", pronunció con fuerza el abogado, aprovechando un silencio que cruzó la sala cuando dijo "Olate".

"Alegan sus detractores que las AFP "secuestran los fondos" porque no pueden sacarse hasta la jubilación", prosiguió. "¡Hemos visto esta semana cómo en Perú se relajó esa regla y en sólo tres años el 40% de los que retiraron sus fondos ya se gastó todo! 100.000 familias de las que el Estado deberá hacerse cargo. Vendrán muchas más ¡." Un aplauso temeroso surgió, pero se apagó rápido.

"Se acusa a las AFP de de ser caras, sin entender cómo funcionan las comisiones, su señoría. Estas se cobran una vez, a la entrada, por mantener los fondos por un promedio de 20 años. Esto es barato comparado con otras formas de ahorro o fondos de pensiones, incluyendo el fondo canadiense ¡!" Buuuhh ¡! Ladrones, caraduras ¡! , se oyó gritar a la multitud.

"No es acaso injusta la acusación, su señoría, de "financiar a los ricos", cuando lo que se está buscando es invertir en proyectos buenos y rentables, haciendo socio a los aportantes de esos proyectos? ". El abogado elevó la voz poderosa por sobre la multitud. "Acaso no han sido esos ahorros los que han financiando carreteras, aeropuertos, malls y fábricas? Acaso no han sido quien más ha prestado al Estado de Chile, comprando sus bonos?, dijo casi sin escucharse entre los gritos.

"Nada de eso importa su señoría" dijo bajando la voz. "¡Si hasta inventan argumentos para explicar que, aunque los fondos sean de los trabajadores, es mejor no tener opciones y que todo debe ir al Ente!", remató. "Reconozcamos la realidad su señoría: Las AFP no son perfectas, pero sumando y restando han sido un gran aporte", concluyó el defensor, ya extenuado. "No+ AFP ¡ …No+ AFP ¡!" , contestó furiosa la turba.

El juez esperó un rato y pidió calma. Luego, llamó a uno de los querellantes, que usaba una polera que decía "Ni un peso más para las AFP". Lo invitó a la mesa y le ofreció un arreglo. Luego llamaron al Ente, que avanzó jubiloso entre la multitud. Las acusadas, incrédulas, entendieron que la verdad no importaba. Su suerte estaba sellada.

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