Argentina anuncia que comenzará a fabricar vacuna de la U. de Oxford, considerada la más avanzada del mundo para enfrentar el coronavirus

En una publicitada conferencia de prensa, y flanqueado por su ministro de Salud, Ginés González García y el intendente Fernando Espinoza, el presidente de Argentina Alberto Fernández anunció esta tarde que su país comenzará a fabricar junto a México la vacuna que desarrolla la U. de Oxford junto al laboratorio AstraZeneca.

Tras una reunión con representantes de la farmacéutica AstraZeneca, que tiene el acuerdo con Oxford, y de la biotecnológica mAbxience del Grupo INSUD, Fernández señaló que se producirán inicialmente 150 millones de dosis de la potencial vacuna contra el Covid-19.

“La producción latinoamericana va a estar a cargo de la Argentina y de México y eso va a permitir acceso oportuno y eficiente para todos los países de la región”, explicó Fernández.

Según el mandatario trasandino, eso le permitirá al país y a la región acceder a esta vacuna entre seis y 12 meses antes, “tiempo que no hubiésemos podido acceder sin este acuerdo”.

González García dijo que el gobierno de su país tendrá una pronta disponibilidad a la vacuna “a un precio accesible y transferencia de tecnología para poder hacerla acá”.

A través de un comunicado emitido por la Casa Rosada, el gobierno trasandino detalló que “la intención es abastecer a Argentina y a otros países de Latinoamérica a partir del primer semestre de 2021, sujeto a los resultados de los estudios Fase III y aprobaciones regulatorias. Se evalúa la posibilidad de producir millones de dosis adicionales a este acuerdo inicial”.

Asimismo, el mandatario aseguró que el costo de la vacuna sería de entre 3 o 4 dólares, lo que implica un “precio accesible” para América latina.

La vacuna “AZD1222″, desarrollada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca mostró ser segura y con signos de inducir respuestas inmunes, según los primeros resultados de ensayos clínicos publicados el mes pasado en la revista médica The Lancet.

Los resultados encontraron dos respuestas inmunes “fuertes”: la producción de anticuerpos y células T, que encuentran y atacan las células virales.

De acuerdo al estudio, se observó un aumento de cuatro veces en los anticuerpos contra la proteína del virus Sars-CoV-2 en el 95% de los participantes un mes después de la inyección.

La vacuna está desarrollada de una forma debilitada de un virus común -adenovirus-, modificado genéticamente para que no pueda crecer en humanos, incluyendo la proteína espiga del coronavirus. La idea es que, si la vacuna puede instruir a las células humanas para que produzcan esta proteína, el sistema humano puede aprender a reconocerla y protegerse mejor contra la infección.

Anteriormente, una investigación reveló que la vacuna experimental indujo la producción de anticuerpos en seis macacos rhesus. Se considera que estos monos son buenos indicadores de cómo podrían funcionar las drogas en los pacientes porque comparten la mayoría de sus genes con los humanos. Al exponer a los animales vacunados al coronavirus, no desarrollaron neumonía u otros problemas pulmonares.