Camilo Escalona, ex senador: "Aleuy tiñó de intolerancia el debate interno del Partido Socialista"

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Evidenciando el quiebre, el líder de la Nueva Izquierda critica la posición "mesiánica" de Mahmud Aleuy, su excompañero en esa tendencia socialista y actual candidato en una lista interna opositora. Visiblemente molesto, dice que la calificación de "insignificancia" que hizo Aleuy del PS es una "ofensa inadmisible".


En pocos días se dirime esta disputa. El próximo 26 de mayo, los socialistas elegirán entre Álvaro Elizalde y Maya Fernández para liderar la nueva directiva. También medirán fuerzas para el comité central, una instancia clave a la hora de ver quién es quién y cuánto pesa.

El proceso ha ido subiendo de temperatura. Recriminaciones cruzadas; reacomodo de lo que llaman "lotes" internos; quiebres y pasadas de cuenta han marcado la tensión de esta lucha interna. El telón de fondo es decidir el rumbo político de los socialistas en este período.

Camilo Escalona, líder histórico de la llamada Nueva Izquierda, está molesto. Su irritación tiene nombre y apellido: su antiguo aliado, Mahmud Aleuy, quien sostuvo en La Tercera que con la actual directiva "el PS ha pasado de la irrelevancia a la insignificancia".

¿Qué se está jugando el PS en esta elección? ¿Su destino político o es solo un choque de grupos internos?

El Partido Socialista se juega su confianza en sí mismo. Aquí está en juego que lo dirijan los que creen en él o los que consideran que es una fuerza insignificante.

En una perspectiva más de fondo, ¿efectivamente su partido cayó en la insignificancia?

Todo observador sensato sabe que el PS no cayó en la insignificancia. Puede tener menos importancia que la que tuvo en los años 90 en que fue una pieza clave. Pero no es insignificante. La democracia chilena no existiría sin el esfuerzo de la izquierda. No existiría. No tengamos tan mala memoria.

¿No es cierto que han perdido influencia, relevancia en el escenario político?

Los hechos son claros. Fue el PS el que logró que las fuerzas de oposición se definieran como tal. En 2018, cuando algunos querían declararse en apoyo crítico al Gobierno y otros querían ser oposición constructiva, nosotros empujamos una redefinición y eso se reflejó en el acuerdo por las presidencias de ambas cámaras en el Congreso. Así evitamos la concentración de poder de la derecha. En consecuencia, lo que dice Aleuy es una ofensa gratuita a los socialistas.

¿No es un dato objetivo que la oposición está fragmentada y que el PS no está cumpliendo un rol preponderante?

Ese es un razonamiento totalmente arbitrario. Hacer responsable al PS de las dificultades del conjunto de la oposición no se sostiene en su base argumental. Pero, además, la oposición -y esto lo he vivido de diferentes maneras- ha vivido una derrota. Y cuando hay una derrota, el duelo es largo.

Pero han tenido otras derrotas y lograron masticarlas y procesarlas más que ahora, ¿no?

No es así. Usted está mirando solo la elección presidencial en la que había una candidatura viable que era Michelle Bachelet. La existencia de esa opción atemperó los ánimos, pero no fue porque la oposición hubiese hecho un proceso introspectivo que la pudiera sacar del hoyo al que la llevó la derrota con la derecha. Eso se zanjó simplemente por la perspectiva de regresar al gobierno.

¿Quiere decir que la segunda candidatura de Bachelet los salvó de cruzar el trance de la derrota?

Sí pues. Entonces, no culpemos al PS de los males de toda la humanidad, porque no corresponde. No son situaciones comparables, pero yo viví la derrota del 73. El PS se hizo añicos con esa derrota. La tragedia fue tremenda. Sin darse cuenta, Pinochet generó un escenario en que la oposición se unió por el NO. Pero fueron muchísimos años en que la procesión fue por dentro.

¿Qué quiere decir con eso?

Que ninguno de estos fenómenos se resuelve de una semana para otra. Y los socialistas hemos tenido como norma de conducta evitar la disgregación de la oposición. Hacer todo lo posible para que las tendencias centrífugas que inevitablemente se desatan en época de derrotas, no se desataran.

¿Y lo han logrado ahora?

La actual conducción del PS lo ha conseguido en parte, no totalmente. Pero es completamente injusto acusarla de que no ha hecho el esfuerzo o decir que es insignificante. Si no hubiese sido por el socialismo, que actuó como factor de contención, no hubiese existido ninguna posibilidad de rehacer una perspectiva de oposición en nuestro país.

¿Será verdad, como sostienen algunos, que el PS perdió gravitación en el segundo gobierno de Bachelet? Que ahí se desdibujó la izquierda.

Ese debate no es para hacerlo hoy.

¿Por qué?

Por lo que ha hecho Aleuy. Porque él tiñó de intolerancia el debate interno.

¿En qué lo tiñó?

En hacer una descalificación a lo que nosotros somos como cuerpo político. ¿Ha visto qué dice el diccionario respecto a lo que es la insignificancia? Es la completa desautorización de un colectivo humano. Y él lo hizo ex profeso. La calificación de insignificancia que hace Aleuy es una descalificación total.

Aleuy dice algo parecido. Que le sorprenden las descalificaciones personales en las que usted ha incurrido con él.

No, no. Yo hice una afirmación política.

Pero usted sostuvo que él era un iluminado, algo parecido a un mesías...

Nunca he dicho que él sea un mesías. Yo dije que la posición de Aleuy es mesiánica. Y esa es una afirmación política que estoy en condiciones de sostener aquí y en la quebrada del ají.

A ver...

En la reunión en la que Aleuy se fue de la Nueva Izquierda nos dijo: "Me voy, pero no cruzaré a la vereda del frente". Bueno, en 48 horas ya estaba en la vereda del frente. Ya. No importa. Hoy sé que la palabra de las personas es más relativa… Pero en esa ocasión nos dijo: "Lamento la ceguera que existe en esta reunión". Yo lo interrumpí. "Eso no lo acepto", le dije. ¿Sabes por qué?

No.

Porque en esa reunión no éramos un grupo de ciegos y tuertos y un vidente. No, pues. Y cuando una persona piensa que todos los demás no ven, esa es claramente una posición mesiánica. Un mesías es aquel que considera que ve lo que los demás no ven.

¿Y qué es lo que Aleuy decía que veía y que ustedes no eran capaces de ver?

La insignificancia. Esa descalificación absoluta que él hace del socialismo como una corriente de ideas y como fuerza política. Porque él no está haciendo una descalificación a Álvaro Elizalde. Lo que está diciendo es que todos, como colectivo, somos un ente que ha perdido completamente su sentido de ser, su razón de existir.

Usted, Andrade, Aleuy, eran parte de la Nueva Izquierda y todos muy cercanos. ¿La ruptura se instaló ahora o venía de antes?

No. Este es un proceso mucho más largo. Ahora se explicitó una diferencia de fondo: que el socialismo, como corriente política, tiene un rol que jugar en la articulación de la oposición para derrotar a la derecha. Esa es nuestra posición. No descalificar al socialismo como un actor. Al descalificarnos, se va a buscar otro camino.

No es la primera vez que los socialistas tienen divergencias profundas. ¿Por qué ahora es tan áspero?

Porque al descalificar al partido se sembró la intolerancia. Esa es la raíz profunda de la agudización que ha tenido el debate interno. El trasfondo de lo que se está diciendo es que el socialismo, como fuerza política, no tiene razón de ser. No aceptamos esa afirmación. La consideramos inadmisible. Quizá Aleuy llegó a esa conclusión en su experiencia como funcionario de gobierno y se separó completamente de lo que nosotros somos.

Mahmud Aleuy dijo también que ustedes no acompañaron lo suficiente al segundo gobierno de Bachelet…

En el primer gobierno de Bachelet, yo era presidente del PS e impulsamos un acuerdo de todas las corrientes internas para sostener el gobierno. O sea, le dimos viabilidad al gobierno y uno de esos actores principales fue Elizalde.

¿Y en el segundo gobierno hicieron lo mismo los socialistas?

En el segundo gobierno, los socialistas fueron la base del apoyo de Bachelet. ¿Por qué ahora se pretende hacer olvidar que el apoyo de Isabel Allende fue esencial? ¿A título de qué Aleuy lo desconoce? ¿Con qué autoridad moral él desconoce el rol que jugó Isabel Allende?

Digamos que esta elección abrió un debate que estaba silenciado…

Yo creo que el problema es otro: es cómo nos comprendemos a nosotros mismos. Ese es un punto esencial. Nosotros creemos que somos una fuerza transformadora, cuyas raíces están en la historia y no parte de cero. No hacemos nuestra la teoría refundacional. Yo la entiendo en el Frente Amplio, que es una fuerza nueva. Pero no lo entiendo en un socialista que ha tenido cargos en todos los gobiernos democráticos desde el año 90 hasta la fecha. No lo puedo entender.

A su juicio, ¿hace falta una autocrítica de por qué perdieron?

¿Y quién sería el culpable? Es una caza de brujas.

Me refiero a que después de una derrota tan dura habrá algo por revisar, ¿o no es necesario?

Yo no me siento parte de los que van a colocar en el banquillo de los acusados. Pero evidentemente me pregunto: ¿A quién van a colocar en el banquillo? Ese es el problema. Dicen que en el PS no se ha asumido el conjunto de la derrota. Efectivamente, hay que darse el tiempo para analizarlo a fondo, pero hay que revisar el conjunto de todas las acciones sin excepción. Y, claro, después de analizar las causas vienen los apellidos de las personas…

¿Y usted cree que el PS no está preparado para un trance así?

Lo que pasa es que se andan buscando los culpables. Se les quiere poner apellidos. No es el estudio concienzudo de lo que se hizo mal y de lo que se hizo bien, sino del ajuste de cuentas. Y para eso yo no estoy disponible

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