El jardín japonés de Santiago que cuestiona la cultura de sus visitantes

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De los cerezos instalados cerca del Mapocho al recinto del Cerro San Cristobal, el recinto fue un espacio de recreación para la ciudadanía. Sin embargo, fue vulnerado, levantando el debate en torno al respeto de estos lugares.


La reapertura del Jardín Japonés del Parque Metropolitano trajo consigo una polémica por el comportamiento de los primeros visitantes quienes dañaron parte del mobiliario. En un video en su canal de Youtube el arquitecto Juan Manuel Gálvez, especialista en el tema, criticó la falta de respeto hacia el sentido del recinto. "Mucha gente se sacaba selfies y el jardín es un momento de contemplar el silencio, la naturaleza y hoy claramente no estaba. Tiene un sentido mucho más sagrado (...) Si yo voy a entrar, me tengo que comportar. Es como si voy a un hospital, no voy a hacer una fiesta, porque debo respetar", señaló.

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El recinto del Cerro San Cristóbal fue construido en 1978 por el arquitecto Tadashi Asahi. Años después fue remodelado con el apoyo financiero de la Cámara Chileno Japonesa de Comercio, lo que permitió su reinauguración en 1997 con la presencia del príncipe imperial japonés Hitachi. Abarca 3600 metros cuadrados y en su flora se cuentan especies como cerezos, flor de loto y azaleas.

Los primeros intentos de construir una floresta de inspiración nipona se remontan al primer tercio del siglo XX.  En 1926 un grupo de japoneses residentes en Chile envió una fina montura huasa como obsequio al nuevo emperador Hirohito, quien recién había llegado al trono. Encantado, el monarca envió de regalo 3000 cerezos sakura, los que fueron instalados en el costado sur del Río Mapocho, a la altura del actual Parque Balmaceda, que entonces se conocía como Parque Providencia. Se inauguró en 1930 con el nombre de Parque Japonés. Pronto, el lugar se convirtió en un atractivo para los paseos de la sociedad, la que aprovechaba su cercanía con el Parque Forestal.

Sin embargo, el lugar desapareció hacia la década de los 40'. El estallido de la Segunda Guerra Mundial colocó al gobierno chileno en la encrucijada de repetir la neutralidad que se había mantenido en el conflicto de 1914-1918 o posicionarse junto a los aliados, liderados por Estados Unidos, cuyos diplomáticos no escatimaban esfuerzos por convencer al gobierno del radical Juan Antonio Ríos de la amenaza nipona para los intereses del país en el Pacífico.

Finalmente en 1943 el mandatario tomó una decisión. Rompió relaciones con las potencias del Eje (que incluía a Japón), a lo que siguió la expulsión del cuerpo diplomático del país asiático. Como una fake news de la época, corrían los rumores de un ataque nipón a las costas chilenas, lo que contribuyó al clima de hostilidad contra los ciudadanos de ese país. En 1945 Chile declaró la guerra a Japón. En rigor, fue para integrarse a la ONU del lado de los vencedores.

Esa situación llevó al gobierno a cambiar el nombre del Parque Japonés a Parque Gran Bretaña, uno de los países vencedores de la conflagración. Los cerezos fueron abandonados por la indiferencia y pronto perecieron.  En 1949, el espacio fue remodelado y reinaugurado como Parque Balmaceda, con la estatua del ex gobernante donada por el escultor Samuel Román en su entrada.

Huellas de Japón en regiones

Además del jardín ubicado en el San Cristóbal, en La Serena se puede visitar el Parque Jardín del Corazón -Kokoro No Niwa en japonés- el que fue inaugurado en 1994 gracias a una alianza entre la Compañía Minera del Pacífico (actual CAP Minería) y la empresa japonesa Nippon Steel Company. El recinto fue diseñado por el arquitecto paisajista Akira Ohira y con sus 26 mil metros cuadrados es el parque de su tipo más grande de Sudamérica.

También hay un parque de ese tipo en Antofagasta. Se remonta a 1963, como una donación de la comunidad residente y fue remodelado en 2016 tras cuatro meses de trabajo como parte de las obras enmarcadas en el aniversario 137 de la "perla del norte".

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