Brian Boyd, biógrafo del autor de Lolita: "Nabokov se adelantó al #MeToo"

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Autor de una aplaudida biografía en dos volúmenes, el también académico de la Universidad de Auckland habla de la nueva edición de la novela más controvertida del autor ruso americano.


En noviembre de 1919, hace casi 100 años, Vladimir Nabokov salió de Rusia por primera y última vez. Como la mayoría de los emigrantes, el entonces joven autor pensaba que el régimen bolchevique acabaría pronto, aunque no fue así. De hecho, en 1977 el autor moriría en Montreux, Suiza, sin volver nunca más a su natal San Petersburgo.

Puede que entonces, con la salida de Nabokov rumbo a Crimea y luego a Inglaterra, se haya comenzado a gestar el primer autor global. Porque Vladimir Nabokov consiguió éxito en un idioma que no era el suyo, fue inmigrante la mayor parte de su vida y aún así nunca dejó de pensar en su patria y lengua pasadas. Es así como se volvió en el primero de una serie de autores (desde Samuel Beckett y Milan Kundera hasta Aleksandar Hemon y Jhumpa Lahiri) que hoy se consideran parte de la literatura global, esa que cruza y mezcla lenguas, geografías y culturas.

"Nabokov ciertamente pensó que la gran literatura era un asunto internacional, no nacional. Amaba a Shakespeare tanto como a Pushkin, y a Flaubert como a Tolstoi. Y su propia escritura, aunque siempre la dirigía a una audiencia inmediata (emigrantes rusos, hasta 1940, y estadounidenses, a partir de entonces), siempre tuvo en mente una audiencia global de buenos lectores tanto para entonces, ahora y en el futuro", dice Brian Boyd (Belfast, 1966), autor de Los años rusos y Los años americanos, dos gruesos volúmenes que conforman la biografía más completa de Vladimir Nabokov.

"Sin embargo, no era un escritor global en el sentido moderno: era eurocéntrico, o centrado en el Atlántico Norte. Conocía un poco de literatura persa, por ejemplo, y no confiaba en la literatura traducida, así que no sabía nada de gigantes como Machado de Assis o Tanizaki".

El éxito de Nabokov no solo se puede atribuir a su sensibilidad universal. Porque claro: si hoy recordamos al autor nacionalizado estadounidense es por Lolita.

Así, en medio de marchas feministas y el movimiento #MeToo, la obra de Nabokov ha resurgido como punto de discusión. Y en medio de todo esto Anagrama, editorial de la novela en el mercado hispanoamericano, decidió darle una vuelta de tuerca al clásico: reeditaron Lolita con otra portada, esta vez sin sexualizar a Dolores Haze, la chica que apenas tiene 12 años y termina como acompañante del erudito pedófilo Humbert Humbert.

"La gente debería leer Lolita porque es una de las novelas más grandes y cautivantes jamás escritas. Es cierto que trata de pedofilia, pero también de todo lo demás: por ejemplo, la libertad humana; la magnificencia y las limitaciones de la conciencia y lo consciente; lo que el amor debería ser y lo que no es; lo irrecuperable del pasado, la insaciabilidad del presente, la imprevisibilidad del futuro; los espacios abiertos y lo horrible del confinamiento; el terrible alcance de la diferencia humana, en Humbert, y el tierno triunfo de la normalidad humana en Lolita", dice Boyd desde Nueva Zelandia, donde es académico de la Universidad de Auckland. "Ninguna otra novela es tan perturbadora y estimulante, tan trágica y cómica, casi al mismo tiempo".

-¿Cómo se puede leer a Lolita en estos tiempos de #MeToo?

-Nabokov se adelantó al #MeToo. Mostró cómo los hombres con poder, como Humbert, y la fama, como Quilty, pueden aprovecharse mientras la oportunidad y la connivencia lo permitan. Lolita es un libro que hierve de tanto horror y manipulación. La novela expuso los prejuicios y privilegios omnipresentes de la época, la suposición generalizada de que el deseo masculino significa derecho masculino, algo expuesto incluso en críticos supuestamente sensibles como los novelistas y académicos Robertson Davies y Lionel Trilling.

-Recientemente Anagrama cambió las portadas de los libros de Nabokov; y en el caso de Lolita se pasó de una niña chupando una paleta a una niña atravesada por la llave de una caja musical.

-Me parece un bienvenido e imaginativo cambio de una imagen fácil y ya demasiado familiar, como sucede con portadas anteriores de esta novela. Pero Lolita es un libro complejo. El personaje de Lolita es un agente consciente del deseo y, como suele ser el caso de la pedofilia, también una víctima. La terapeuta brasileña de abuso sexual Lucía Williams, al igual que otros terapeutas profesionales, cree que Lolita ofrece información sin precedentes sobre la pedofilia, precisamente porque no simplifica.

-¿Qué haría Nabokov con el régimen de Putin? Nabokov era antiautoritario (a su manera, ya que apoyaba a Nixon), pero aún así criticaba un populismo que hoy parece estar de vuelta. Y es un populismo que usa las mismas herramientas que Humbert Humbert, aunque las palabras del narrador de Lolita son astutamente hermosas, claro, y ciertos líderes actuales utilizan un lenguaje más bien básico y nostálgico a la hora de distorsionar la realidad.

-¿Qué podemos hacer cualquiera de nosotros con el régimen de Putin? Nabokov dijo: "La democracia es lo mejor de la humanidad, no porque pensemos que una república es mejor que un rey y un rey es mejor que nada y nada es mejor que un dictador, sino porque es la condición natural de todo hombre, ya que la mente humana se hizo consciente no solo del mundo sino de sí misma. Moralmente, la democracia es invencible". Pero políticamente, como el presente nos sigue recordando, la democracia puede ser terriblemente vulnerada por aquellos que de forma escalofriante y espeluznante consiguen el poder.

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