Mulán en el ojo del huracán: desde su controvertido rodaje a su tibio estreno en China

La nueva película de Disney debutó en salas chinas con números por debajo de las expectativas, mientras siguen los coletazos por haber filmado algunas escenas en Xinjiang, donde se ha denunciado hay detenciones arbitrarias contra una etnia musulmana. La misma zona a la que la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los DD.HH., Michelle Bachelet, hoy señaló que está evaluando "las condiciones de una posible visita".


Luego de dominar sin contrapeso la taquilla de 2019 con apuestas seguras como El rey león y Avengers: Endgame, Disney distribuía para este año buena parte de sus fichas en Mulán. Pero 2020 tenía preparado una seguidilla de contratiempos para la nueva versión de la cinta animada, primero con demoras en su debut, luego con un inédito salto al streaming y finalmente con la divulgación de controversias previas ligadas a la producción.

Dirigida por la neozelandesa Niki Caro, la película se grabó entre su país natal y China en 2018 con un presupuesto de US$ 200 millones, rodeada muy tempranamente por comentarios que advertían una reinterpretación de la leyenda de la guerrera china y, en efecto, cambios importantes respecto a la versión original: sin la inclusión de canciones, con una mayor apuesta por la acción y con la ausencia de Mushu, el recordado dragón rojo que acompañaba a la protagonista en el filme de 1998.

Nada de eso parece demasiado grave comparado con las revelaciones surgidas a partir del estreno de la cinta. Según especifican los créditos de la película, parte del rodaje se realizó en Xinjiang, una región en la que diversos informes indican se cometerían violaciones a los derechos humanos en contra de la minoría étnica uigur, en su mayor parte musulmana. La población local es ubicada en lo que el régimen chino llama “centros de reeducación voluntaria” y las políticas irían desde prohibición de practicar su religión a esterilizaciones forzadas y abortos.

Una situación que ahora salpica al cine, pero que lleva tiempo concitando la atención de autoridades internacionales, alerta ante las acusaciones de exdetenidos que detallan tortura y trato inhumano. La misma Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, planteó hoy su preocupación por “el impacto de sus políticas en los derechos humanos”, detallando que mantiene diálogo con el gobierno chino. “He estado discutiendo con las autoridades las condiciones de una posible visita a Xinjiang cuando las condiciones sean propicias”, señaló la expresidenta en la 45 sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.

Respecto en específico a la responsabilidad de Disney en filmar en esa zona, el viernes un grupo de congresistas demócratas y republicanos envió una carta al director ejecutivo de la compañía, Bob Chapek, solicitando directamente explicaciones. “La aparente cooperación de Disney con los funcionarios de la República Popular China (RPC), que son los principales responsables de cometer atrocidades, o de encubrir esos crímenes, es profundamente inquietante”, escribieron en la misiva.

Un debut tibio

Mientras los llamados a boicotear Mulán se han multiplicado, la película se encuentra disponible en dos formatos. La apuesta de la compañía fue por el streaming en aquellos países donde está operativa la plataforma Disney+, mediante un pago que varía según el lugar pero que es más elevado que un arriendo o compra digital convencional (US$ 29,99 en Estados Unidos).

La única cifra que se ha liberado sobre su desempeño digital corresponde a Samba TV, que mide el consumo a través de televisores Smart TV. Esta informó que 1,12 millones de suscriptores pagaron por ver el filme en su primer fin de semana en EE.UU. Números que equivaldrían a cerca de US$ 33,5 millones, pero que resultan difíciles de analizar en la actualidad en la industria, por lo inédito del tipo de lanzamiento y el contexto.

Sin embargo, la compañía se encontraría satisfecha. “Estamos muy contentos con lo que vimos”, indicó la directora financiera de Disney, Christine McCarthy, en una conferencia de inversionistas el miércoles. La misma ejecutiva reconoció la complejidad en torno a la polémica de haber rodado en Xinjiang, expresando que “nos ha generado muchos problemas”.

En esas agitadas circunstancias el filme llegó a los cines de China, consiguiendo una recaudación por debajo de las expectativas: US$ 23 millones entre viernes y domingo, lejos del monto alcanzado en agosto por la épica local The eight hundred en su primer fin de semana, US$ 69 millones.

En medio de la pandemia, todas las cifras parecen verse distorsionadas (Warner Bros. derechamente optó por no seguir detallando los números de Tenet en salas de EE.UU.), pero si se considera a Mulán como el mayor guiño de Hollywood a China –un elenco con Jet Li y otros actores de raíces asiáticas– y que los cines de ese país son los que han podido retomar el funcionamiento con mayor normalidad, el balance es al menos decepcionante.

En cualquier caso, el panorama que ha enfrentado la película ha sido permanentemente cuesta arriba. La primera señal de alerta la dieron las declaraciones de su protagonista, la actriz chino-estadounidense Liu Yifei, que en agosto de 2019 brindó su apoyo a la policía de Hong Kong, frente a las protestas surgidas en ese país a favor de la democracia.

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