Super pop: Andy Warhol y el retrato de Marilyn que podría romper todos los récords

Shot sage blue Marilyn, cuadro de Andy Warhol que será parte de la subasta de Christie's
Shot sage blue Marilyn (1964), cuadro de Andy Warhol que será subastado mañana por Christie's

Puede ser un acontecimiento histórico: la casa de subastas Christie’s pone a la venta mañana en Nueva York uno de los retratos más icónicos del artista pop, Shot Sage Blue Marilyn. Con un precio de salida de US$ 200 millones, supera el valor más alto pagado por un Picasso. Según expertos, podría incluso convertirse en la obra más cara de la historia.


Los retratos de Marilyn estaban en el suelo, apoyados contra la pared, uno tras otro. Dorothy Podber, una provocadora artista de la performance, entró a The Factory, el estudio de Andy Warhol en Manhattan, con Carmen Miranda, su gran danés. Era el otoño de 1964 y por el estudio de Warhol desfilaban músicos, artistas, cineastas. Amiga de un fotógrafo del artista, ella le preguntó si podía “disparar” sobre las obras. Claro, dijo Warhol, pensando que quería fotografiarlas. Vestida completamente de negro, Podber demostró su lado salvaje: metió la mano en su cartera y sacó un arma. Apuntó primero a Andy, luego giró y disparó al retrato de Marilyn: la bala atravesó las cuatro telas.

Andy Warhol le prohibió el ingreso para siempre a Dorothy Podber, restauró las obras y las tituló Shot Marilyns. Son cuatro serigrafías que reproducen un fotograma de la estrella de Hollywood en la película Niágara, con fondos de distintos colores.

Nacido en Pittsburgh en 1928, Warhol pintó por primera vez a Marilyn Monroe en 1962, poco después de su muerte y cuando él luchaba por abrirse paso en la escena neoyorquina. “Marilyn Monroe se convirtió en su Gioconda, en el retrato más famoso inmortalizado por Warhol”, dice su biógrafo, Jean-Noël Liaut.

Fotografía promocional de Marilyn Monroe para la película Niágara. La imagen fue utilizada por Andy Warhol para la creación de su serie inspirada en la actriz
Fotografía promocional de Marilyn Monroe para la película Niágara. La imagen fue utilizada por Andy Warhol para la creación de su serie inspirada en la actriz

El artista realizó numerosas obras sobre Marilyn, pero la serie de 1964 destaca entre todas por la sofisticada técnica que utilizó y por la historia que la rodea como una leyenda. Si bien las cuatro serigrafías son consideradas obras maestras, “podría decirse que Shot Sage Blue Marilyn es la mejor de ellas”, dice el marchante y experto en Warhol, Richard Polsky.

Desde hace una semana, la imagen de Shot Sage Blue Marilyn se proyecta a escala de gigantografía en el frontis del Rockefeller Center. Es parte de la estrategia de marketing de la casa de subastas Christie’s, que mañana pondrá a la venta la obra como un acontecimiento del mercado del arte. La subasta ha despertado enorme interés y podría alcanzar contornos históricos: Christie’s fijó un precio de salida de US$ 200 millones, lo que la convertiría en la obra más cara del siglo XX, superando a Picasso, y algunos expertos estiman que esa es solo la cifra de partida: eventualmente, el cuadro podría duplicar ese monto y acaso arrebatarle el título de la obra más cara de la historia a Salvator Mundi, atribuida a Leonardo Da Vinci y subastada en US$ 450 millones en 2015.

“Marilyn es la más icónica de las imágenes de Warhol y abarca por completo su obsesión por la fama, la belleza, el glamour y la muerte”, dice a La Tercera Patrick Moore, director del Museo Warhol de Pittsburgh. “Marilyn es una línea que va desde las primeras grandes pinturas de la década de 1960 hasta las posteriores ediciones impresas y series de la década de 1970, donde Warhol volvió una vez más a Marilyn, transformando y destruyendo su imagen”, agrega.

Para Alex Rotter, presidente de Christie’s, “Marilyn de Andy Warhol es el pináculo absoluto del pop estadounidense y la promesa del sueño americano que encapsula optimismo, fragilidad, celebridad e iconografía a la vez”. Especialista en arte contemporáneo, Rotter se aventura a equiparar la serigrafía de Warhol con íconos de la historia del arte, como El Nacimiento de Venus, de Botticelli; la Mona Lisa, de Da Vinci, y Las señoritas de Avignon, de Picasso.

Hasta ahora el precio más alto pagado por un artista del siglo XX lo conserva Picasso: en 2016 Christie’s vendió Las mujeres de Alger (1955) en US$ 179 millones. Pero todo apunta a que el pintor malagueño perderá ese título. Es más, hay quienes sostienen que Warhol es el nuevo Picasso.

“La comparación con Picasso es absolutamente correcta, no sólo por el valor de su obra, sino también por su influencia en la historia del arte”, dice Patrick Moore. “Diría que Warhol y Picasso son los dos artistas que con más éxito han creado un personaje público y han hecho de ese personaje una parte integral de su práctica artística. En la era de las redes sociales, los artistas que crean personalidades convincentes parecen estar muy en sintonía con la cultura contemporánea”.

Fama y talento

“Warhol es ahora el dios del arte contemporáneo”, anotaba hace unos años The Economist. En las últimas décadas, la obra del artista de la peluca blanca ha multiplicado su valor comercial y se ha consagrado su lugar en la historia del arte y el alcance de su influencia. Hoy sería difícil imaginar el trabajo de Basquiat o Damien Hirst sin la obra de Warhol.

Pero no siempre fue así. A inicios de los 60 el chico de Pittsburgh estaba desesperado por hacerse notar. Veía con celos el éxito de sus compañeros de generación, Jasper Johns y Robert Rauschenberg. Ambos eran representados por la galería de Leo Castelli en Nueva York y Warhol soñaba con unirse a ellos. Castelli había incorporado también a Roy Lichtenstein y sentía que el trabajo de Andy era demasiado similar.

En su estudio, Warhol había comenzado una serie de obras basadas en personajes de cómic, como Popeye y Superman. Pero en febrero de 1962 recibió un fuerte golpe anímico: Lichtenstein lograba la admiración general con una muestra de pinturas basada en cómics. Warhol comprendió que no podía exhibir las suyas; debía buscar otro camino.

Por entonces, Andy Warhol aún trabajaba como ilustrador en las revistas Vogue y Harper’s Bazaar. Entre las páginas de esas revistas descubrió un nuevo material: los anuncios publicitarios. De ese modo pintó una botella de Coca-Cola de casi dos metros y una serie de 32 latas de sopa Campbell. “Warhol había intuido que aquellas imágenes, en sí mismas de una gran banalidad y ligadas a la realidad cotidiana menos prestigiosa, adquirían una fuerza singular si se presentaban aisladas, sacadas de su contexto y reproducidas a la escala de un cuadro”, dice su biógrafo.

"Díptico Marilyn", (1962), de Andy Warhol. Serigrafía sobre lienzo (301,56 × 144,8 cm) en el Tate Modern
"Díptico Marilyn", (1962), de Andy Warhol. Serigrafía sobre lienzo (301,56 × 144,8 cm) en el Tate Modern

Después de muchos esfuerzos y otros tantos rechazos (llegó a exponer en la vitrina de una tienda de ropa), tuvo su primera oportunidad en Los Ángeles, donde mostró pinturas de billetes de dólar y las latas de sopa. La muestra tuvo publicidad y una avalancha de críticas que lo acusaban de vulgaridad y frivolidad.

Pero encontró admiradores, entre ellos Eleanor Ward, dueña de Stable Gallery, quien le ofreció su primera muestra individual en Nueva York. La exposición se inauguró el 6 de noviembre de 1962 y fue un acontecimiento. En ella exhibió la botella de Coca-Cola, las latas de sopa, un retrato de Elvis y una serie de obras sobre Marilyn Monroe que cautivaron al público, entre ellos a Leo Castelli. En la muestra había un conjunto de pequeños retratos y una Gold Marilyn, un lienzo pintado en oro que hoy se encuentra en el MoMA.

“Ningún cuadro como el retrato de Marilyn Monroe por Andy Warhol ha sido jamás tan reapropiado, tan reinterpretado en todas las formas posibles”, dice Jean-Noël Liaut. Según él, Andy Warhol encontró en la figura de Marilyn un símbolo que lo representaba: “Encarnaba todo aquello que a él lo fascinaba desde la infancia: la belleza, el talento, la fama, una vida tumultuosa, amantes numerosos y un final trágico”.

De entre todas las Marilyn que produjo en serie, las de 1964 son las únicas realizadas en una técnica más refinada, que tomaba más tiempo y gracias a su historia lograron un aura especial.

En 1989, la Shot Red Marilyn fue subastada en US$ 4 millones y una década después la Orange Marilyn recaudó US$ 17 millones en una subasta. Para 2007 el precio se había disparado: el coleccionista de Chicago Stefan Edlis vendió la Turquoise Marilyn en US$ 80 millones.

El más icónico

El salto de Warhol a la liga mayor de grandes precios ocurrió en 2008, cuando Eight Elvises se vendió en US$ 100 millones. Y en 2013 su obra Silver car crash (double disaster) movió los límites: fue subastada en 105 millones de dólares.

Si bien ese es el mayor precio que se ha pagado por Warhol en subasta pública, en 2018 Orange Marilyn volvió a transarse en una venta privada. Se desconoce el monto preciso, pero en el mercado se habla de US$ 240 millones. Si hubiera sido una operación pública, tal vez alcanzaba un precio superior. “En ese momento se habló de que, sin duda, superaría los 300 millones de dólares”, dijo Brett Gorvy, socio fundador de la galería LGDR.

En la última década, Warhol ha estado entre los artistas que más dinero generan en subastas. Si bien en 2021, año pandémico, recaudó un total de US$ 347 millones, alcanzó US$ 500 y US$ 600 millones entre 2014 y 2015.

Hoy el artista vuelve a encantar a sus admiradores y la subasta ha despertado un renovado interés. ¿A qué responde? “El museo ha estado particularmente activo en los últimos años con importantes exposiciones itinerantes a nivel mundial, todas las cuales han recibido una amplia atención del público”, dice su director. “Además, la serie de Netflix The Warhol Diaries ha sido un fenómeno. Pero, al final del día, se trata de tener la imagen más icónica del artista más icónico”.

No son muchas las fortunas en condiciones de participar en la subasta, pero “quienquiera que compre el Sage Blue Marilyn, se volverá mundialmente famoso de la noche a la mañana”, dijo Richard Polsky a Vanity Fair. En sus cálculos, la obra podría perfectamente alcanzar los US$ 500 millones.

¿Es su real valor de mercado o se trata de una burbuja que en algún momento estallará?

“Warhol no muestra signos de desaceleración y, de hecho, hay partes de su mercado que siguen infravaloradas”, asegura Patrick Moore. “Sus últimas pinturas, que hemos estado mostrando con frecuencia en los últimos tiempos, son bastante extraordinarias con sus imágenes católicas y su sensación de fatalidad que creemos que está relacionada con la crisis del sida. Del mismo modo, los hermosos dibujos de Warhol siguen siendo una ganga. Así que predigo un crecimiento para Warhol tanto en términos del mercado comercial como de su reputación artística”.

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