Brian Wilson: el genio de los Beach Boys según la música chilena
El fallecido músico, dejó una huella en una amplia variedad de músicos locales; de Álvaro Henríquez a Francis Durán, pasando por Karla Grunewaldt, Pedropiedra, Alejandro Gómez, Gonzalo Planet, Acacia y Carlos Corales. Todos rememoran a Culto sus historias junto a la música de los Beach Boys y las claves del aporte de Wilson.

Fue un momento que nunca olvidó. Si el músico chileno Álvaro Henríquez habitualmente debe firmar discos y saludar a los fans, una noche en Londres el rol se invirtió. Esa vez, él esperó con paciencia para estrechar la mano a uno de sus héroes, el recién fallecido Brian Wilson, el genio de los Beach Boys.
Ocurrió en 2004, cuando Wilson salió a la carretera con la gira en que reinterpretó Smile, el disco inconcluso de 1967, con el que pretendía subir el listón tras el monumental Pet Sounds (1966). Henríquez, se las arregló para asistir al show. “Lo vi en Manchester y dos veces en Londres -dice a Culto-. Fue ahí que lo conocí, estaba firmando discos y me acerqué. Me presenté le dije que era de Chile, en Sudamérica y que me gustaba mucho su canción South América, ahí enganchamos. Charlamos brevemente y fue uno de los momentos más importantes de mi vida musical. Estar con el creador de God only knows y Good vibrations y estrechar su mano fue un momentazo”.
El hombre de Los Tres, tiene muy vivo el momento en que conoció la música de la banda californiana. “La primera canción que escuché fue I get around y quedé fascinado, luego Don’t worry baby y de ahí en adelante no paré de escucharlos”, recuerda. Asimismo, menciona sus discos favoritos en la obra de los Beach Boys. “Smile y Pet Sounds son obras maestras. En mi disco solista [2004] se puede apreciar la influencia de Brian Wilson. Su música no morirá jamás”.
Henríquez hace referencia a canciones como Vida o muerte o Recién cansado, de su título de 2004, donde fluye claramente la sombra creativa del californiano.

Autor de un catálogo de pop refinado y ambicioso, Wilson, fallecido el pasado miércoles 11 de junio, fue uno de los músicos claves del siglo XX. En el adiós, Sean Ono, el hijo del Beatle John Lennon, lo llamó, sin exagerar, “nuestro Mozart americano”. Su obra es sorprendentemente transversal, con canciones de vocación masiva y a la vez sostenidas en estructuras armónicas complejas, en un equilibrio que pocos han logrado. Asimismo, destacó como productor, llevando a otro nivel las ideas que había patentado Phil Spector, creando sonidos nuevos a partir de la superposición de instrumentos diferentes.
El talento de Wilson llamó la atención del músico de Los Bunkers, Francisco Durán. Recuerda la irrupción de Surfin’ USA en una escena de la película Aventuras de un lobo adolescente (1985). “Hay una escena donde el hombre lobo baila arriba de una camioneta”, dice a Culto. El cine lo hizo llegar a otra canción del grupo, la alegre y playera Kokomo, en la banda sonora de la película Cocktail (1988), aunque en esa no participó Brian Wilson.
Pero la primera vez que tomó consciencia del trabajo de Brian fue años más tarde. “En mi adolescencia compré una recopilación que era 20 grandes éxitos de los Beach Boys, que traía una muy buena selección de canciones. Recuerdo haber conectado mucho con God only knows, Heroes and villains, que me voló la cabeza, y con un cover que hacían de Phil Spector, Then I kissed her (incluida en Summer Days, 1965)”.
Para el músico penquista, hoy en plena gira acústica junto a la banda, el aporte de Brian Wilson, se da en su labor como autor. “Creo que es un compositor de canciones muy puro, y tiene una manera de expresar el amor que es muy inocente y al mismo tiempo profunda, creo que siempre tuvo esa combinación al escribir esta California idílica”, apunta.

Durán también destaca el empeño de Wilson por ir más allá de lo que le ofrecía el estudio. “Como productor es de los primeros en tener una voz propia. En los años sesenta, el público recién se estaba acostumbrando a la figura de compositor e intérprete, gracias a Dylan y los Beatles, y él era compositor, intérprete y arreglista; esa figura del artista productor, realmente no se consolidó hasta finales de los 60 cuando uno cachaba que Sly producía sus propios discos, junto a la Family Stone, o Marvin Gaye que producía sus propias cosas. Esa figura era algo muy nuevo para la época y eso le dio una libertad al momento de ocupar el estudio como instrumento, lo que le permitió crear un sonido, que finalmente forma como una marca. Todos los que han trabajado en un disco saben a qué se refiere cuando alguien dice hagámoslo más Brian Wilson, más Beach Boys, no solo las voces, sino la manera de combinar los sonidos, los timbres, ocupar el estudio como un lienzo finalmente”.
Entre toda la discografía trabajada por Wilson, hay un disco que a Francis le llama la atención: Today! (1965), un álbum que tiene temas como When I grow up (to be a man), Help me, Rhonda, y una cara B cargada de baladas como Please let me wonder o She knows me too well. “Me gusta mucho la profundidad que ya había agarrado, ya había cierta complejidad en los arreglos, ya tenía el control de lo que estaba pasando en el estudio, pero al ser un paso anterior a Pet Sounds, tiene todavía esa inocencia juvenil de los primeros discos, me gusta ese equilibrio; el primer lado es más juvenil y el segundo lado es muy melancólico, ahí se dan pistas de lo que venía”.
El cantautor Pedropiedra conoció a los Beach Boys casi de rebote. “Mi hermano mayor recibió un cassette de regalo de cumpleaños, 20 Golden Greats y no lo pescó nada -dice a Culto-. Lo agarré yo y lo escuché mucho, pero sólo las canciones del lado 1. Ese fue mi primer acercamiento, las más conocidas de la primera etapa. La canción que más me llamó la atención fue California Girls. Uno cierra los ojos y realmente puede ver el mar”.
Compositor de una discografía desplegada en 6 discos, Pedropiedra destaca los rasgos musicales más importantes de la obra de Wilson. “El dominio de la armonía, del ritmo, de la forma, la orquestación, la producción, y encima toda esa maestría combinada con visión y originalidad…lo tenía todo. Para buscarle la quinta pata al gato se podría decir que le costaba un poco más el tema de las letras, para cubrir ahí tuvo que buscar colaboradores”.

El autor de Vacaciones en el más allá, tiene un favorito a la hora de elegir un disco. “Partiendo de la base que no hay disco alguno -de ningún artista- que se pueda decir que es “mejor” que Pet Sounds, me gusta más escuchar Today! (1965) donde está el germen de la explosión que vendría después, pero sonando más crudo y directo”.
El músico y periodista Gonzalo Planet, también integrante de la banda Matorral, conoció la obra de los Beach Boys al escuchar I get around de niño, pero la canción que lo remeció, fue Good vibrations, el sencillo de 1966 en que Wilson muestra su arrojo mezclando armonías vocales, el insondable sonido de theremin y un coro pegadizo. “Fue un impacto, es bien indescriptible lo que transmiten todos esos contrapuntos vocales en apariencia simples pero tan complejos. ¿Habré escuchado ahí por primera vez un theremin?”.
Planet, asimismo, traza algunas claves del trabajo de Wilson. “Es pop de alta creatividad y brillante sofisticación melódica y armónica, que duda cabe, pero lo inquietante es el excepcional mapa mental en la construcción sonora de las canciones, tan desarrollado y sobresaliente en todos sus planos. Quizá demasiado como para mantener la cordura”.
Y aunque menciona a Pet Sounds como su obra cumbre, hay otro disco que escuchó mucho junto a su banda. “Cuando grabamos el disco Resonancia en la zona central (2007) con Matorral, escuchamos mucho el álbum Friends (1968) de los Beach Boys, sonaba de manera constante en medio de las sesiones, es uno de mis favoritos por los hermosos climas que logra generar”.
Por su lado, Alejandro Gómez Sepúlveda, cantante y guitarrista en las bandas Solar y Alamedas, es un conocido melómano. Llegó a la obra de los Beach Boys por la voz de otro. “Fue por la versión que David Lee Roth hizo de California girls y que me encantó desde aquella primera vez. Alcancé a grabarla en un cassette que tenía dispuesto en un minicomponente esperando grabarla desde el comienzo hasta que lo conseguí -dice a Culto-. Luego conocería la versión original pero como estaba acostumbrado a la del vocalista de Van Halen, la prefería hasta que entré en razón”.

Otra canción que lo sacudió hasta la médula, fue God only knows, la inmortal balada que abre la cara B de Pet Sounds y que Wilson escribió en apenas 45 minutos. “Cuando la escuché por primera vez, algo en esa canción me hizo estallar en un llanto entre melancolía y emoción. A veces me pilla de imprevisto y suele sacarme un lagrimón hasta hoy en día”, admite.
Habitual estudioso de los secretos que esconden las canciones, Gómez encontró una serie de claves musicales en la obra de Wilson. “Me costó años entender por qué sonaban así esos acordes y armonías hasta que descubrí, entre estudiando y aprendiendo de otros músicos, sobre la inversión de acordes. Donde pones el bajo del acorde está la clave. No siempre tiene que ser la fundamental. Fue como un instante eureka para mi. Se volvió una suerte de capricho y durante un tiempo trataba de convencer a mis compañeros y sonidistas, de dejar el bajo como el último instrumento para grabar y no el primero junto a la batería. No siempre lo conseguí. De cualquier manera es una llave para experimentar. Eso es lo que Brian Wilson perfecciónó. Ese espíritu experimental y dejarse sorprender en ese mandala armónico lleno de sorpresas”.
Y aunque la referencia más obvia puede ser Pet Sounds, a Gómez le llamaron la atención otros discos de los Beach Boys, incluso algunos en la era en que Brian Wilson estaba semiretirado por su estado de salud. “Me gusta Smiley Smile (1967) porque fue el primero que encontré en una oferta en la Feria del Disco en una edición de dos álbumes en un sólo disco compacto, que también traía Wild Honey (1967). También Surf’s Up (1971), otro destacado (Feel Flows un temazo) y ya más adulto me enganché con L.A. Light Álbum (1979)”.
El guitarrista Carlos Corales, fundador de Aguaturbia y autor de la afamada instrumental Te quiero, recuerda su riff favorito en la obra de los Beach Boys. “El que más me recuerdo de ellos, es el de Surfin’ USA, también me gustaba California Girls, era todo en esa onda surf, competían con los que hacían temas instrumentales, pero ellos lo hacían con las voces cantadas”.
Aunque vivió en Estados Unidos, a fines de los sesenta, donde pudo ver en el escenario a leyendas de la talla de Jimi Hendrix y Elvis, no vio al grupo tocar en esos años. “Ellos trabajaban más en California, en la costa oeste. No tuvimos la posibilidad de verlos, nosotros buscábamos otro sonido más de guitarra y batería que un grupo vocal, pero lo que hicieron tiene su valor”.

En las nuevas generaciones de artistas chilenos también hay una mirada a la obra de Wilson. Ahí está la cantautora Karla Grunewaldt, cultora de un pop dramático y etéreo, que esta temporada debutó en Lollapalooza. “Descubrí la música de los Beach Boys porque mi abuelo me los presentó, él es un apasionado por la música y tiene una enorme biblioteca musical. Luego por mi parte me entró la curiosidad artística y el deseo de seguir explorando los clásicos que marcaron épocas. La primera canción que realmente me encantó fue su hit God only knows. Hay algo en su armonía casi celestial y esa mezcla de dulzura con melancolía que me cautivó. Sentí que estaba escuchando algo que no solo era bello, también con una letra vulnerable y humana”.
Habitual oyente de discos, a Grunewaldt la remeció el talento casi sobrenatural de Wilson. “Lo que más me impacta es su capacidad de traducir emociones complejas en estructuras musicales aparentemente sencillas y que pueden llegar a un público masivo. La forma en que construye armonías vocales corales, los cambios inesperados de acordes, y esa constante búsqueda de belleza sin miedo al dolor, me conmueven. También admiro su sensibilidad orquestal: cómo incorpora sonidos del mundo cotidiano como vientos y campanas. Es como si su música habitara un limbo entre lo terrenal y lo mágico y eso es algo que siempre busco en la música que me inspira”.

A la artista también le llama la atención el fundamental Pet Sounds. “Siento que es más que un disco: es una confesión íntima disfrazada de armonías perfectas. Hay algo muy honesto en esa obra, como si Brian hubiera abierto su corazón por completo, sin importar lo que pensaran los demás. Me inspira mucho su vulnerabilidad y su deseo de innovar sin perder la conexión con el alma. Creo que como artista, todos soñamos con crear algo así alguna vez, algo que sea tan personal y universal a la vez”.
Para Acacia, el alias de Patricio Guzmán, cantante y guitarrista de la banda indie El Significado de las Flores, la obra de Wilson es la un músico valiente y precursor de géneros posteriores, como el emo.
Su canción favorita es I Just Wasn’t Made for These Times, uno de los cortes recónditos de Pet Sounds “En el tiempo en que podía seguir haciendo lo mismo que la industria musical y sellos discográficos esperaban que él hiciera en ese momento, él miró fuera de la zona de confort y aspiró a hacer un sonido más complejo sin despegarse de las melodías pop, además de hablar desde lo emocional, lo triste y nostálgico en Pet Sounds, básicamente dando los primeros pasos para lo que después sería el género emo”.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
4.