Por Felipe RetamalCandelabro, la revelación del rock chileno 2025: “Queremos que nuestra música suene en la micro, en la feria, donde sea”
Lejos de la espiritualidad abstracta, la banda chilena Candelabro propone en Deseo, carne y voluntad un ambicioso disco de rock conceptual, marcado por la calle, la duda sobre Dios y la identidad local. La banda recibe a Culto en su sala de ensayo para revisar un trabajo que reúne rock, poesía y fe y que hoy concentra elogios de la crítica musical.

Fue la impresión. Un hombre en situación de calle, cruzando la Alameda completamente desnudo, llamó la atención del joven músico y estudiante de pedagogía, Matías Ávila. “Estaba en un paseo, una salida pedagógica con un quinto básico al Planetario de la USACH. Y antes de salir del metro me di cuenta que había un caballero en situación de calle, en pelota, cruzando”, dice a Culto. “No me choqueó, pero la sensación de exponer a un quinto básico a eso fue súper heavy. Lo evité a toda costa. Y ese día el curso se portó más o menos”.
Remecido por la experiencia, apenas regresó al colegio, Matías ubicó un piano que dispone el establecimiento. Se sentó y ahí escribió la base musical de Pecado. “Es la única canción en mi vida que he compuesto desde el piano”, cuenta a Culto.
La letra del tema, que trazó días después durante un viaje en el recorrido 514, recoge parte de esa vivencia. “Dios está perdido en una calle de Estación Central”, dice en una línea, a tono con el eje espiritual que cruza el material que Ávila trazó junto a la banda Candelabro en el álbum Deseo, carne y voluntad, probablemente el disco chileno más celebrado de la temporada. Un texto, a medio camino entre la lírica y la observación cotidiana, que recoge influencias de las poesía prosaica. “Me gusta mucho Nicanor Parra y creo que él y Armando Uribe me influenciaron harto”, dice Ávila. También hay referencias a Elvira Hernández, Gabriela Mistral y Humberto Maturana.

Se trata del segundo álbum del septeto, que con su alineación actual toca desde 2023. Un disco de 14 temas y una hora y cuarto de duración, que ha sido destacado por la crítica, incluso con notas en portales internacionales. Este año ocupó el primer lugar de los discos del 2025 de Rate Your Music y en general ha llamado la atención por su osada propuesta musical; sus canciones mezclan influencias rockeras nacionales y foráneas, con cambios de cifras de compás, diversidad de ritmos e instrumentación que incluye hasta saxofón (soprano y alto). Una mezcla ambiciosa que puede sonar a funk, punk rock, jazz y rock progresivo a la vez.

Candelabro funciona como una fuerza colectiva. Habitualmente las bandas cuentan con 3 o 4 integrantes, pero en su caso son siete; Matías Ávila en voz y guitarra; Javiera Donoso, en la voz; Carlos Muñoz en bajo eléctrico (“El Claudio Parra del grupo”, como lo presentan); Luis Ayala en guitarra; Franco Arriagada en batería; María Lobos en sintetizador y saxo alto (la última en sumarse a la banda); y Nahuel Alavaria en saxo soprano y sintetizador. Una alineación que al grupo le hace sentido. “Está plenamente justificado, es un desafío igual, pero lo pasamos bien”, dice Ávila.
Al estilo de un disco conceptual de los setenta, Deseo, carne y voluntad está cruzado por un interés en la espiritualidad. Una idea que Ávila planteó al grupo tras un ensayo, en una sala que ocupaban por entonces cerca de Cal y Canto. “La verdad es que fue bastante más orgánico que otra cosa. Salió en una conversación después después de ensayar. La verdad es que un día llegó a nosotros el tema y como que a todos los chiquillos les pareció más o menos un buen camino, tal vez algunos más escépticos que otros, pero al final del día como que las canciones se iban armando y el resultado nos terminó por convencer a todos. Tiene que ver con historias personales, la de mi papá, que pasó por un cáncer de estómago del que salió victorioso gracias a Dios, pero ahí hay un vuelco también, a esa duda, esa intriga de qué es Dios, qué es Chile, qué es el país, quiénes somos nosotros dentro de todo este juego”.

Las dos primeras canciones que trabajaron para el álbum fueron Angel (una oración musicalizada por Ávila para un trabajo de la Universidad y luego presentó al grupo) y Prisión de carne. Desde ese punto comenzaron a desarrollar las composiciones tocando juntos en la sala de ensayo, a diferencia del álbum debut, Ahora o nunca (2023), trabajado principalmente en pandemia y con el grupo recién tomando rodaje. Ambiciosos, sus nuevas canciones rebosan en quiebres sorpresivos, arreglos imaginativos y rítmicas intrincadas (el riff de Domingo de ramos, está en un irregular 9/8). “El Mati llega con el esqueleto de la canción -dice Luis Ayala-. Y a medida que vamos tocando, cada quien va proponiendo, ahí metemos cortes, un cambio de cifra, un cambio de tempo. Se va proponiendo sobre la marcha”.
El grupo arrancó el proceso de grabación en abril pasado, entre varios estudios de Santiago, como Niebla. Asimismo, lograron financiar sesiones en Estudios del Sur, uno de los mejores del país, gracias a un crowdfunding en el que los fans aportaron dinero. Allí registraron batería, guitarras, bajo, saxos y parte de las voces. En la banda reconocen que aquel empuje fue clave. “Al final fue como un Kickstarter, porque con eso se pudo empezar a grabar”, dice Javiera Donoso. Para los músicos, trabajar allí fue toda una experiencia. “Hay tantas cosas ahí que uno se marea. Nosotros estuvimos todos un día probando guitarras, cada uno tenía una sala, el Mati con una sala para las guitarras, el Carlos una sala para los bajos”, dice Luis Ayala.

La presencia de los saxos, es un sonido que cruza el disco, no solo como acompañamiento, sino que con algunos detalles. El instrumento lo abordan entre María Lobos y Nahuel Alavaria, quien es alumno de Jaime Atenas, de Congreso. “Nosotros fuimos escuchando esa música”, apunta Ávila, quien sobre la misma, agrega otra referencia clave. “El Futuro se fue, de Jorge González, es un disco fundamental para abrir grietas, es un disco súper doloroso y autodestructivo. La canción Cuánto aguanta un niño fue clave en [la canción] Pecado, ahí hay una referencia a esa canción”.
Los arreglos de vientos fueron trabajados por el bajista Carlos Muñoz, quien cuenta con estudios de música. Para encararlos, la referencia fue mucho más oscura. “Escucho mucho son cubano -cuenta-. Ahí escucho harto los arreglos de vientos, de ahí los saco, pero los saco muy sueltos”. También hubo espacio para la sorpresa, con los guiños al himno nacional en Domingo de ramos, todo debido a que Nahuel Alavaria lo suele tocar en el saxofón, casi de broma, pero notaron que calzaba en la canción. “Esa fue una idea que tuvimos que llevar hasta el final -dice Matías Ávila-. Porque nosotros estábamos de acuerdo, pero la gente que estaba grabando nos miraba así como: ¿de verdad lo van a hacer? Sí, lo vamos a hacer, y quedó. Siento que es uno de los elementos que se destacan mucho en la canción”.

La portada del álbum, con un cordero que luce una corona de alambre de púas (en alusión a una corona de espinas) y una estrella de 7 puntas (por cada uno de los integrantes), fue diseñada con pluma y papel bond por Javiera Donoso, la encargada del trabajo gráfico de la banda. “La idea del cordero primero estaba situada dentro de una escena, en que no era el protagonista. Después estuve boceteando y les gustó mucho la idea del cordero solo y de ahí me lancé a dibujar”.

A pesar de las buenas críticas y el reconocimiento que han logrado, para el grupo la situación no ha variado demasiado. “Si bien hemos tenido reconocimiento, el otro día nos eligieron disco del año en CityLab, en el día a día seguimos ensayando en el mismo lugar, seguimos haciendo lo mismo de siempre, no lo dimensionamos tanto”, dice Javiera Donoso.
Las buenas críticas les han permitido al grupo salir de Chile y presentar su música en Argentina y en México. Una sorpresa total pues algunos de los músicos nunca habían viajado fuera del país y para el próximo año ya preparan una gira nacional, y nuevas salidas al extranjero, a España. Por ahora, el grupo disfruta el momento, aunque todavía con algo de sorpresa.

-¿Aspiran a que su música sea transversal? Algo como lo que generan Los Tres o Los Bunkers, por ejemplo…
MA: Ese es el horizonte, yo creo. Ser recordado y ser valorado acá en Chile. Y sobre todo que sean canciones que puedan sonar, en una micro, en una casa, en la feria, donde sea, pero en Chile.
JD: Y también en un rango etario, últimamente nos ha llegado comentarios de gente mayor a nosotros, mucho mayor a nosotros, como de la edad de nuestros papás, por ejemplo. Y eso es súper valorable, como que uno siente que lo logra al final. Entre tanto comentario de que el rock está muerto y que la música no es la misma, es refrescante sentir que alguien de la edad de tus viejos te dice que le gusta tu música y que la escucha genuinamente.
-¿Cómo ven en sus familias el impulso que ha tenido el grupo?
LA: Yo creo que hay hitos que resuenan mucho más para la familia de cada uno. Me acuerdo mucho del momento en que le conté a mi mamá que iba a tocar en el Lolla, fue como ‘ah, les está yendo bien’. No es como que nunca hayamos tenido apoyo, por mi parte, yo siempre tengo el apoyo de mi mamá, sobre todo, pero un reconocimiento lindo. Sirve para que se acreciente aún más esta confianza de las familias en uno, porque esta labor de repente suele ser vista y sugerida como un hobby.
JD: Me pasó que entré a la U y estábamos recién como con el Ahora o nunca, era como ya, esto es como un hobby y lo otro es la universidad, y ahora tienes que dedicarle 50 y 50 a la U y a Candelabro, te ven con esa responsabilidad, y yo creo que ha pasado con todos que la familia le toma el peso. Por algo le dedicamos tantas horas al final del día.

-Este año Rosalía lanzó Lux, un álbum igualmente cruzado por lo espiritual, ¿les han comentado esa comparación?
MA: Yo siento que lo de Rosalía también tiene una búsqueda de Dios en otros países, en otro lenguaje. Y yo siento que el disco de nosotros tiene que ver mucho más con el territorio que habitamos, donde es mucho más chileno. Desde sus referencias textuales a las letras, hasta los compases, la instrumentación. Entonces, creo que son superficialmente lo mismo, pero extremadamente distintos también.
JD: A mí no me gustó, me cargó.

COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
Plan digital + LT Beneficios por 3 meses
Navidad con buen periodismo, descuentos y experiencias🎄$3.990/mes SUSCRÍBETE

















