“Era una persona de teatro”: Héctor Noguera y su impronta clave en las tablas chilenas
Conocido a nivel masivo por las teleseries, el fallecido actor fue antes un nombre importante en el desarrollo del teatro local. Su trabajo en el Teatro UC, en el Aleph y en Teatro Camino dejó una huella como director, actor y formador. En las palabras de Ramón Núñez y Néstor Cantillana, recordamos una faceta clave en su carrera.

Fue en los días de adolescencia, cuando el joven Ramón Núñez, vio por primera vez en las tablas a Héctor Noguera. “Yo estaba en el [Internado Nacional] Barros Arana cuando nos llevaban a ver teatro al experimental de la Universidad de Chile, en el Antonio Varas y al teatro de ensayo de la Universidad Católica, ahí en el Camilo Enríquez", dice el señero actor y director teatral chileno al teléfono con Culto.
“Ahí vi a Tito [Noguera] por primera vez en obras como Deja que los perros ladren, !Esta señorita Trini!, en fin, en muchas obras", agrega Núñez. Tiempo después, Núñez comenzó su formación dramática. Ahí se cruzó con el recién fallecido actor. “Entré a la Academia de Arte Dramático y ahí el Tito fue profesor mío. Luego actuamos juntos en la versión original de La pérgola de las flores (1960), yo haciendo de un mozo. Más adelante ya me convertí en actor, me contrataron en el elenco oficial del teatro y seguimos una carrera juntos".

Conocido a nivel masivo por su participación en teleseries, Héctor Noguera fue antes uno de los nombres clave en el teatro chileno. No solo por participar en hitos clave, como integrar el elenco original de La Pérgola de las Flores (donde interpretó a Carlucho), también participó en el Teatro de Ensayo UC y hacia los años setenta se hizo un nombre como un respetado actor teatral, en montajes como Hamlet (1979) y Casa de Muñecas (1980).
“Tito Noguera fue una figura fundamental en la historia de los teatros universitarios a partir de los años 50 en adelante”, dice Ramón Núñez. Con los años consolidó un vínculo personal y profesional con el actor. “Hemos hecho cientos, a lo mejor, de obras juntos con el Tito en la que me dirigió, yo lo dirigí y actuamos juntos. Obras señeras como El burgués gentil hombre o El rey Lear de Shakespeare donde él hacía el rol del rey y yo hacía el bufón”, agrega.
De todos los trabajos juntos, hubo una obra que Núñez recuerda con particular cariño; Theo y Vicente cegados por el sol (1990), una adaptación y dirección de Alfredo Castro, que aborda la compleja relación entre los hermanos Van Gogh. “Era una maravilla de obra, de interpretación y puesta en escena -recuerda- Utilizamos nuestras propias vivencias porque nos queríamos como hermanos. Tito no solo fue un colega mío arriba del escenario o actor. Éramos camaradas, colegas y muy amigos”.

También fue en el escenario, donde el entonces adolescente Néstor Cantillana, quedó deslumbrado por Noguera. “Yo estaba en tercero medio en el Liceo de hombres de Curicó y él fue con una lectura dramatizada que hizo durante años de La vida es sueño -dice a Culto-. Él leía e interpretaba todos los personajes. Y era una cosa tan simple, tan sencilla, pero tan profunda y era tan evidente que no lo movía una cosa económica, sino que lo movía una certeza profunda de que era importante que gente joven, como yo en ese momento, como estudiante de la enseñanza media leyéramos, escucháramos ese texto".
Los años en teatro formaron a Noguera. De allí a mantuvo una distancia inicial a participar en telenovelas. “Sentía que la televisión me distaría de mi objetivo principal y no me parecían muy interesantes los temas, no me parecía muy interesante el medio. Había mucha resistencia de los actores a participar en las telenovelas, pero poco a poco fueron ganando terreno, fueron ganándose a los actores”, dijo en entrevista para el libro Pantalla viva, de las autoras Carmen Rodríguez y Soledad Gutiérrez.
Poco a poco, Héctor Noguera se integró a producciones dramáticas como Matrimonio de papel o Semidiós, en Canal 13. En el mismo libro comentó que no le resultó fácil y que tenía sentimientos encontrados: “Tenía la sensación que yo debería estar en el teatro y no en la telenovela, pero poco a poco eso fue cambiando porque las teleseries adquirieron gran importancia y fue creciendo la calidad de los textos, de los libretos”.
Mientras comenzaba a hacerse un rostro familiar en la televisión, el actor tuvo un vínculo con la formación teatral. Fue maestro del grupo aficionado y experimental El Aleph (en la década de los 70), también participó en la Compañía Escuela Teatro Q (1983-1992), una instancia de formación y creación teatral gratuita. También expandió ese interés hacia los talleres que trabajó en el Teatro Camino, su sala en la Comunidad Ecológica de Peñalolén.

“Hay ahí una parte del Tito que tiene que ver con el trabajo social también, del teatro, de acercar el teatro a la comunidad, todo lo que hizo con el Teatro Camino. Lo más conocido son las teleseries y todo ese mundo, pero el Tito realmente era una persona de teatro”, apunta Néstor Cantillana.
Noguera trabajó en teatro hasta el final de sus días. Este año estuvo en las tablas, con la obra Caballo de Feria, coescrita con Ignacio Massa, en el Teatro Camino. Antes, en marzo, integró el elenco de Es por Amor, el musical de Rock Latino en Teatro Municipal de Las Condes y también se presentó con la obra No me deje hablando solo, escrita y dirigida por Rodrigo Bastidas, en la que compartió con Coca Guazzini y Jaime Vadell.
Cantillana, quien además compartió con Noguera en telenovelas como Pampa Ilusión (2001), recuerda la mayor enseñanza del fallecido actor. “Lo que más me conmovió del Tito y lo que yo creo que va a ser un gran legado para muchas generaciones es su ética de trabajo, su mirada, su forma de enseñar sin dar clases, sino simplemente con su forma de enfrentar el trabajo colectivo. Creo que eso es lo que, yo por lo menos, voy a recordar siempre y creo que todos los que tuvimos la suerte de trabajar con él sentimos eso”.
En el adiós, Ramón Núñez recuerda a Noguera en el plano de la amistad. “Era de esas amistades que uno deja de verse durante dos años y no pasa nada. Nos juntamos de nuevo y tomamos el tema donde lo habíamos dejado un par de años atrás. Por supuesto que tuvimos peleas, porque no hay ninguna buena amistad que no se preste de haber tenido una pelea, pero las peleas eran por cosas íntimas de tipo actoral, histriónico, teatral, de estilo, de género. Nunca nada personal”.
“Estoy triste, pero esta es una muerte anunciada, como dijo García Márquez. Estoy triste, no es el mejor día de mi vida”, remata.
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