“¿Dónde está la ternura? ¿En el que la recibe o en el que la da? ¿Es un ideal o reclama un cuerpo? ¿Está del lado de la felicidad o de la tristeza?“, se pregunta la ensayista Paz López en las páginas de este iluminador libro. Sabiendo que es un asunto imposible de reducir a fórmulas o ideas fijas, la autora se adentra de todos modos, con lucidez y delicadeza, en posibles respuestas.

En la docena de ensayos que integran Pánico y ternura , la fragilidad que nos constituye y los espantos que a menudo comporta el mundo son los disparadores de una meditación que encuentra en la recuperación de ciertos afectos una manera de resistir mejor, siempre junto a otros, las complejidades de vivir.

Rememorando episodios de infancia, pensando en historias como las de Georges Perec, Nick Cave o Francesca Woodman y desentrañando como semióloga salvaje ciertos signos de la época, Paz López logra hacernos parte de un pensamiento para el que la ternura “aparece bajo la forma de un deseo, una imaginación: empezar de nuevo, aprender a mirar las cosas como cuando abrimos por primera vez los ojos”.

Sobre el libro comenta la destacada escritora Alia Trabucco Zerán: “Una escritura sutil, inteligente, implicada, intensa y profundamente placentera […] en las frases abiertas y sugerentes de Pánico y Ternura, una y otra vez hallé el germen de una imagen o el brote de una idea que me disparó la imaginación y el pensamiento".

Por su lado, la sicoanalista Constanza Michelson afirma: “La condición de la ternura es reconocer la fragilidad mutua. Ese reconocimiento afloja las defensas y abre la posibilidad de un lazo distinto. De ahí se deriva, naturalmente, una ética del cuidado; especialmente valiosa en un mundo que se rige por lógicas opuestas: la autosuficiencia, la competencia y la explotación”.