
Varinia Brodsky, directora del MNBA: “La mirada de los museos no puede ser sesgada por cuestiones políticas”
Conmemorando sus 145 años de existencia, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) prepara una exposición que relata cómo se fue conformando la colección de la institución, con cerca de 320 obras, predominantemente de artistas chilenos. En charla con Culto, su directora destaca el rol del organismo como un centro para repensar la historia del arte, aborda el record de visitas que acaba de registrar la entidad y cómo ve la intervención de Donald Trump en los museos Smithsionan.

Por estos días, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) se apresta a conmemorar sus 145 años de vida. Inaugurado el 18 de septiembre de 1880, su primera ubicación fue en las dependencias del antiguo edificio del Congreso Nacional, donde funcionó de manera precaria. Fue en septiembre de 1910 -en el marco del centenario de la República-, en que se entregó el actual Palacio Bellas Artes, en el Parque Forestal, donde se mantiene hasta hoy.
Para conmemorar estos 145 años, se prepara una nueva exposición que abarcará todo el segundo piso del edificio. Se trata de una selección de alrededor de 320 obras que datan desde el siglo XV hasta la actualidad. De esta manera, la idea es presentar cerca del 5% del acervo institucional, con piezas realizadas por artistas nacionales y extranjeros, aunque rescata preferentemente el trabajo chileno. Entre otras, los y las visitantes podrán encontrar piezas clásicas como las de Alberto Valenzuela Llanos o Rebeca Matte, luego nombres de la medianía del siglo XX como Roberto Matta, Mario Carreño o Carmen Silva, e incorporaciones del siglo XXI, que incluyen la fotografía y el videoarte. En el fondo, la muestra explica cómo se fue formando la valiosa colección del MNBA, que en total suma cerca de 6.000 piezas.
Esta muestra llamada 145 años. Historias de una Colección es lo que mantiene ocupada por estos días a Varinia Brodsky Zimmermann (47), la directora del MNBA. En una fría mañana recibe a Culto en las dependencias del museo. Con ella recorremos la exposición, pasando por escaleras, marcos y otros objetos que denotan el proceso de montaje.

“Esta exposición conmemora los 145 años del museo y lo que quisimos hacer es un recorrido por la construcción de la colección, entonces la llamamos Historias de una colección. Se invitó al equipo completo del museo a proponer una lectura y revisión de las distintas incorporaciones de obras, desde 1880 -la fecha de su fundación- hasta hoy. Otra cosa relevante, dentro de lo que a mí me convoca, es poder proponer un nuevo guión curatorial para la muestra permanente de la colección que abarca todo el segundo piso".
Entiendo que es una muestra predominantemente chilena
Sí. En la exposición vamos a ir viendo en qué momentos y a través de qué mecanismos ciertas obras o conjuntos de obras han sido incorporadas a la colección. Por ejemplo, la colección de Vicente Huidobro de arte africano. También hay una colección de arte japonés y un conjunto de obras surrealistas que yo creo van a impactar a mucha gente.
¿Hay un deseo de rescatar el material correspondiente a la historia de arte chileno?
No específicamente. Te diría que uno de los sellos que queremos proponer con esta exposición es justamente que la historia del arte no es unívoca, por eso la mencionamos en plural como historias. Esta es una mirada crítica que trabajamos en el museo desde hace tiempo y que en el fondo pretende establecer nuevas miradas, nuevas lecturas y proponer nuevas narrativas de lo que es el arte. Un ejemplo de ello ha sido la incorporación de una línea de género. Entonces, para este museo y nuestro equipo, la historia del arte nacional no es una sola historia, queremos escapar de la historia oficial y dar distintas perspectivas de cómo se puede hacer una lectura de esta colección y su crecimiento.

De hecho, se podrán ver obras de Rebeca Matte, Gracia Barrios, Cecilia Vicuña y Carmen Silva, ¿hay un deseo de relevar el trabajo de las artistas mujeres?
Al hacer un recorrido de la colección, uno va a poder darse cuenta de cuáles han sido esos patrones que se han seguido en el tiempo hasta hoy. A pesar de que la colección del museo tiene alrededor de un 11 o 12% de mujeres, en esta muestra hay más de un 18%. Evidentemente, quisiéramos que fuese mucho más. Pero si queremos relatar la historia de cómo se ha ido construyendo la colección no podemos obviar ese dato, porque a nivel histórico las mujeres están poco presentes en la colección del museo. Por ello, en la última parte de este recorrido incorporamos un pequeño espacio donde vamos a exhibir un grupo de mujeres de distintas generaciones, con distinto nivel de relevancia, que hoy día están incorporadas en la colección del museo.
¿Cree que eso está cambiando?, ¿hay una mayor visualización de las mujeres en el arte?
Sí, está cambiando decididamente. Es una corriente global que empuja para que se haga esta relectura y se empiece a hacer justicia hacia un mundo más equitativo. No sólo en el arte, también en la ciencia, en el deporte, en muchos espacios de pensamiento, inclusive desde los liderazgos. Hoy día si pensamos las instituciones culturales en Chile, la mayor parte de las direcciones son lideradas por mujeres. Eso habla de un cambio de mirada y de paradigma.
Y, ¿cómo ha sido para usted estar a cargo de este museo siendo mujer?
Llegar a la dirección del Museo Nacional de Bellas Artes tiene un “nivel de representatividad”. A lo largo de la historia de este museo han habido solamente tres directoras mujeres: dos de ellas en dictadura y la tercera soy yo, lo cual por supuesto que conlleva una responsabilidad. Tanto en un liderazgo interno, de gestión de equipo, de proponer líneas de trabajo bajo la mirada que una pudiese proyectar, pero también desde lo que significa establecer un nuevo liderazgo desde el rol público. En ese sentido, no solo tiene que ver con exhibir más artistas, sino también dar mayor visibilidad a teóricas, curadoras, gestoras, etc. Además de abrir otro tipo de prácticas que pertenecen mucho más a las mujeres, como por ejemplo el arte textil, los colectivos, etc. Este museo tiene principalmente un equipo de trabajadoras, casi el 70%, lo cual repercute en una manera de abordar las labores en el día a día. De cómo nos relacionamos, de cómo nos juntamos, cómo solucionamos los problemas.

Últimamente hay muestras como la de Monvoisin o la de Matta que son arte de registro más clásico y otras como la de Janet Toro o la reciente Cosmonación que son más contemporáneas y tienen materiales diferentes a los tradicionales. ¿Es una directriz de su gestión combinar ambas miradas?
Sí, de todos modos. Un museo es un espacio de articulaciones, de diálogo, de encuentro, con lo cual me parece muy interesante que exista esa diversidad de lenguaje, de prácticas artísticas y de temporalidades, porque se generan tensiones. Es muy importante porque este es un museo público, que le pertenece a la ciudadanía en su totalidad, con lo cual, al entrar al museo, todas las personas deben verse en algún punto identificadas.
Este año, el museo recibió más de 500 mil visitas, marcando un record histórico. ¿Cómo se lo toma?
Lo vivimos, lo experimentamos. Está todo el día lleno de gente, vienen muchísimos colegios y eso es muy motivador y te diría que muy emocionante verlo, constatarlo en terreno. Creo que en esto influyen varias cosas. Uno, que el museo está precioso, está recién restaurado, hay propuestas museográficas que hemos incorporado como espacios que invitan a quedarse a los visitantes, por ejemplo las mesas en que se pueden revisar los catálogos del museo. Estamos día a día intentando mejorar la experiencia de las personas que ingresan al museo en términos de información, de cómo pueden recorrer, de cómo pueden quedarse, disfrutar, etc. Además, yo creo que hay un factor que tenemos que terminar de estudiar que es la cantidad de gente joven que está ingresando. Es mayoritariamente nuestro público, con lo cual ahí hay un fenómeno que es tremendamente esperanzador.
¿Por qué?
Porque ante el mito de que a las personas no les interesa el arte, la cultura y no visitan los museos, creo que este es un ejemplo que lo erradica. Por eso también hemos puesto exposiciones como la de Roberto Matta, porque consideramos que esas obras deben estar en acceso público de forma permanente. Las personas tienen el derecho de conocer su patrimonio y esas obras son muy relevantes. Yo creo que la diversidad de oferta programática conlleva a que exista un flujo de públicos de diversa índole. Eso sumado a que el acceso es gratuito.

A propósito de la muestra de Matta, ¿Se ha estudiado la idea de tener muestras permanentes como se hace en los museos del mundo?
El museo ha ido trabajando a través de muestras de colecciones que duran alrededor de dos años. La colección del Museo es una colección que tiene casi 6.000 obras. En esta muestra, Historias de una Colección, estamos exhibiendo una cantidad de obras que alcanza alrededor de un 5% de la colección. Es decir, si queremos conocer nuestro patrimonio de forma permanente en algún momento ese recambio temporal se produce, porque siempre van a quedar obras en depósito, y esa es una realidad de este museo en consideración a su espacio.
¿Han habido ideas para ampliar el espacio del museo?
Yo, y esto ya es un tema más personal, sueño con ver museos de arte en todas las regiones de Chile. Sería fantástico que el Museo Nacional de Bellas Artes como museo público del Estado pudiese tener antenas o sedes más pequeñas donde pudiese instalar su colección y sus propuestas programáticas en distintos lugares del país.

En otro ámbito, ¿cómo ve el futuro del Museo?
Como un museo permanente, lleno de vida. Yo espero que cada vez más la ciudadanía lo sienta como propio. De alguna manera convertir este museo en una plaza pública. Creo que es un museo que tiene que seguir trabajando y tener una proyección de acuerdo al crecimiento de su patrimonio. Ser más inclusivo, que pueda resolver deudas, por ejemplo, el acceso universal. Y también espero ver un museo que pueda incorporar el uso de las tecnologías para generar experiencias transversales, eso es algo que está ocurriendo en muchos museos en el mundo, y aquí en Chile yo creo que estamos un poquito atrasados en eso.
El MNBA es un museo público. ¿Tiene temor a que un eventual gobierno de ultraderecha recorte fondos?, ¿se ha preparado para esa eventualidad?
No. Yo confío en que la instalación de los museos en el sentido de su aporte a la cultura, al patrimonio y como espacios democráticos, se mantenga. O sea, no dudaría que un organismo como el Museo Nacional de Bellas Artes siga haciendo su labor con una proyección de desarrollo y crecimiento. Tengo la confianza en que hemos logrado instalar la importancia de la existencia de estas instituciones.
¿Qué piensa de la intervención de Donald Trump en los museos Smithsionan?, ¿hasta dónde un presidente puede intervenir en el relato de un museo?
Yo creo fehacientemente que los museos tienen un rol de transversalidad democrática, de poder hablarle a las diversidades de públicos y esa mirada no puede ser sesgada por cuestiones políticas. Son espacios que deben mantenerse de forma permanente, abiertos, y que también puedan generar conocimiento, proponer contenidos y trabajar sobre la base de que aquí se genera pensamiento crítico y queremos sociedades que puedan reflexionar. En ese sentido, los museos son vitales para ello.
La muestra 145 años. Historias de una Colección se inaugura el próximo martes 9 de septiembre a las 18.00 hrs. Quedará de manera permanente en el MNBA con una temporalidad mínima de dos años.
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