Elecciones presidenciales en Siria: Assad va por la reelección pese al rechazo de Occidente

Bashar Assad saluda a sus partidarios en un colegio electoral durante las elecciones presidenciales en la ciudad de Douma, cerca de Damasco. Foto: AP

Tras 21 años en el poder y una década de conflicto armado, el mandatario sirio, Bashar Assad, estaba ad portas de ganar su cuarto mandato consecutivo tras los comicios realizados este miércoles. Estaría preparando la sucesión de su hijo de 18 años para 2028.


Más de 18 millones de sirios estaban llamados para acudir este miércoles a las urnas en unas elecciones presidenciales que tanto los candidatos de oposición y los países occidentales tildaron de “fraude”, y por las cuales Bashar Assad buscaba asegurar su cuarto mandato consecutivo, que lo mantendrá en el poder por otros siete años.

El mandatario sirio emitió su voto en Douma, en las afueras de Damasco, un exbastión rebelde que quedó de rodillas después del presunto ataque con armas químicas ordenado por el Ejecutivo en abril de 2018, que dejó más de 40 muertos. La zona fue utilizada ahora como símbolo de la “normalidad” del país.

Como Estado no nos preocupan en absoluto las declaraciones (extranjeras). El valor de sus opiniones es cero”, señaló Assad tras sufragar ante los cuestionamientos de la comunidad internacional sobre la legitimidad de los comicios. El mandatario votó acompañado por su esposa, Asma Assad, y un grupo de seguidores que gritaba su nombre.

Automóviles con banderas nacionales sirias cerca de un cartel con la cara de Assad, durante las elecciones presidenciales del país, en Damasco. Foto: Reuters

Los 12 mil colegios habilitados en el país para los comicios amanecieron rodeados de carteles del oficialismo y la agencia estatal SANA celebró la “alta participación electoral”, que obligó a extender la jornada de votación hasta la medianoche. Según Al Jazeera, muchos de los votantes, incluidos estudiantes, denunciaron ser obligados a emitir su voto ante amenazas de violencia física o confiscación de documentos por parte del “mujabarat”, la policía secreta siria.

Bashar Assad, un oftalmólogo de 55 años, llegó al poder en el 2000 tras la muerte de su padre, Hafez Assad, quien gobernó por 30 años, después de un golpe de Estado en 1970. Aunque inicialmente Bashar no era el “elegido” para el reemplazo “monárquico”, debió asumir la tarea debido a la repentina muerte de su hermano Basel Assad. Sin embargo, el médico sirio tenía 34 años, seis años menos que la edad mínima permitida para ser candidato presidencial, lo que fue solucionado mediante un decreto que cambió la Constitución del país.

Tras 21 años en el poder, el mandatario del Baaz centró su campaña en la premisa “Esperanza a través del trabajo”, que promovió la creación de empleos en medio de una profunda crisis económica que golpea a la nación, con cortes sostenidos de energía eléctrica y una inflación desatada, especialmente por las sanciones internacionales. La ONU estima que más de un 80% de la población vive bajo el umbral de la pobreza.

Acusaciones de votación “ilegítima”

En las papeletas, Assad disputaba el cargo contra dos candidatos de oposición, el exministro de Estado de Asuntos Parlamentarios del Partido Socialista Unionista (SUP), Abdullah Salloum Abdullah, y el jefe del partido Unión Democrática Árabe Socialista (DASU), Mahmoud Ahmad Marei. Ambos fueron aprobados previamente por el gobierno tras un sistema de filtros que dejó a otros 48 aspirantes a la presidencia, incluidas siete mujeres, fuera de los comicios.

Un sirio muestra su voto favorable al Presidente Bashar Assad que está marcado con sangre, en un colegio electoral en Damasco. Foto: AFP

Entre los obstáculos que instauró el gobierno para los postulantes al sillón presidencial aparece la necesidad de apoyos en el Parlamento, controlado por el oficialista Baaz, y una exigencia de haber vivido en el país en los últimos 10 años, lo que eliminó a las cartas presidenciales que están en el exilio. A esto se suma que las elecciones solo se llevaron a cabo en las zonas controladas por el Ejército sirio, que representa dos tercios del país, y que deja fuera a los territorios del noreste, controlado por las fuerzas kurdas y el bastión yihadista de Idlib.

En medio de una guerra de más de una década, que ha dejado 388 mil fallecidos y uno de los mayores éxodos, con casi seis millones de refugiados, cualquier paso puede ser identificado como amenaza. Por esto, después de que los sirios emiten su voto tienen la “opción”, según el diario español El Mundo, de antes de depositar el sobre en las urnas, hacer público su voto o mantenerlo en privado. La mayoría opta por mostrar su opción para despejar cualquier duda que pueda enfrentarlos al gobierno de Assad.

La Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) aseguró que los comicios eran una “farsa”, ya que “el régimen de Assad perdió la legitimidad al adoptar una solución militar ante la revolución popular”. Por esto, el organismo envió 75 cartas a países para que expresaran su rechazo al “golpe contra el proceso político y el camino internacional” tras las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Una mujer siria emite su voto en un colegio electoral, en Damasco. Foto: AFP

Las elecciones solo contaron con la supervisión internacional de las delegaciones de los países aliados a Assad: Irán, Rusia y Bielorrusia. En tanto, los cancilleres de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia señalaron en un comunicado en conjunto que “para que una elección sea creíble se debe permitir la participación de todos los sirios, incluidos los desplazados, refugiados y parte de la diáspora, en un entorno seguro y neutral”.

Representando a la Casa Blanca, el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken pidió el “rechazo a los intentos del régimen de recuperar la legitimidad sin respetar los DD.HH. y las libertades del pueblo sirio”.

En Líbano, cientos de sirios acudieron a ejercer el derecho a voto, proceso que se llevó a cabo el pasado 20 de mayo. Sin embargo, la votación es limitada, debido a que para sufragar las personas deben tener un pasaporte válido con un permiso de salida oficial. En cambio, en Alemania y Turquía prohibieron celebrar los comicios en embajadas y consulados.

¿Qué viene para Siria?

Estas son las primeras elecciones desde 2014, cuando Assad obtuvo su reelección con más de un 88% de los votos en una jornada electoral que no contó con competidores de la oposición y que, al igual que este miércoles, no se celebraron en todo el país debido a los enfrentamientos en territorios rebeldes.

Sirios se manifiestan contra lo que llaman elecciones ilegítimas, en la ciudad de Idlib. Foto: AFP

Además, representan la segunda votación que ocurre desde el levantamiento en Siria, que estalló después que Bashar Assad ordenó responder con “fuerza letal” a las protestas pacíficas en marzo de 2011 y que, posteriormente, dio pie a uno de los peores conflictos armados del último tiempo.

De acuerdo al portal Infobae, desde entonces la situación en el territorio sirio vivió varios cambios y giró a favor del oficialismo, especialmente debido a la intervención militar de Rusia en 2015 en apoyo de Damasco, que permitió a las fuerzas gubernamentales ganar fuerza y alejar la posibilidad de una caída del mandatario por la vía armada.

Sin embargo, la vía del diálogo para poner fin al enfrentamiento parece cada vez más distante. En 2019, la oposición siria en el exterior lideró una mediación que instó a la urgencia de una reforma política y unas elecciones libres y justas amparadas en los marcos de Naciones Unidas, para luego dar paso a la redacción de una nueva Constitución o la modificación de la Carta Magna vigente desde 2012, que concentra el poder en la figura presidencial, pero todos los esfuerzos han quedado pausados.

Siguiendo la tradición del clan Assad, el mandatario sirio estaría preparando el escenario para una sucesión en las próximas elecciones presidenciales de 2028, que tendría como protagonista a otro Assad. Está vez sería la oportunidad del hijo de 18 años de Bashar, Hafez, quien tiene cada vez más apariciones en los medios de comunicación y es instalado como la figura del “futuro”.

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