Antonia Orellana: “Uno no puede ser oficialista solo en la configuración del gobierno o cuando nos vaya bien”

Entrevista a Antonia Orellana, ministra de la Mujer. Foto: Andrés Pérez

La ministra de la Mujer resiente la falta de disciplina de los diputados de su sector que apoyan el quinto retiro de fondos previsionales, pese a los llamados de La Moneda a rechazarlo. “El oficialismo en el Congreso tiene el desafío de comprometerse con el éxito del gobierno”, sentencia la secretaria de Estado.


“Pudo ser peor”, suele responder la ministra de la Mujer, Antonia Orellana (34 años). Lo dice al aludir -eso sí- a su segundo nombre, “Cósmica”, una ocurrencia de su padre, admirador del poeta Ernesto Cardenal, autor de Cántico Cósmico. Y es porque repara que nació un 21 de diciembre, día de solsticio. “Pude ser Solsticia”, señala al cerrar la anécdota cada vez que la cuenta. Quizás ahora piensa igual cuando da por terminada la luna de miel del gobierno con la ciudadanía y emplaza a los parlamentarios oficialistas a cerrar filas con el Ejecutivo.

El domingo pasado se le vio sentada al lado del Presidente. ¿Es casualidad o una señal?

Fue una casualidad, porque el Presidente se quiso cambiar de puesto. Encontraba que estaba muy lejos en la cabecera.

La suspicacia surgió porque es la ministra del Interior la que suele sentarse al lado del Mandatario...

Eso es hilar muy fino, además, yo no estaba al lado, al lado.

Se le señala como una de las más cercanas al Mandatario. ¿Eso es así?

O sea, Camila y Giorgio tienen mucho más fiato, diría yo. Nosotros nos conocemos hace tres años. Y de compartir, compartimos más durante la campaña.

El Presidente Gabriel Boric, junto a la ministra Benado y a la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana. Foto: Cristóbal Escobar/AGENCIAUNO.

¿Y a qué se debe la leyenda de la cercanía, entonces?

A algunos les gusta la mitología. Tenemos una relación -como diría Olga Poblete- de amistad política, no somos cercanos en términos personales. Los tres años de vida de nuestro partido han sido también los años de la revuelta, el proceso constituyente y la campaña presidencial. Así es que nos ha tocado trabajar mucho.

Como ministra de la Mujer celebró el hecho de que Izkia Siches asumiera como la primera ministra del Interior. ¿Cómo vio el episodio en que entregó información falsa a la Cámara de Diputados?

Causó preocupación en todo el gobierno y esa preocupación se vio expresada, primero, en la necesidad de darle un espaldarazo, quedó bien claro que contaba con el respaldo de todo el gabinete y el gobierno. Segundo, pasó algo que está bien analizado en ciencias políticas: que cuando una mujer llega a un puesto que nunca han ocupado mujeres, sus errores se suelen tomar como lo hizo la alcaldesa Evelyn Matthei: como que son una ofensa a todas las mujeres. Como si una mujer fuera siempre representante de todas las mujeres. Y yo no creo en eso, creo que las mujeres somos la mitad de la población y, por lo tanto, somos muy diversas. No es un fracaso de todas las mujeres un error de la ministra Siches. Dicho eso, dimos por superado ese impasse y estamos concentrados en reforzarla a ella y a su equipo, y nosotros en buscar fortalecer toda la gestión de gobierno.

¿Quedó debilitada la ministra Siches?

Ella quedó con una evidente necesidad de pensar su rol de otra manera, porque ahora tiene un obstáculo que antes no tenía y tiene que ver con todos los cuestionamientos que ocasionó el incidente.

Cuando las mujeres llegan a espacios de poder, usted dice que no son ejemplarizadoras. Sin embargo, sí abren puertas y pueden cerrarlas en función de su desempeño. ¿Tienen una doble responsabilidad?

Tenemos una más alta exigencia. Pero hay una frase que decía Elena Caffarena, que a mí me gusta mucho, que dice que una buena líder feminista no es la que llega más alto, sino la que abre más puertas a más mujeres. Y en eso no hay duda de que no solo la ministra Siches, sino que todo el gobierno, tiene un compromiso con el aumento de la participación política de las mujeres en las instancias de alta decisión. Eso no está sujeto al desempeño de una ni otra ministra. Porque así como se equivocó Izkia, cualquiera de nosotras se puede equivocar.

Más allá de errores políticos, se ha advertido preocupación por el estilo de la jefa de gabinete. ¿Cómo se revierte?

Todos estamos adaptando nuestro estilo. Yo, en particular, soy súper informal y he tenido que cambiar desde mi ropa hasta mi forma de hablar o de relacionarme con las personas. No tanto porque yo quiera, sino porque es más o menos lo que se espera. Y tampoco podemos ser disruptivos en todo. El Presidente también ha cambiado su estilo en este tiempo y estamos todos en un periodo de ajuste. Ahora, creo que el periodo de ajustes ya debería terminar, porque ya estamos en pleno ejercicio.

El gobierno ingresó un proyecto alternativo al quinto retiro, sin embargo, la iniciativa apunta a usar recursos de los fondos de pensiones. Explíquenos por qué eso no es una derrota para el gobierno...

La configuración de apoyo social que tienen los retiros es algo que va mucho más allá de este gobierno. Tiene que ver con una profunda desafección respecto del sistema de pensiones. Es una posición medio nihilista; la gente sabe que esto aumenta la inflación, sabe que esto perjudica en el largo plazo los montos de sus pensiones, de todos en general y en particular de las mujeres, pero aún así quieren el retiro. Y eso es sintomático y da cuenta de que aquí no nos estamos enfrentando a una discusión respecto de la coyuntura económica. Hay una sensación profunda de propiedad e individualismo respecto de los fondos y ahí vamos a tener esa complejidad en nuestra propuesta de reforma de pensiones. Las fórmulas de solidaridad social no son muy populares.

Pero esto no es un plebiscito ciudadano. Ustedes como gobierno se entienden con sus parlamentarios y, en función de eso, el quinto retiro se convierte en un test de lealtad a un gobierno que está empezando...

Aquí queda en evidencia que la crisis de los partidos no ha sido superada y que son muy pocos los partidos que al tomar una posición política, desde sus directivas, son capaces de alinear a sus parlamentarios.

14 de Abril de 2022/SANTIAGO El Presidente de La Republica,Gabriel Boric Font, junto a los Ministros de la Segpres,Hacienda,Interior, Mujer y Voceria de Gobierno, Giorgio Jackson,Mario Marcel,Izkia Sishes,Camila Vallejo y Antonia Orellana, durante el Comite Politico que se lleva acabo en el Palacio de La Moneda. FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

¿No hay también responsabilidad del gobierno para alinear a la coalición?

Ahí tenemos una dificultad que va a ser permanente en el Congreso. Y es que, nos guste o no, esa es la condición en la que están hoy día los partidos y sus bancadas. Y vamos a tener que enfrentarla.

¿Le preocupa esa falta de disciplina y poca ascendencia sobre los partidos?

Soy una persona cuadrada con mi partido y con las decisiones colectivas. Ese es mi estilo y por algo milito, porque creo que independiente de nuestra sacrosanta opinión individual, la reflexión colectiva siempre es más valiosa. Y sí hay algo que me produce preocupación y es que no veo la reflexión de que el éxito de un gobierno de reformas profundas está asociado al trabajo legislativo. El oficialismo en el Congreso tiene un desafío y es comprometerse con el éxito del gobierno, porque va a ser también su éxito. Y los tropiezos que tengamos también van a ser sus tropiezos. Uno no puede ser oficialista solo al momento de la configuración del gobierno o cuando nos vaya bien.

Ustedes ceden en el punto base de su argumentación, que tiene que ver con evitar un nuevo retiro de fondos...

El Presidente insiste siempre en que en política uno no puede enamorarse de las propias ideas. Uno también tiene que ir adaptándose al contexto. Había presiones por un quinto retiro completo, muy grande, de todas las bancadas. Había presiones por un retiro acotado, pero que incluyera un fondo de libre disposición, al que no accedimos. Intentamos conjugar dos criterios. Primero, atender la preocupación de los parlamentarios, en especial a lo que a deudas respecta, y a eso le sumamos como gobierno una preocupación que quizás no era tan evidente y que tiene que ver con la deuda de pensión alimenticia, junto con buscar las vías para que eso no metiera más presión inflacionaria. Efectivamente, no se cumple el objetivo óptimo que era que no hubiera retiro, pero la otra opción era un retiro total.

¿Queda debilitado el ministro de Hacienda? Él fue un adalid del no retiro.

Es medio injusto con el ministro Marcel decirle que tiene que cumplir el mismo rol de cuando era presidente del Banco Central. Hoy no es el presidente del Banco Central, es el ministro de Hacienda y, por lo tanto, como él mismo lo ha dicho, no es un “parelé” a los procesos de cambios, sino que el encargado de que esos procesos de cambios tengan sostenibilidad fiscal.

Usted fue parte de la negociación, ¿lo vio complicado?

¿Al ministro Marcel? Tiene un temple que ya lo quisiera yo.

La negociación dejó en evidencia el peso que tiene el PC en la coalición. Son ellos los que logran que el gobierno ceda en su postura. ¿Cómo lo ve?

El despliegue de la jefa de bancada del PC, la diputada Karol Cariola, fue extremadamente leal con el gobierno. En particular la bancada comunista, haciendo los puntos que hace cualquier bancada, se alineó con el gobierno. No tengo mucho más que decir. No veo los mismos cuestionamientos al PS que tuvo dos diputados que votaron en contra del gobierno en la Comisión de Constitución. No creo que haya un tema de especial rebeldía del PC.

¿Cuándo empezaron a pensar que la única vía para contener el quinto retiro era presentar una propuesta intermedia? El tema de las pensiones alimenticias es parte de su sello...

En particular, quise apoyar a las parlamentarias que estaban sujetas a una fuerte presión porque me parecía injusta. Hay un uso muy mañoso del 10% que no fue parte de la propuesta original de la diputada Jiles, de hecho, fue una indicación de la diputada Cariola la que permitió la retención en 2020 (...). Y eso si bien es un ámbito de la ministra de Justicia, Marcela Ríos, que no pudo estar por temas de agenda, estuvimos todo el tiempo conversando y, en particular, yo ya la semana pasada planteé que la cuestión de la deuda de pensión alimenticia era algo en lo que teníamos una oportunidad para establecer un mecanismo permanente y que era, con el perdón del ministro Marcel, la única cosa buena que dejaron los retiros, al visibilizar el problema estructural del abandono parental en Chile.

Sobre la votación del lunes 18, ¿está esperanzada? ¿No va a haber retiro?

No soy muy buena para los vaticinios...

Pero tiene olfato político, se dice…

Al menos de lo que he podido conversar con los parlamentarios de Apruebo Dignidad, están alineados. También he visto señales de apertura en la bancada PS y espero que el PPD opere en el mismo sentido. Me parece que, ante quienes estaban poniendo dudas respecto del programa de pensiones del gobierno, el anuncio del ministro Jackson respecto a la inexpropiabilidad de los fondos también da señales de tranquilidad que deberían permitir apoyos en la oposición.

En caso de que les vaya bien y lograran detener el quinto retiro, ¿qué les asegura que no va a avanzar un sexto o séptimo?

El Poder Legislativo es autónomo. Pero la situación económica cambia absolutamente y, de hecho, con la propuesta que viene incluida en Chile Apoya de crear un fondo que se active ante posibles eventos, como nuevos confinamientos por Covid u otros, se despeja ese miedo que hay de que ocurra algo como lo que ocurrió en 2020.

La actual ministra de la Mujer, Antonia Orellana.

Vamos a temas de género, ministra. ¿Qué se ha encontrado en esta materia al asumir? ¿Hay un déficit que no había previsto?

Lo que más nos preocupó fue que la red de transversalización con la que contábamos, que fue la que se creó a partir de la fundación del Ministerio de la Mujer, había sido casi completamente eliminada.

¿Por qué?

La red de transversalidad buscaba coordinar la implementación de políticas de género desde la División de Políticas de Igualdad de nuestro ministerio, que tiene especialistas por sector en todo. Ese trabajo se vio completamente disminuido durante la administración de Piñera. Se perdió el trabajo intersectorial. No se citó al comité interministerial. No se designaron contrapartes políticas, es decir, que ambos tuvieran jineta para poder impulsar temas de género en los distintos organismos. Ahí partimos con un menos uno que fue recomponer esta red, y por eso nuestra insistencia en que en cada ministerio hubiera una persona especializada. Eso lo han confundido, como que yo tengo a alguien en cada ministerio, lo que es falso.

¿No es gente que reporta a usted?

De hecho, no las conozco a la mayoría y no me he reunido nunca con ellas desde que asumimos.

Pero monitorea su trabajo…

Están trabajando junto con nuestra División de Políticas de Igualdad y en generar nuevas metas en conjunto que estén alineadas con lo que están viendo en cada ministerio. Y en definir cómo, dentro de eso, lo alineamos en los objetivos que no son de ahora, sino que son los objetivos del Plan de Igualdad 2018 - 2030. Esas metas que ya están establecidas, que están vinculadas a los ODS, a la Plataforma de Montevideo y otros instrumentos.

Y en el equipo político, ¿se ha encontrado con falta de perspectiva de género?

Lo que hay es apertura a entender que esto es una decisión de gobierno y que la transversalización no significa que esté yo en cada evento o decisión, sino que más bien sea una perspectiva que tenga indicadores claros.

Usted levantó alertas, por ejemplo, en el caso de Felipe Berríos. Pareciera que no todos en el gobierno tienen su mismo criterio. El ministro Carlos Montes lo convocó y el Presidente estaba al tanto de su nominación. ¿Falta todavía en el gobierno avanzar en ese sentido?

No voy a caer en aplicar el “feministómetro” al propio equipo de gobierno, pero yo creo que hay un avance en que se entiende que hay ciertas definiciones que son colectivas y que corresponde a todos implementarlas. Y en ese sentido, digo, le podrán decir “cancelación” o no, pero yo sí creo que hay ciertas cuestiones que no forman parte del estándar deseable de una autoridad pública.

¿Y cuáles son esos límites para usted?

Por ejemplo, actualmente la violencia intrafamiliar no es una inhabilitante para cargos públicos. Para mí debiera serlo. Eso forma parte del instructivo presidencial para los nombramientos, asimismo, la deuda de pensión de alimentos. A mí me parece que son cosas que han sido desestimadas en su gravedad, pero que si uno aplica, digamos, el estándar para las autoridades, que se supone que es mucho más alto que para el resto de los ciudadanos, debieran ser una inhabilitante.

Se ha hablado del término de la luna de miel. Ha llamado la atención que varios ministros de Estado han sido bien autoflagelantes al señalar las dificultades que han tenido. ¿Cómo lo ve usted?

El término de la luna de miel es un dato de la causa, no es una estimación mía. Le llaman luna de miel a ese proceso de popularidad que viene empujado por las elecciones. Y eso va chocando con el ejercicio de gobierno, donde nunca todas las decisiones son populares o nunca todas las decisiones son tampoco las que uno en la abstracción quisiera tomar. Pasa también eso y, efectivamente, hoy ya estamos con la obligación no de mostrar intenciones, sino resultados. Y ese es el mandato que también nos ha dado el Presidente.

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