Chilenos en la prisión de Malasia: Han leído 85 libros, practican reiki y uno sueña con subir el Everest

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Fernando Candia y Felipe Osiadacz.

Fernando Candia y Felipe Osiadacz vivieron ayer una jornada favorable en el desarrollo del juicio por asesinato que se lleva en su contra, en Kuala Lumpur. La fiscalía les ofreció reducir de pena de muerte a 10 años de presidio como eventual condena máxima.


Iba a ser el viaje de sus vidas, pero acabó convirtiéndose en la peor experiencia que podían imaginar. Fernando Candia y Felipe Osiadacz han pasado los últimos 13 meses privados de libertad, acusados de asesinato, cargo que se castiga con la horca en Malasia. Eso hasta ayer, ya que la fiscalía propuso a la abogada defensora, Venkateswari Alagendra, recalificar la acusación de asesinato a homicidio culposo, contemplado por el código penal malasio en su artículo 304b. Este lo define como que el acto que causa la muerte se realiza en conocimiento, pero sin intención de provocarla. La pena máxima para este cargo es de 10 años de prisión además de una posible multa. Será el próximo lunes, a las dos y media hora local, cuando la fiscal ofrezca un trato a la defensa de un determinado número de años de condena si los acusados se declaran culpables. Será entonces decisión de la defensa aceptar el trato o bien seguir adelante con el juicio bajo este nuevo cargo.

Y si bien la nueva oferta habla de una pena máxima de 10 años, la familia creen que, eventualmente, se podría reducir aún más.

En todo este tiempo Fernando y Felipe han permanecido detenidos en la prisión de Sungai Buloh, a las afueras de la capital. Jerald Joseph, oficial de SUHAKAM, la Comisión de Derechos Humanos de Malasia, relata que esta cárcel "fue diseñada para 2.500 presos y ahora hay más de 5.000. Todos los problemas se derivan de esta saturación. Pero no deberían tener dificultades especiales por ser extranjeros, más allá de las diferencias culturales y no entender el idioma".

En ese sentido, Fernando Candia explicó que ambos habían conseguido llevar bien la relación con los internos: "No hemos tenido problemas con nadie más allá de algunos encontrones, nos llevamos bien con los demás presos". Aunque no tienen nadie a quien puedan considerar amigos, Felipe ha contado que hay un interno argentino y otro ucraniano, ambos acusados de tráfico de drogas, con los que se llevan bien. También han relatado cómo en estos 13 meses se han leído 85 libros, incluyendo la saga de Juego de Tronos, porque es el único entretenimiento que tienen. En sus lecturas, los chilenos presos en Malasia han acudido a experiencias para soportar los días tras las rejas. Así, más allá de su fe católica, ambos coinciden en que están viviendo un proceso espiritual de autodescubrimiento a través del aprendizaje del  reiki y la meditación.

Felipe y Fernando conservan la ilusión de volver a Chile para disfrutar de sus familias. Poco les importa lo que puedan comentar otros sobre el caso que les ha marcado la vida. El propio Fernando ha sido claro: "Sólo me importa lo que piense mi familia y mis amigos. Cada uno puede inventar lo que quiera, pero yo sé cuál es la verdad". Los acusados coinciden en que su amistad es para siempre porque están compartiendo un momento muy duro, aunque "al principio nos separaremos un poco", bromean.

"De no haber sido por ella, me habría suicidado"

Antes de que sus planes se truncaran, Fernando planeaba regresar a Nueva Zelanda otros tres meses y Felipe quería viajar al Mundial de Rusia, antes de ir a España, ya que cuenta con la doble nacionalidad chilena-española. Osiadacz comenta que después de Chile, no sabe dónde se establecerá porque lo decidirá junto con su polola Gaelle, de nacionalidad belga y que ha estado presente en todas las audiencias. Ambos se conocieron también en Nueva Zelanda: "Vivimos unos meses juntos, muy intensos", ha afirmado Felipe. Al preguntarle qué se siente al tener su apoyo durante este tiempo, no ha podido evitar emocionarse y se le sueltan las lágrimas al decir: "De no haber sido por ella, me habría suicidado".

El optimismo comienza a aflorar en sus rostros y en sus sueños. Así es como Felipe se relaja durante una pausa de la audiencia y relata algunos de sus planes más ambiciosos: quiere escalar el Everest con su novia. Cuenta que tiene experiencia, que ya subió al campamento base y que después de superar esta pesadilla, quiere coronar su felicidad en la cumbre del monte más alto del mundo.

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