Dante Contreras y la pobreza que se viene: "Estamos sentados sobre una bomba de tiempo”

Créditos: Francisco Couchot

El economista advierte que "todos los temas de conflictividad van a perdurar porque, además, la conflictividad social de octubre no está resuelta, hay una discusión pendiente en Chile. (...) Esa conflictividad está subyacente, y se va a ver agravada" por la situación económica derivada de la pandemia.


Si hay algo en lo que el economista Dante Contreras se ha especializado, es en pobreza y distribución del ingreso. De ahí que el profesor de la Universidad de Chile y subdirector del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) prende una luz de alerta respecto de la situación “compleja”, “difícil” que se ve venir post cuarentenas por la crisis sanitaria del coronavirus.

Contreras habla de que nos encontraremos con una pobreza que no conocíamos hasta ahora, pues desde la última mega crisis económica de inicios de los 80, los chilenos hemos cambiado mucho. Hay más bienes, más recursos y mayor bienestar. Pero las perspectivas -asegura- muestran que el mercado del trabajo “ya no va a ser el mismo” y por tanto cundirá la informalidad. Y sí se repetirá la “misma frustración” que se vio hace 40 años.

“Estamos sentados sobre una bomba de tiempo”, asegura el economista, quien advierte que aún siguen subyacentes las demandas tras la crisis política y social de octubre. “Necesitamos que la clase política esté a la altura y que tenga una discusión seria y responsable respecto a qué país quieres construir, con qué seriedad vas a hacer las políticas, con qué plazos”, dice.

Partamos por lo inmediato, que fue lo que vimos ayer en la comuna de El Bosque, con las protestas que hubo. ¿Qué señales deja de lo que cabe esperar para las semanas y meses siguientes con el tema de la vulnerabilidad social y la pobreza?

La señal que arroja es que la crisis social que vivimos en octubre más la que estamos viendo ahora con la pandemia están golpeando muy fuertemente la economía. Por lo tanto hay mucha gente que vivía en pobreza, que su situación ha empeorado, pero también hay gente que no estaba viviendo en pobreza y que está viendo afectado su nivel de vida. O sea, la vulnerabilidad de mucha gente se hace patente hoy día y, por lo tanto, a tu pregunta, probablemente esta situación que estamos viendo, este reclamo de vecinos que viven en esa comuna, ciertamente se va a extender a una población más generalizada, en el sentido de que el país se está haciendo más pobre.

¿Habrá más pobres y, probablemente, niveles de pobreza distintos durante esta crisis?

Cuando uno habla de pobreza y bienestar en general, uno separa básicamente en tres grupos. Uno es la extrema pobreza, otro es la pobreza, y otro la gente que vive fuera de la pobreza pero en condición de vulnerabilidad. A mi juicio, producto de la crisis que estamos viviendo lo que va a observarse es un incremento en estas tres dimensiones. Esto va a requerir una política económica quizás distinta a la que hemos hecho tradicionalmente, porque efectivamente las condiciones son distintas. Es decir, la magnitud del problema va a ser mucho mayor y su complejidad también.

¿Vamos a estar en presencia de una nueva pobreza? Me refiero a dos cosas. Uno, que evidentemente hay gente que no vivía en pobreza pero está cayendo, pero también gente de la clase media que está en el límite. ¿Se puede comparar en algo con la crisis social de inicios de los 80?

Yo creo que la situación es muy distinta a la del año 82, en el sentido de que las familias hoy tienen otro nivel de bienestar. Hay otro tipo de activos, se acumularon muchos recursos durante estos años, tanto a nivel país como de los hogares. Entonces, no es el mismo tipo de pobreza en términos materiales. Por ejemplo, la gente puede tener acceso a una lavadora, televisores y quizá a una casa en mejores condiciones. Sin embargo, la sensación de vulnerabilidad va a ser la misma; la sensación de frustración también va a ser la misma, en el sentido de que mucha gente no va a tener trabajo, digamos, o va a verse disminuido su nivel de bienestar de forma significativa.

A mí lo que más me preocupa en este minuto es que el mercado de trabajo ya no va a ser el mismo. Es decir, el hecho que mucha gente esté teletrabajando, por ejemplo, el hecho que las firmas se tengan que adaptar a esta situación, probablemente va a hacer que las firmas que van a estar endeudadas, también van a quedar en una situación de mucha fragilidad, no contraten rápidamente trabajadores. No veo cómo el mercado de trabajo absorba de forma rápida los niveles de empleo que teníamos antes. Entonces, probablemente quedemos con una estructura económica del mercado de trabajo con mucha informalidad. Y por lo tanto con mucha vulnerabilidad y con muchas personas dependiendo del eventual apoyo que pueda tener del aparato público.

Mucha gente que perdió su empleo o que no tenía empleo antes no tendrá posibilidades de recuperarlo.

Exacto. Antes de la crisis social de octubre, había un debate en la economía respecto a lo que iba a ocurrir con la automatización. Eso sumado a la crisis social y a la pandemia, sólo va a acelerar este proceso y por tanto, a mi juicio, la capacidad de recuperación de empleo de las personas se va deteriorar de forma importante. Y por tanto la capacidad de reintegrarse podría ocurrir o a menores salarios o con una mayor informalidad. Esas dos noticias hacen prever una situación bastante dramática para muchos hogares en Chile.

¿Qué fenómeno podríamos presenciar de aquí a agosto, durante el invierno?

Veo una tasa de desempleo por sobre dos dígitos, una tasa de pobreza -medida con ingresos- por sobre el 10%, más cercana al 15%. Veo una tasa de pobreza multidimensional -que es la que mide la pobreza en términos de acceso a la educación, a la salud, al trabajo o a la seguridad a la vivienda- con un incremento importante, probablemente del orden del 25% de la población.

La pobreza multidimensional no se refiere a la gente que está en campamentos, sino a la que se está quedando sin pega, o con su mismo trabajo pero con un sueldo reducido a la mitad.

A eso me refiero, es decir, cuando no solo consideras el ingreso para medir la carencia de una persona sino también -por ejemplo- la carencia de una buena educación, o de un buen sistema de salud o de vivienda. Probablemente la gente, en la desesperación, va a empezar a deshacerse de activos, a tratar de venderlos, a buscar salidas.

Lo más razonable es ponerse en un escenario complejo y tratar de anticipar las cosas que podrían ocurrir. Creo que la situación va a ser bastante dramática. Y naturalmente, las personas más vulnerables son las que van a pagar una mayor cuantía, digamos, los costos de la crisis. La gente con más educación y más activos tiene más capacidad de blindarse y de protegerse, y amortiguar el golpe. Pero la gente más vulnerable, va a vivir una situación compleja. Hay otros aspectos que podrían ocurrir. Por ejemplo, la animadversión en contra de los inmigrantes podría verse incrementada por la tensión que genera conseguir un empleo. El nivel de delincuencia se podría ver afectado, los niveles de conflictividad social se podrían ver afectados.

Tu diagnóstico del 15% es mucho más severo que el realizado por la Cepal, que habló de un 12% de pobreza.

Sí, los números que estamos viendo hoy día nos alertan de que la situación es más compleja de la que veíamos en abril, a principios de mayo y la que estamos viendo hoy día. Las cifras, cuando se van actualizando, nos van mostrando un panorama que es cada vez más difícil. Hay bastantes señales que muestran que el shock que estamos viviendo es bastante severo. Obviamente, estamos en un país que todavía tiene recursos y cuenta con cierta institucionalidad que nos permite relativamente administrar la situación. Pero esto va a ser difícil, esto va a ser muy difícil.

¿Cómo se puede abordar este fenómeno desde el punto de vista del Estado, que es el ente contra el cual la gente que está sufriendo esto reclama? ¿Basta con asistencialismo, según el viejo manual? ¿Qué más puede hacer el estado con estas condiciones?

El Gobierno en particular ha estado tratando de impulsar una serie de medidas como los bonos que se dieron al inicio o los subsidios para la gente con ingreso informal, las cajas de alimentos, créditos a la pequeña y mediana empresa, de tal forma de tratar de tratar de resistir el golpe sobre los niveles de empleo. En ese sentido, el Gobierno está ocupando los instrumentos que están disponibles. Hay una discusión respecto de si podría ocupar más o menos, pero no creo que existan instrumentos que no se estén utilizando.

Pero probablemente en un mes más el Gobierno va a tener que tomar más medidas preocupado por la pobreza.

Probablemente, si esto continúa en un escenario pesimista y de un impacto importante, lo que va a ocurrir es que va a haber mayor presión de gasto. Es decir, más cajas, más subsidios, más bonos. Retirar la gradualidad, por ejemplo, en los apoyos a las familias más vulnerables. Hay toda una discusión fundamental ahí, porque la escala descendente en economía se utiliza para incentivar la reinserción de la gente al mercado del trabajo y no generar incentivos negativos. Sin embargo, en este caso estamos en un escenario bastante más complejo, donde la gente está en la casa no porque no quiere ir a buscar trabajo, sino porque las condiciones de sanidad no lo permiten. Entonces vamos a volver a una discusión sobre la gradualidad, probablemente. Nos va a tocar una época muy dura.

¿Cómo ves que irá mutando la evolución de la conflictividad social, ya latente desde octubre?

Es una pregunta compleja, pero si uno tuviera que aventurarse en algún camino, diría que en una situación como la que estamos, con la frustración de haber perdido el empleo, por ejemplo, o haber reducido de forma significativa tus niveles de bienestar, y la incertidumbre respecto de cómo viene el futuro, probablemente eso va a generar un montón de tensión social al interior de familias, entre vecinos, con los inmigrantes. Esto, finalmente, resulta en actividades más conflictivas, de violencia. Todos los temas de conflictividad van a perdurar porque, además, la conflictividad social de octubre no está resuelta, hay una discusión pendiente en Chile. Y mientras esos temas no estén resueltos, esa conflictividad está subyacente, y se va a ver agravada por esta situación.

Esto significa una presión política y social adicional...

Los temas de igualdad que eran relevantes en la discusión de la crisis social siguen pendientes, siguen subyacentes. Por lo tanto hoy hay menos espacio para atender esa demanda de mayor igualdad. El foco está concentrado en la demanda asociada a la pobreza y esto significa, por tanto, que los temas asociados a la desigualdad de largo plazo no van a resolverse ahora, van a quedar pendientes, y en ese sentido estamos sentados sobre una bomba de tiempo.

¿Qué rol le cabe al mundo político en esta situación dramática que pintas?

Necesitamos liderazgos del mundo político que estén a la altura. Chile, de alguna forma, tiene recursos, tiene fondos soberanos, tiene una reputación internacional que nos permitiría acceder a créditos si los requiriéramos. Pero esos recursos no son infinitos, son limitados y hay que manejarlos con responsabilidad. Para eso requieres que la clase política esté a la altura y que tenga una discusión seria y responsable respecto a qué país quieres construir, con qué seriedad vas a hacer las políticas, con qué plazos. Esa es una discusión seria, grave, importante, y que ojalá que el mundo político esté dispuesto a darla. Esto requiere políticas públicas y requiere buenas políticas públicas.

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