El año de revanchas de Nicolás Jarry: los cuatro desquites que marcan el regreso del Príncipe a la elite del tenis mundial

Jarry (derecha) y Dimitrov (izquierda) en la ceremonia final de Ginebra. (Martial Trezzini/Keystone via AP)

Superar por primera vez la ronda inicial de Roland Garros, el título en el ATP de Santiago y las victorias ante Grigor Dimitrov y Alexander Zverev enmarcan un concepto general para el chileno. Aquí, un repaso por esos momentos claves en una temporada de ensueño.


París y Roland Garros disfrutan a un Nicolás Jarry (35° ATP) renacido, luminoso. El trofeo conseguido en Ginebra y su primera victoria sobre el polvo de ladrillo francés, lo meten de lleno en la élite mundial del tenis tras cuatro años de un camino que comenzó en el destierro luego de una sanción de 11 meses por doping.

Junto con esa felicidad natural por haber retomado y mejorado su sitial (con su victoria ante Hugo Dellien será al menos 31 del mundo, su mejor ranking histórico), el chileno también sabe que 2023 le dio revanchas. Unas de las que quizás nunca habló, pero que si uno va al papel aparecen de forma evidente. Sin ir más lejos, esta celebración en la primera ronda del Grand Slam galo, su consagración en el ATP de Santiago y las victorias ante Alexander Zverev y Grigor Dimitrov en Ginebra, tienen esa palabra presente.

Y es que todas aparecieron como una segunda oportunidad para el chileno. El torneo de Santiago, por su tiempo suspendido; la victoria ante el alemán como una prueba de su renacimiento; la final ganada al búlgaro por el rol que tuvo este jugador en el fin de su ciclo con el entrenador argentino Dante Bottini y el festejo en París por ser la primera vez que consigue superar la ronda inicial de Roland Garros. Aquí, un repaso por estos cuatro episodios y los detalles que los transforman en verdaderas revanchas para la mejor raqueta del país.

París ya no es invencible

Nueve años tuvieron que pasar para que Nicolás Jarry pudiera festejar en el cuadro principal de Roland Garros. La primera vez que llegó al recinto que se ubica en la avenida Gordon Bennett fue en 2015, donde se despidió en el duelo inaugural de la qualy, comenzando unas sensaciones que recién se cortarían este miércoles al derrotar al boliviano Hugo Dellien (160°).

Y es que pese a que durante ese tramo supo sumar victorias en los clasificatorios, Jarry nunca había podido meterse entre los 64 mejores de Roland Garros. De hecho, era el único grande en donde no había podido lograrlo.

En 2017, 2018 y 2019 perdió siempre en primera ronda, siendo Karen Khachanov, Jared Donaldson y Juan Martín Del Potro sus verdugos respectivamente. Para 2020 la sanción ya estaba presente, dejando al chileno sin ninguna opción de participar por la Copa de los Mosqueteros, algo que se replicó en 2021, ya que tenía un ranking cercano al 200 del mundo.

Eso sí, el año pasado volvió a sentir la arcilla de Roland Garros, pero solo para los clasificatorios. Fue su primera aparición en la fase previa de un Grand Slam tras su sanción, ya que ese año optó por no jugar Australia y dedicarse a preparar la gira sudamericana. Las sensaciones fueron buenas, pero no lo suficiente para entrar al grupo de los 128 debido a que se quedó fuera en el último partido de la qualy ante Juan Pablo Varillas.

Hoy todo aquello se rompe. Hay festejos sobre el Sena, una prueba más de que este Jarry es otro. Un tenista renacido y en su mejor momento, listo para romper rachas. Este jueves jugará ante Tommy Paul (17°) buscando otro récord: superar su mejor resultado en cualquiera de los cuatro grandes.

Nicolás Jarry en Ginebra. (Martial Trezzini/Keystone via AP)

Chile Open: de no poder ingresar a levantar la copa

El 4 de enero de 2020 fue uno de los días más difíciles en la vida de Nicolás Jarry. Esa jornada le llegó un correo de la ITF informándole que se encontraron metabolitos de estanozolol y ligandrol en una muestra que se había realizado en la Copa Davis de Madrid. Una noticia que cambió su carrera, su vida y que lo terminó dejando congelado del mundo del tenis por 11 meses.

Por eso, un par de meses después, cuando comenzó el ATP de Santiago de 2020 su nombre y sus fotos no se encontraban en ningún rincón de San Carlos de Apoquindo. El chileno era uno de los rostros principales del evento que es organizado por su familia, pero la sanción borró todo aquello.

Incluso, las reglas de la ITF dejaban en claro que no podía ni entrar al recinto donde se realizaba el Chile Open. “En el momento en que el torneo parte oficialmente, en este caso el sábado, Nico no puede venir. Es una pena no contar con él en la semana, pero contamos con él en otras cosas; va a seguir participando en la manera que pueda y él ahora tiene que concentrarse en su caso y hacer las cosas bien”, explicaba en aquella oportunidad Catalina Fillol, su tía y directora del certamen.

Por eso en aquel 2020 la figura de casi dos metros desapareció de San Carlos de Apoquindo el día antes que comenzaran las acciones. Antes eso sí, entrenó en las canchas secundarias de la precordillera durante toda la semana.

Fue un dolor fuerte, que de seguro pasó por su cabeza cuando este 2023 levantó el título junto a toda su familia. Estaba ahí su abuelo Jaime Fillol, su tía, su esposa e hijo. El renacimiento de una estrella que vio como le cerraban las puertas de su casa y que trabajó para ser el último hombre en pie en Santiago.

Zverev, un reencuentro tras 2019

2019 parecía ser el año definitivo para que Nicolás Jarry diera el salto a la élite del tenis mundial. Jugando un gran tenis, el chileno logró instalarse en cuartos de final del ATP 500 de Barcelona y en la final del ATP 250 de Ginebra antes de poder gritar campeón por primera vez en su carrera al ganar el ATP 250 de Bastad.

Pero fue precisamente en Suiza que el actual 35 del mundo estuvo a segundos de sentirse campeón. En la final de 2019 llevó a Alexander Zverev, cinco del ranking en ese momento, a un tiebreak en el tercer set, donde llegó a tener dos match point a favor.

Tal fue el desempeño del nacional que Zverev admitió verse superado ante Jarry. “Hoy mereciste ganar este título más que yo. Serás un gran campeón, no tengo dudas”, lanzó en la conferencia de prensa de esa final. Un presagio quizás de lo que sucedería cuatro después.

Esto, ya que en las semifinales de 2023 se volvieron a ver las caras en Ginebra, dando con el nacional como vencedor. Nuevamente tuvieron un tiebreak, pero aquí no hubo rivalidad, ya que Jarry lo ganó cómodamente, dejando en claro que esas dudas que pasaban antes por su cabeza ya no están ahí.

Dimitrov y el recuerdo de Bottini

Nicolás Jarry entrenó junto a Dante Bottini durante todo el año que tuvo suspendido. Su vínculo había comenzado el 7 de diciembre de 2019 y pese a que comenzaron a trabajar para dar el gran salto, el argentino decidió quedarse con el chileno de cara a su retorno. Por eso fue una sorpresa cuando en diciembre de 2020 el propio jugador anunció que separaban sus caminos.

Han sido unos meses muy buenos e intensos, en los que he aprendido mucho”, señaló en una historia de Instagram, tan solo un mes después de volver a las pistas. Con el paso de los días, se supo el motivo de por qué el ex técnico de Del Potro había buscado otro proyecto personal.

El responsable era Grigor Dimitrov y un proyecto más llamativo. Con el campeón de Bastad 2019 teniendo que ir a jugar futuros, era lógico que el europeo pudiese mostrarle una oferta irrechazable al coach.

El mismo padre de Jarry lo confirmó en una entrevista a La Tercera: “Obviamente era una propuesta atractiva, eso fue lo que Dante nos comunicó. Es obvio que Dimitrov le ofrece la posibilidad de estar inserto donde está acostumbrado, con jugadores de élite”, señalaba.

Eso sí la apuesta no resultó del todo y Dimitrov terminó su relación con Bottini en septiembre de 2022. El búlgaro dejó al argentino y volvió a trabajar Daniel Vallverdú, venezolano que lo llevó a ganar las ATP Finals en 2017. Con él en la banca, llegó a la final de Ginebra.

Pero ni siquiera los consejos de un técnico que también trabajó con Tomas Berdych, Andy Murray y Stan Wawrinka lograron poder frenar a Jarry, quien a la larga terminó demostrando que su proyecto también era ambicioso y de élite.

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