No había pasado ni un día de la votación del miércoles en la Cámara y el diputado de la UDI, Jaime Bellolio, dejó el grupo de WhatsApp de su bancada. Su salida se debió, en parte, a que los cinco diputados de la UDI que votaron a favor del retiro del 10% de los fondos de pensiones, nunca expusieron sus razones de por qué aprobarían la iniciativa opositora y a que también, según él, ya no hay una unidad ideológica en el grupo.

Sin embargo, no fue lo único que Bellolio abandonó por estos días. Quien fuera uno de los tres diputados de la UDI que estaba a favor de una nueva Constitución hoy dice estar en el otro lado, en el del rechazo. Y da dos razones: una política, social y económica; y una que tiene que ver con, asegura, “una radicalización de la izquierda”.

Bellolio, junto al alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, y su par de Estación Central, Rodrigo Delgado, fueron de las pocas figuras gremialistas que después del acuerdo del 15 de noviembre se mostraron a favor de una nueva Carta Magna. De hecho, el diputado por San Bernardo había sincerado que estaba dispuesto a ser parte de la convención mixta o incluso a renunciar a su cargo de parlamentario para ser parte de la convención constitucional.

Como reconoció en la Sala, hoy el parlamentario de la UDI se encuentra con protección policial ya que ha recibido amenanzas de muerte aunque, dice, eso no tiene que ver con su cambio de postura.

En enero de este año, mientras el consejo general de la UDI estableció su posición de rechazo para el plebiscito, usted reafirmó su posición por el apruebo. ¿Qué ha pasado desde eso y por qué hoy cambia de opinión?

Lo que estoy haciendo es un acto de honestidad intelectual. Las circunstancias evidentemente han cambiado y las personas que estamos en cargos como, por ejemplo, el de diputado, tenemos que ser capaces de evolucionar en nuestras posturas por el bien de Chile. Por eso, en octubre voy a votar rechazo.

¿Y cuáles son sus razones para ese cambio?

Las principales razones son dos. La primera, es que el país que teníamos después del 18 de octubre nos exigía un pacto que permitiera generar más paz social y democracia. Este ciclo virtuoso de la Constitución se estaba agotando y el éxito económico en términos de calidad de vida y reducción de la pobreza era insuficiente para las demandas. Pero ese país del 2019 fue borrado por la pandemia del 2020. El Chile que viene va a ser más pobre y más vulnerable y tenemos una obligación de hacer una reconstrucción social, económica e institucional sin la tremenda incertidumbre y las divisiones que se den en un proceso constituyente. Esto es como el boxeo: Chile no resiste otro golpe al mentón y por eso ahora votaré rechazo en octubre.

¿Cuáles son esos otros golpes?

El país ha sufrido tres golpes al mentón. La violencia después del 18 de octubre fue el primero, y afectó principalmente a la clase media y a los más vulnerables. Recién nos pudimos empezar a parar el 15 de noviembre con el acuerdo. El segundo golpe al mentón son las consecuencias sociales y económicas de la pandemia. Y el tercer golpe al mentón sería hacer una constituyente el 2021, eso ya sería el nocaut. Someter al país a dos años adicionales de incertidumbre, en mi opinión, no es solo equivocado sino que irresponsable políticamente.

¿Y cuál es la segunda razón?

Tiene que ver con que hemos visto una descomposición total de la izquierda. Una caída al vacío de la izquierda socialdemócrata y la moderada. La oposición no ha trepidado en un intento permanente por socavar la institucionalidad en el último tiempo. Primero, presentando acusaciones constitucionales sin fundamento, inclusive para destituir al Presidente. Luego, múltiples proyectos inadmisibles para saltarse las reglas de la iniciativa exclusiva en donde ellos mismos sostenían adentro de la Sala de la Cámara que el proyecto era inadmisible pero lo hacían por un punto político. Llegaron hasta denominarlo parlamentarismo de facto. Y estas dos últimas semanas vimos cómo se ocuparon resquicios legales para hacer políticas públicas.

¿La votación del retiro de los fondos de pensiones se convirtió en el punto de inflexión para tomar su decisión?

No fue lo del retiro de los fondos de pensiones lo que me hizo perder la confianza en la oposición, esta es una reflexión de bastante tiempo. Lo central de un proceso constituyente implica una renuncia a toda forma de violencia y solucionar los conflictos de manera institucional y la oposición no ha cumplido ninguno de esos compromisos. Algunos siguen apoyando o han sido ambiguos hacia la violencia y han ocupado todos los resquicios constitucionales para imponer sus posiciones fuera de la institucionalidad. Si es que hoy, con las reglas que son totalmente claras, no han trepidado en faltar a los acuerdos, en saltarse las reglas, en validar la violencia o ser silentes frente a ella, ¿qué condiciones objetivas de seguridad o subjetivas de confianza podemos tener de que en un proceso constituyente no vayan a actuar igual a como lo han hecho en los últimos seis meses?

Dirigentes oficialistas han esgrimido argumentos económicos no solo para manifestar su postura de rechazo en el plebiscito sino que también para pedir que no se realice la elección de octubre y formar un Congreso Constituyente. ¿Usted está en esa línea?

La única causa que justifica suspender el plebiscito es lo sanitario. Si se suspende, ahí se podrían ver otras alternativas, pero yo respeto el acuerdo tomado. Mi primera razón no tiene que ver con plata sino que con un tema social. El 18 de octubre nos mostró que había demandas sociales muy importantes que tenían que implicar una serie de políticas desde el gobierno, el parlamento y eventualmente de la misma Constitución. Ese país de octubre más lo que vino después significó para muchos una expectativa de mejoras sustantivas, especialmente para la clase media, pero a la vez mucha destrucción. Muchos perdieron sus empleos y sus negocios, por ese fue el primer golpe social. Y el segundo fue la pandemia. Entonces, volver a someter al país a dos años más de la misma incertidumbre y el mismo estrés social que hemos tenido después de estos golpes sería fatal.

Los principales argumentos de dirigentes e intelectuales de oposición que están a favor de un proceso constituyente, es que éste es precisamente la solución de la crisis actual y que podría recomponer el pacto social. Usted marcaba ese punto cuando explicaba hace algunos meses su postura por el apruebo ¿Cuál cree que es la alternativa entonces?

Sí creo que hay que hacer cambios constitucionales. Hay problemas institucionales que son graves, que necesitamos resolver y que sí necesitamos darnos un nuevo pacto social. La pregunta es si la única forma de hacer esto es a través de una constituyente el próximo año y si estamos en condiciones como sociedad de estar sometidos bajo dos años más de polarización e incertidumbre. Junto con que uno de los actores principales de esa convención constitucional con el cual se quiere dialogar, lo que nos ha mostrado este tiempo es que no ha cumplido ninguno de los compromisos que ha hecho. ¿Podría hacerse un diálogo franco, honesto y respetando las reglas y procedimientos sin violencia donde prime la razón y no la amenaza? Con esta izquierda y este contexto, creo que la respuesta a eso es negativa.

Si gana el apruebo y con esta nueva postura, ¿de igual forma le gustaría ser parte de la convención constitucional? Usted ha dicho que renunciaría a su cargo para ser parte de esa convención o postularía si es la mixta la que se impone...

Mantengo mi disponibilidad, pero no es una decisión que haya tomado aún.

“No soy el único que ha hecho esta reflexión en los últimos meses”

¿Va a ser campaña por el rechazo ahora? ¿Cuál será su rol de ahora en adelante?

No lo sé, es un poco pronto para eso. Esto es un acto de honestidad intelectual, las condiciones cambiaron, nos aprontamos a una reconstrucción inmensa y lamentablemente convivimos con un matonaje que hace imposible deliberar. Este es un momento populista y las consecuencias de manejarlo mal se van a pagar por generaciones.

El alcalde Lavín se va a quedar solo en el apruebo ahora. ¿Ha conversado de esto con él?

No lo he conversado con él a pesar de que hace algún tiempo tuvimos un encuentro virtual donde algo de esto tocamos, pero no hemos conversado sobre este tema en particular.

¿Con quiénes ha conversado su cambio de postura?

Esta fue sobre todo una reflexión personal, pero como siempre, he hablado y comentado sobre las situaciones del país con muchas personas, de mi partido y de otros, así como con personas de izquierda. Esto es más bien un acto de honestidad intelectual y la consecuencia de una reflexión sobre los momentos que vivimos en Chile.

¿Cree que Lavín tendrá un costo adicional en el sector al quedar más “solo” en el apruebo?

No sé si tendrá algún costo para él. Lo que sí estoy seguro, es que no soy el único que ha hecho esta reflexión en los últimos meses y ante las mismas razones que he esgrimido acá.

¿Quiénes?

Sé que hay otras personas, en el Congreso y fuera de él, que han hecho la misma reflexión. Pero son ellos quienes deben contarlo, no yo.

Lea la entrevista completa en la edición de mañana en La Tercera.