La travesía más amarga de María Inés Contreras

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Sus hijos le regalaron el viaje que siempre soñó a México, sin embargo, una herida insignificante en un pie terminó con su vida. El jueves sus restos serán sepultados en Arica. Su familia acusa que debió enfrentar sin ayuda del Gobierno un proceso clínico extenuante y carísimo lejos del país.


Fue apenas un golpe. Una herida ínfima en la pierna derecha el sábado 4 de mayo mientras bajaba de un bote tras un paseo a Isla Mujeres en México. María Inés Contreras (68) ni se quejó. La laceración era tan insignificante, cuenta Manuel Valderrama, su hijo, que mientras almorzaban en un restaurante, se puso hielo sobre ese rasguño minúsculo y se limpió con agua.

Los planes se mantuvieron inalterables. El grupo de ocho personas –Fabian viajó con su pareja, su suegra y sus dos hijos; Manuel con su novia- que se hospedaba en un hotel all inclusive en Playa del Carmen tomó un tour al día siguiente a Xcaret. María Inés estaba de buen ánimo. Sólo sufría de hipertensión y estaba controlada. El cáncer de mamas que había amenazado su vida hacía más de diez años era un recuerdo amargo. Ahora, festejaba.

El lunes 6 de mayo realizaron una nueva excursión a nadar con delfines y a las 16.00 horas todos se prepararon para el matrimonio en la playa. Ese era el motivo fundamental del viaje: una boda doble de los hijos de María Inés en un escenario "como de película" de arenas blancas y frente a un mar turquesa. La invitación era un regalo:

- Ella soñaba con venir a México y nosotros pensamos mucho tiempo en hacerle este regalo. Iba todo bien, todo perfecto, se sentía como reina en el hotel. Tuvimos este accidente que no tuvo ninguna significancia: ella dio un paso en el aire y se pegó en la canilla, como cuando uno se golpea con el pedal de una bicicleta-, cuenta Manuel.

Lo que vino después fue un pasaje al espanto: María Inés fue amputada y ayer, alrededor de las 15.00 horas, falleció producto de una falla multisistémica en el Hospital General de Cancún.

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La alerta se dio durante la ceremonia nupcial.

María Inés, dueña de casa, bailadora empedernida de zumba, alegre y orgullosa de sus hijos profesionales de la salud, permaneció sentada durante todo el rito. Fabián se acercó a ver qué ocurría y descubrió un moretón cerca del tobillo. Se contactaron con personal del seguro médico que habían contratado y la llevaron a Urgencias en playa del Carmen donde recibió atención traumatológica, se enyesó y se le recetó antibióticos en caso de dolor. Se firmó el alta médica para retornar a Chile el jueves 9 de mayo.

Pero la madrugada del martes 7, María Inés tuvo una crisis: un dolor inexplicable que hizo que sus hijos volvieran a consultar. Les llamó la atención que un dedo del pie estaba de un color oscuro. Tras remover el yeso, en el reciento médico descubrieron que toda la pierna estaba morada. Le pidieron a Manuel que la llevara de emergencia a la Clínica Galenia en Cancún: podía tratarse, se dijo inicialmente, de una trombosis venosa profunda –un coágulo en la pierna- que habría derivado en tromboembolismo pulmonar.

Contrató de forma particular una ambulancia. Al llegar a Galenia, les pidieron US $5.700 para realizar un escáner, otros US $10 mil para formalizar el ingreso y otros US $10 mil para internarla. Manuel intentó pagar, pero ninguna de sus tarjetas de crédito tenía disponible un monto semejante. Le ordenaron trasladarla a un recinto público, antes de hacerlo, debió desembolsar alrededor de $4 millones.

-Estuve dos horas con mi mamá en Galenia. Esas dos horas tuvieron ese costo. Habría pagado porque la dejaran y le dieran atención médica, pero necesitaba que el banco me aprobara de inmediato un sobrecupo semejante. La tuve que llevar al Hospital General de Cancún- detalla Manuel.

La tarde de esa jornada ingresó al Hospital, pero recién el miércoles 8 durante la mañana, por presión familiar, se le realizaron en el Hospital una serie de exámenes: el diagnóstico fue inesperado. María Inés tenía un shock séptico y necesitaban, para salvarle la vida, amputarla. Si se hacía, tenía una sobrevida estimada de 10%. No hacerlo, era dejarla morir.

María Inés estaba consciente cuando se tomó la decisión. Fue la última vez que habló con sus hijos.

-Pidió que no se hiciera. Lloró mucho, no quería perder su pierna, pero entendió. Le dijimos que era lo mejor. Fue muy duro- afirma Manuel.

En ese momento, los hermanos decidieron pedir ayuda. Avisaron en el consulado que estaban solos, ya sin recursos, con su madre en estado grave y que querían trasladarla al país una vez que se estabilizara. "Para que se recuperara o muriera en su tierra, nada más. Consultamos nosotros para hacerlo por nuestros medios. El costo era de US $80 mil. No tenemos ese dinero", dice Manuel.

No hubo respuesta al llamado. Más de 15 días después, el jefe de asuntos consulares, Raúl Sanhueza, se comunicó con ellos para decir "que lo del avión era prematuro, que no estaban las condiciones clínicas. Nunca habló con nosotros".

-La Cancillería salió a informar ayer, a una hora de la muerte de mi mamá, que estaba haciendo gestiones de repatriación. Eso es falso. Hemos estado absolutamente solos, no hemos tenido presencia de ninguna autoridad.El jueves volveremos por nuestros medios a Chile, a enterrar a mi mamá en Arica. No hemos tenido ayuda alguna del Gobierno. Nos dejaron solos- acusa Manuel.

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