Jarry, acompañado de su novia, se reencuentra en Ginebra con el tenis

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El nacional alcanzó su primer semifinal ATP del año y dio un importante salto en su juego en la ciudad suiza. Su pareja, María Laura Urruticoechea, lo acompaña y ha sido un apoyo fundamental.


Ginebra, la ciudad de la paz, la de las organizaciones mundiales, le dio a Nicolás Jarry la tranquilidad que necesitaba para encontrar su mejor juego. La mejor semana tenística de su 2019 toma forma a las orillas del Lago Lemán. Es allí donde el tenista nacional alcanzó su primera semifinal ATP del año, acumuló tres partidos consecutivos sin perder un set, modificó su saque y recuperó confianza. En Ginebra, Jarry se siente en casa.

La facilidad con la que tumbó a Taro Daniel (107º), verdugo de Christian Garin en cuartos de final, solo vino a confirmar la confianza que recuperó el nieto de Jaime Fillol. Se observa en su servicio, en la manera de atacar a su adversario. En la entereza que despliega tras fallar alguna pelota fácil o al desperdiciar un quiebre de servicio. No ha sido un año fácil para el espigado jugador, sobre todo si se compara con el mediático y exitoso 2018. Pero no se ha rendido.

Modificó su saque para alargar el proceso y aprovechar mejor la biomecánica. Un hombre de su estatura no podía desaprovechar semejante ventaja, pero Jarry parecía estar haciéndolo. Tales mejoras le han dado una solidez magnífica que hoy, ante el nipón, brilló. En el segundo set, cuatro de sus servicios los ganó dejando al rival en cero. Tuvo un 87% de eficiencia con su primer servicio, además de ocho aces.

Ginebra, una de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo, le traspasó alguna de sus cualidades a Jarry. Las condiciones climatólogicas —ambiente seco y días soleados— han favorecido el juego del chileno. "Lo mejor fue mi servicio. Fue un día caluroso, así que el bote era bastante alto y la pista no era muy grande. De manera que mi servicio fue muy efectivo", analizó Jarry tras el triunfo de ayer ante Denis Kudla, en conversación con ATPtour.com.

Sin embargo, también le entrega un relajo inusitado al Príncipe fuera de la cancha. Su fascinación por la ciudad le ha llevado a perder el bolso de su novia, María Laura Urruticoechea, quien lo acompaña en el torneo y ha sido fundamental en su semana de renacimiento. "Perdí el teléfono y la cartera de mi novia, todo en uno, esta semana. Lo olvidé en la recepción del hotel", le confesó al sitio oficial del tenis. "Gracias a Dios no se lo tomó mal. No es una persona que dependa del teléfono. Todo está bien, ahora está usando mi teléfono… [Sobre la cartera] tengo que pagar todo pero están bien. La cuestión es que debe gestionar todo cuando regrese a casa", agregó.

La capital financiera del mundo se transformó, sin quererlo, en la cuna del renacer de Jarry. La opción de coronar semejante semana con un título está a solo dos partidos. Con la firmeza en su saque y el aplomo mental que ha mostrado en Ginebra, es posible. En semifinales deberá enfrentar al rumano Rady Albot (45º), mañana, a eso de las 8 de la mañana. Será la oportunidad del chileno de clasificar a su primera final del año, con María Laura apoyándolo desde la tribuna.

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