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La batalla por drogas legales, seguras y de buena calidad en Canadá

El Frente de Liberación de Usuarios de Drogas (Dulf) en Canadá, fundado en 2020, busca entregar a los consumidores un suministro seguro de narcóticos que tradicionalmente se compraban en el mercado ilegal. Pero ahora sus creadores enfrentan cargos federales por tráfico de drogas.

Foto: Archivo IMAGO/Michael Bihlmayer

A cinco años de que se fundara el Frente de Liberación de Usuarios de Drogas (Dulf) en Canadá, una organización revolucionaria que buscaba entregar a los usuarios de drogas un suministro seguro (legal, puro y regulado) de narcóticos que tradicionalmente se compraban en el mercado ilegal, sus fundadores enfrentan cargos federales de tráfico de drogas y actualmente esperan la decisión de la apelación realizada en marzo del año pasado.

La Agencia de Salud Pública de Canadá publicó a fines de agosto los datos más recientes sobre muertes por toxicidad por opioides, que muestran que en 2024 un promedio de 20 personas fallecieron al día. En 2023, el promedio fue de 22 muertes al día. El año pasado, la cifra alcanzó a 7.146 decesos.

El Centro Canadiense sobre Uso de Sustancias y Adicciones (CCSA) dijo que a pesar de la aparente disminución, el número total de personas que mueren a causa de los opioides en el suministro de drogas tóxicas sigue siendo muy alto.

No se sabe por qué las tasas de mortalidad están disminuyendo en muchos lugares, aunque el CCSA notó que hubo una disminución del potente carfentanilo entre algunas muestras analizadas y un cambio del consumo por inyección a la inhalación.

Foto: Archivo

Samantha King, analista de investigación y políticas del CCSA en Ottawa, dijo que si bien las disminuciones son alentadoras, las muertes siguen siendo mucho más altas que cuando Columbia Británica declaró las muertes por sobredosis relacionadas con opioides como una emergencia de salud pública en 2016.

“No es momento de descuidar la asignación de recursos ni para la reducción de daños ni para el tratamiento”, dijo King en una entrevista con CBC.

A merced del suministro de drogas

Street Health de Toronto gestiona un pequeño punto de consumo supervisado desde 2018.

“Seguimos viendo a miles de personas morir por causas evitables en todo el país. Y no me siento cómoda pretendiendo que eso es normal”, dijo Kelly White, gerente de programas de reducción de daños de la organización sin fines de lucro.

White dijo que sus clientes están a merced de los proveedores de drogas de la calle, lo que ha variado con el tiempo con los correspondientes peaks y reducciones en las muertes por sobredosis.

El fentanilo y opioides similares, como el carfentanilo, que es más potente , podrían ser menos comunes ahora, dijo White. Sin embargo, se observa un mayor suministro de tranquilizantes para animales con opioides, conocidos como tranq.

Eris Nyx y Jeremy Kalicum, formaron Dulf en 2020 y, desde entonces, han dirigido la operación prácticamente por sí mismos, indicó el diario The Guardian. “Recaudan dinero, compran drogas en la red oscura, las envían a laboratorios para analizar su pureza mediante espectrometría de masas y otras tecnologías, y luego las empaquetan y distribuyen. En ocasiones, reparten las drogas en eventos mediáticos, lo que consideran una especie de teatro, para llamar la atención sobre la crisis de sobredosis”, indicó el periódico.

The Guardian sostuvo que desde hace unos meses comenzaron un programa más oficial, inscribiendo a 40 personas en un estudio para demostrar cuánto más seguras son las drogas bien reguladas que las que se consiguen en la calle.

El estudio es simple: 20 personas que consumen heroína, cocaína o metanfetamina pueden ir a Dulf y recoger sus drogas a precios inferiores a los del mercado, como parte de lo que llaman el “club de la compasión”. Los otros 20, el grupo de control, siguen comprando sus drogas como siempre, en la calle.

Todos completan extensos cuestionarios sobre sus antecedentes, sus vidas, su consumo y sobredosis. Hasta el momento, Dulf ha descubierto que nadie en el grupo del club de la compasión del estudio ha sufrido una sobredosis, ya sea mortal o no, indicó el diario.

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El club de compasión tiene dos propósitos: mantiene a 20 personas (y esperan que más en el futuro) más seguras de una sobredosis que si compraran drogas en la calle, y también sirve como modelo, uno que esperan que el gobierno no pueda ignorar, dijeron al diario.

Sus fundadores señalaron, además, que su organización tuvo originalmente respaldo de lugares habitualmente hostiles hacia los consumidores de drogas: gran parte del aparato de salud pública de la ciudad, desde los médicos de los hospitales hasta los directores de los departamentos médicos de grandes universidades e incluso el alcalde de Vancouver, han abogado para que obtengan una exención del gobierno federal de Canadá que les permita traficar con drogas legalmente.

“Este es nuestro último recurso para detener la muerte de personas en esta comunidad”, dijo Eris Nyx a The Guardian. “Después de años y años probando todo lo demás, solo estamos dando drogas a la gente”, añadió.

“El quid de todo este asunto es el régimen de prohibición de drogas, que es lo que está causando los peaks de muerte: la volatilidad del suministro de drogas”, añadió. “Si le das a la gente drogas con un contenido predecible, dejan de morir. Así que pasé todo mi tiempo en organizaciones sin fines de lucro y gobiernos diciendo: ‘Alguien debería darle a la gente drogas con un contenido predecible’, y luego pensé: ‘Bueno, al diablo, simplemente lo haré’”.

La idea de proporcionar un suministro más seguro de drogas a los consumidores no era del todo inédita. El gobierno del NDP de Columbia Británica ya había creado en 2020 el primer programa de suministro seguro de Canadá, aprobado por el gobierno, que ofrecía opioides farmacéuticos como la hidromorfona y las anfetaminas farmacéuticas.

Sin embargo, se vio obstaculizado por la escasa aceptación, ya que muchos médicos dudaban en recetarlos y algunos consumidores los consideraban débiles en comparación con la cada vez mayor oferta callejera.

Nyx y Kalicum criticaron el programa, ya que dependía del acceso a un diagnóstico preciso y a médicos comprensivos, y porque no podía proporcionar a la gente las drogas que realmente necesitaba, como la heroína y la cocaína.

La versión de Dulf para el suministro seguro era mucho menos restrictiva. Su propuesta para Health Canada describía dos posibles enfoques. En el primero -su opción preferida-, Dulf compraría medicamentos a un proveedor autorizado y regulado como Fair Price Pharma. Fair Price, una empresa que produce heroína inyectable, fue cofundada en 2020 por un exfuncionario provincial de salud de Columbia Británica y un epidemiólogo que dirigió el único ensayo clínico de tratamiento asistido con heroína de Health Canada hace casi 20 años. (Fair Price aún está buscando la aprobación de sus productos).

Los medicamentos serían envasados, etiquetados y distribuidos por el club de compasión, que también sería designado como centro de prevención de sobredosis. Los miembros serían derivados y evaluados por VANDU, que fue cosolicitante en la solicitud. Dulf se aseguraría de que los usuarios tuvieran al menos 19 años, utilizaría un sistema de almacenamiento con doble llave para los medicamentos y mantendría registros detallados.

Sin embargo, la solicitud también reconocía que este enfoque era imposible, ya que la ley federal restringía el uso de la heroína, la cocaína y las metanfetaminas a fines científicos y médicos.

El año pasado, la ministra provincial de Salud Mental y Adicciones declaró que no sabía de Dulf y su financiamiento público hasta que vio una entrevista; la autoridad sanitaria, a pesar del apoyo previo, guardó silencio. Lo mismo hicieron los aliados restantes del grupo en el ayuntamiento. La buena voluntad política se esfumó. A finales de octubre del año pasado, la policía allanó el club de compasión y arrestó a Nyx y Kalicum.

Desde la redada, las iniciativas oficiales de reducción de daños en Columbia Británica se han estancado gradualmente y han retrocedido. El otoño pasado, el forense de Columbia Británica recomendó proporcionar un suministro seguro de medicamentos a personas sin receta, argumentando que depender únicamente de medicamentos recetados por médicos no era suficiente para abordar la crisis.

Tanto el primer ministro como el ministro de Salud Mental y Adicciones rechazaron rotundamente esa idea. Posteriormente, esta primavera, el gobierno descartó una parte clave de su programa piloto de despenalización, un ensayo de tres años que despenalizó pequeñas cantidades de drogas para consumo personal.

En abril de este año, volvió a penalizar el consumo en lugares públicos, en parte como respuesta a la reacción negativa de la opinión pública y política. (El consumo privado sigue permitido).

Las muertes por opioides reportadas disminuyeron a nivel nacional en Canadá en un 17% el año pasado, según muestran cifras federales, pero estas caídas no están ocurriendo de manera uniforme en todo el país, según un nuevo informe.

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