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Diez mil chilenos en Israel y 20 mil judíos en Chile se mantienen en alerta por el futuro diplomático entre ambos países

La decisión del Ejecutivo de retirar a los agregados militares chilenos en Israel reactivó temores ante un eventual quiebre de relaciones entre los estados.

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A primera hora de este miércoles el Ministerio de Relaciones Exteriores, encabezado por Alberto van Klaveren, oficializó el retiro de los agregados militares desde Israel en respuesta a la “gravísima situación humanitaria” que vive la Franja de Gaza. El rumor, a esa altura, ya señalaba que el Presidente Gabriel Boric anunciaría en su última cuenta pública la ruptura total de relaciones diplomáticas con el Estado de Israel. La información, eso sí, fue descartada rápidamente.

“El retiro se da producto de la desproporcionada e indiscriminada operación militar del Ejército de Israel, así como por los constantes obstáculos para permitir el ingreso de ayuda al citado territorio palestino”, indicó Cancillería, detallando que se trata del agregado de Defensa y Aéreo, el coronel Christian Stuardo Núñez, y el agregado militar, coronel Marcelo Eló Rodríguez.

Más tarde, el ministro del Interior, Álvaro Elizalde, calificó la medida como “una señal” y llamó a “no especular” sobre una posible ruptura diplomática.

Pero las alarmas se encendieron de inmediato y las posibles consecuencias diplomáticas -incluso fruto del mero retiro de los agregados militares- comenzó a tener eco inmediatamente en el plano de la comunidad judía en Chile, así como la de los nacionales en tierras israelíes.

En Chile los judíos son una de las colonias más grandes en América Latina. Se estima que hay 20.000 personas institucionalizadas según detallan desde la propia comunidad, donde también indican que podrían existir hasta 100.000 personas de origen judío en el país, muchas de ellas no activamente vinculadas.

La mayor concentración se encuentra en la Región Metropolitana, especialmente en las comunas de Providencia, Ñuñoa, Las Condes y Lo Barnechea, donde se emplazan la mayoría de las sinagogas. También existen comunidades más pequeñas en Viña del Mar -la segunda más grande-, Valparaíso, La Serena, Temuco, Concepción y Valdivia, donde está la sinagoga más austral. En regiones no todas las sinagogas cuentan con un rabino, por lo que son requeridos rabinos desde Santiago.

En términos generales, la red institucional de la comunidad alcanza cerca de 50 organizaciones activas, entre ellas, las 15 sinagogas además de tres colegios: dos en la capital y uno en Viña del Mar. También está el Museo Judío, el Campus Judío de Vitacura y el Estadio Israelita Maccabi en Santiago, junto a un segundo recinto deportivo en Reñaca. Además existen dos compañías de bomberos de tradición judía en Ñuñoa y Valparaíso.

También hay otras organizaciones, como la Asociación de Mujeres Judías de Chile, Keren Kayemet LeIsrael (dedicada a la reforestación) y agrupaciones de asistencia social, como un hogar de la tercera edad.

Lo anteriormente descrito sólo sirve para graficar el número de personas que en Chile necesitan de un consulado israelí en caso de trámites. Por eso, ante la eventualidad de un quiebre de relaciones diplomáticas entre Chile e Israel, los ciudadanos adelantan que podrían buscar apoyo consular en países vecinos que mantienen representación israelí activa, como Argentina y Perú, ambos con embajadas activas en Buenos Aires y Lima. Brasil y Bolivia ya culminaron sus relaciones con el país.

Chilenos en Israel

Pero la preocupación también llegó a los más de 10.000 chilenos que residen actualmente en Israel, según pudo confirmar La Tercera con la comunidad chilena en dicho país, cifra reconocida internamente por la propia Cancillería.

“Lo que más preocupa es que, si se rompe la relación bilateral, los chilenos residentes acá no podrían renovar pasaportes, cédulas de identidad ni realizar ningún trámite consular”, explica Siván Gobrin, vicepresidenta de la Comunidad Chilena en Israel.

Además, agrega que “si bien el corte de relaciones aún es solo un rumor, el retiro del agregado militar ya es un hecho. Para nosotros eso representa una forma de abandono del Presidente Boric en plena época de guerra”.

Gobrin, además, detalla que actualmente en Israel hay chilenos en intercambios académicos o actividades comerciales, y no todos pertenecen a la comunidad judía, por lo que están fuera de todo catastro.

A su vez, explican que la única opción que tendrían para realizar trámites consulares serían los viajes a países de Europa, toda vez que la situación con países fronterizos “está complicada”.

Consultada la Embajada de Israel en Chile afirman que aún no se referirán a la reciente decisión del gobierno chileno.

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Sin embargo, el experto internacional y académico de la Facultad de Gobierno UDD, Guido Larson, señala que además de lo diplomático, hay otras esferas que podrían verse afectadas. “Una ruptura unilateral es difícil de recomponer, incluso con un cambio de gobierno. Aumenta la posibilidad de errores, afecta el comercio, la cooperación y puede traer represalias, como restricciones a visas o acusaciones de antisemitismo”.

A su vez, la Comunidad Judía en Chile ha transmitido que la decisión “no es política exterior, es ideología disfrazada de diplomacia. El costo lo pagamos todos los chilenos, y la Comunidad Judía queda, una vez más, expuesta. Además, al debilitar los lazos con Israel en medio de un conflicto, se abandona a miles de compatriotas residentes allí, privándolos del respaldo consular que el Estado está obligado a garantizar”.

Ya el martes los ánimos de parte de la comunidad judía en Chile estaban tensos, toda vez que para una actividad oficial el gobierno envió a un funcionario que no pertenecía a la primera línea diplomática, lo que se leyó como una señal de frialdad del Ejecutivo.

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