Gordon Matta-Clark toma por asalto el Bellas Artes

Su primera retrospectiva en Sudamérica abre hoy en Santiago, en el mismo lugar en que realizó una intervención en 1971.




En 1971, Gordon Matta-Clark, hijo de Roberto Matta, visitó Chile para encontrarse con su padre, pero no lo encontró: el pintor surrealista ya se había marchado. En ese momento, no se hablaban y estaban distanciados. Matta había abandonado a su nueva esposa y a sus hijos, Ramuntcho y Federica, de la misma manera que durante su infancia había dejado a su madre (Anne Clark) y a su hermano.

Ante la ausencia del progenitor en Santiago, Matta-Clark pidió el mismo intervenir el Museo de Bellas Artes. Cortó un agujero en el techo y dejó entrar luz a una pieza interior, ubicada en el costado suroriente del primer piso del museo. Han pasado 38 años y el recinto del Parque Forestal es el único edificio intervenido por Matta-Clark que todavía existe, ya que el resto de las construcciones fueron demolidas.

Desde hoy, fotografías inéditas de esa histórica acción de arte se exhibirán por primera vez en la sala Matta del Museo de Bellas Artes, en la exposición Deshacer el espacio. En la muestra, patrocinada por el estudio de abogados Barros y Errázuriz, el público verá fotografías y videos de los "cortes" sin permiso que el hijo de Matta realizó, motosierra en mano, en edificios y casas antes de ser derribadas en Nueva York o París, precisamente en el barrio donde se construía el Centro Pompidou. También hay una réplica de uno de sus "muros de basura".

En 1971, como una propuesta para construir viviendas de mejor calidad que las casas de cartón usadas por los indigentes que vivían bajo el puente de Brooklyn, Matta-Clark creó una pared sólida con desperdicios industriales reciclados. Después de la muerte del artista, en 1978, esta obra se ha realizado en diferentes lugares bajo la supervisión de Jane Crawford, viuda de Matta-Clark, quien está de visita en Chile. Hoy, este muro se exhibe en el hall central del Bellas Artes, compuesto por televisores, tostadores, casetes de Frank Sinatra y Los Blops, juguetes, un control remoto, un calefón, bolsones escolares, calentadores de agua y botellas de tequila. Todos, desechos donados por anónimos transeúntes santiaguinos.

Estas obras permiten observar cómo Matta-Clark rechazó los límites tradicionales del arte, expandiendo sus fronteras a través del reciclaje, incluso cuando ese concepto no era frecuente. El realizador vio belleza en edificios abandonados o trastos viejos. La exposición Deshacer el espacio es una magnífica traducción de la gran consigna de Matta-Clark: conjugar vida y arte en un mismo gesto de disidencia, sin temerles a los excesos de la imaginación. El hijo de Matta sigue desconcertando con sus obras de arte, donde el resultado no es relevante y lo que importa es el proceso, precisamente en la sala subterránea del Bellas Artes que lleva el nombre de su distante y escurridizo padre.

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