La cosecha de los colegios verdes

imagen-escuela-ciudad-de-lyon-36

Desde 2010 el Ministerio de Medio Ambiente promueve la certificación de establecimientos educacionales para integrar contenidos a la malla curricular.




Un semáforo que indica la calidad del aire es el primer elemento que se ve al ingresar a la escuela Ciudad de Lyon, ubicada en la comuna de El Bosque. Es también el primer indicio de la calidad de excelencia medioambiental, que el Ministerio de Medio Ambiente le ha otorgado, como parte del programa de certificación ambiental a establecimientos educacionales (CAEE), una especie de colegios verdes, que la cartera realiza desde 2010.

El programa establece categorías para certificar en nivel básico, medio y de excelencia, dependiendo de cómo un colegio incorpora en su gestión y malla curricular, conceptos relacionados con el reciclaje, cambio climático, eficiencia en gestión de recursos naturales y otros asociados al cuidado del ambiente. La escuelita de El Bosque es un ejemplo de ello, explica el director del establecimiento, Sergio Segovia: "Acá todo el trabajo se enfoca en nuestro lema, que es 'con calidad y compromiso con el medio ambiente'. Ese es nuestro sello y es el resultado de un trabajo de ocho años".

El colegio estableció una nueva asignatura, de dos horas semanales, denominada huerto, que es parte del sistema de calificación y donde alumnos de todos los cursos, desde pre kínder a octavo básico, aprenden sobre "el proceso de siembra y cosecha de diferentes productos orgánicos, entre otras cosas. Por ejemplo, la primera unidad apunta a la sensibilización y cuidado de medio ambiente, luego se pasa a entrega de contenidos como conocer el árbol, las especies nativas, los tipos de suelo y agua. Hay otra unidad que incorpora conocimientos asociados a la contaminación, reciclaje y degradación de la basura", detalla el director.

Lo aprendido se lleva a la práctica en el mismo colegio. Además de murales explicando, por ejemplo, que un árbol produce 360 litros de oxígeno que permite la sobrevivencia de un adulto, o de dos niños, o de ocho guaguas, tienen un invernadero y huerto que se implementó en una parte del establecimiento y donde se cosechan vegetales; realizan campañas de reciclaje periódicamente, y construyeron un criadero de lombrices para hacer humus (fertilizante natural). Todo lo cosechado y trabajado se vende y luego es reinvertido.

En paralelo, existe una cuadrilla de forjadores ambientales, compuesta por 30 alumnos (de todas las edades), que voluntariamente promueven acciones y campañas en sus cursos. Yanitza Castro (9), va en cuarto básico, pero empezó en pre kínder como forjadora. Cuenta que "lo que más me gusta es cuando nos toca huerto porque aprendemos de plantas y cómo del vaso de yogurt (reciclado como maceta) las pasamos a la tierra".

Luis Rodríguez (12), es estudiante de octavo y lleva tres años en la cuadrilla. Asegura que lo aprendido lo replica en su casa donde, dijo, "tenemos un huerto y un mini terreno para cultivar las lombrices".

Según datos de la Seremi de Medio Ambiente Metropolitana, en el país hay alrededor de 1.100 colegios certificados; 136 de ellos están en la Región Metropolitana, y se espera sumar a otros en el nuevo proceso de postulación, que se abrió el pasado 20 de marzo y que se extiende hasta el 7 de abril.

El seremi del ramo de la RM, Jorge Canals de la Puente, explicó que el proceso contempla un acompañamiento "al equipo docente, para ir implementando políticas medioambientales, según el nivel al que postulan, y también verificamos que esos contenidos y modelos incorporen a la comunidad educativa completa y a los vecinos", y añadió que la certificación permite que la escuela tenga "preferencia para postular a otros proyectos ambientales con fondos públicos".

Si bien la certificación actualmente es voluntaria, se espera que a futuro estos contenidos puedan estar integrados en el currículo transversal de la educación chilena.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.