La fiesta de quince años de González y Massú

En 2000, un 7 de mayo, ambos tenistas disputaron su primera final ATP. En el 15º aniversario, se reencontraron en un homenaje en Puente Alto. Abrazos y bromas marcaron la cita.




El domingo 7 de mayo de 2000, por primera vez en muchos años, aparecían dos chilenos distintos a Marcelo Ríos disputando la final de un torneo ATP. Fue en Orlando, y sus protagonistas iniciarían ahí un camino que, años más tarde, los llevaría a la gloria: eran Fernando González y Nicolás Massú.

Feña daba sus primeros pasos en el circuito. Se ubicaba en el puesto 352 del ranking mundial, y tuvo que sortear una exigente clasificación para llegar al cuadro principal, donde ya estaba Nico, quien con 20 años ocupaba el puesto 89 del escalafón. Ambos buscaban ganar experiencia en torneos de esta categoría. Sin embargo, los dos se convirtieron en sorpresas, y así llegaron a la final, donde el de La Reina se impuso por un claro 6-2 y 6-3.

Ayer, a 15 años de aquel hito, volvieron a coincidir en una cancha de tenis. No en los courts de la cosmopolita Orlando, sino que en la pujante Puente Alto. Ya no para jugar, sino que para ser homenajeados por el municipio, que inauguró un mosaico conmemorativo de su actuación en los Juegos Olímpicos de Atenas.

Acompañado de su hermana, Jéssica, el Bombardero llega antes a la cita, y una avalancha de niños lo recibe, mientras el alcalde Germán Codina intenta poner orden. Pacientemente, atiende los requerimientos. Minutos más tarde, aparece Massú. Un fuerte abrazo los reencuentra. "Había algo de taco, pero luego se hizo expedito", afirma el doble campeón olímpico, a modo de disculpa.

Ambos lucen distintos a esa tarde de Orlando. Por un lado, Feña ya luce un tono distinto en su característica melena. "No son sólo canas, también hay un poquito de guata", dice, desatando las risas. Mientras que Nico igualmente empieza a evidenciar el paso de los años en su barba. El cabello rubio comienza, lentamente, a alternarse con tonos blancos.

Esta vez no hubo raquetazos, sino guarachas, que bailaron con niños con síndrome de Down. Luego, el descubrimiento del mosaico y, después, se hacen un tiempo para conversar con La Tercera sobre aquella primera final.

Ambos, al ser consultados, se muestran un poco sorprendidos con la efeméride. Pero animadamente, cada uno, recuerda esa semana, clave para sus carreras.

"Me acuerdo de todo. Fue mi primer título, antes de cumplir los 20 años. Fue un gran momento en mi carrera, y fue uno de los saltos más importantes que tuve", asegura Feña.

Nico, en tanto, apunta -con un dejo de nostalgia- que  "fue un torneo importante. Orlando es una ciudad súper entretenida, y yo lo pasé muy bien. Me acuerdo de que ya venía en ascenso, y estaba entre los primeros 100 del mundo. Había empezado a ganar partidos ATP, y esa final fue un partido más con Fernando, de los tantos que jugamos... El ganó esa vez, y después me tocó ganar. Fue bonito que nos topáramos los dos en la final. Además, fue la final más joven de la temporada: Fernando tenía 19 y yo, 20. Más encima, dos chilenos... Fue espectacular. ¡Uf! Han pasado 15 años ya... Éramos muy jóvenes y teníamos mucha expectativa".

Incluso, González estuvo a punto de no llegar al cuadro principal: "Entré de último a la clasificación, y estuve match point abajo en la segunda ronda de la qualy (N. de la R.: frente a Giorgio Galimberti). Recuerdo que jugué increíble. Tenía saque nuevo y resultó muy bien. Tanto, que fui campeón".

Gladiador

El actual capitán de Copa Davis recuerda esa semana por un hecho extradeportivo, que sería determinante para su carrera desde el punto de vista anímico. "Esa semana fue muy bonita, porque también vi Gladiador, una película que me marcó para siempre", confiesa.

Hoy, el presente de ambos sigue relacionado con el tenis, aunque desde otra faceta. "El tenis pasa, quedan los recuerdos y una experiencia importante", expresa Feña. Luego, toma aire y reflexiona, nuevamente: "¿Sabes? Creo que esa final fue el salto más importante de mi carrera. No fue el resultado más importante, pero sí un salto de madurez".

González alterna el trabajo en su fundación y su escuela con algunas exhibiciones. "Eso ocupa casi todo mi tiempo. Ahora voy a jugar a Wimbledon y, a fin de año, estaré en Amsterdam y Londres", mientras Nico comenta: "Estoy trabajando para los niños. Por ejemplo, esta semana estuve entrenando con los chicos de 12; la semana antepasada, con los de 14; y antes, con los de 18 y 16. Los entreno dos veces por semana y espero conocerlos más".

Termina el tiempo, ambos héroes de Atenas se despiden. Siempre están en contacto -no sólo para hablar de tenis- y, seguramente, por el resto de sus vidas se seguirán encontrando y conmemorando sus hazañas que, aunque pasen los años, continuarán en la conciencia suya y en la de millones de chilenos.

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