Columna de Carlos Meléndez: El extra-sistema



Políticos anti-establishment pueden compartir las reglas del juego y valores democráticos o no. Quienes lo hacen, buscan derrocar a las élites empleando las normas establecidas. Quizás pueden incluso proponer refundaciones constitucionales, pero respetando el Estado de derecho. Quienes no, son más peligrosos, pues en su ímpetu por tumbarse al establishment, pueden derrocar regímenes democráticos. Por ahora, el Presidente peruano Pedro Castillo se mantiene en el primer grupo, pero claramente Nayib Bukele, su homólogo salvadoreño, ya pasó al segundo.

Ha aparecido en el horizonte vecino, un actor extra-sistema, con ciertas posibilidades de pescar en el mar revuelto de la política peruana. A diferencia de los anti-establishment, el extra-sistema se define por no compartir ni las normas ni el espíritu de la democracia y su victoria política resulta muy peligrosa porque puede hacer estallar al propio sistema político democrático. Antauro Humala tiene las credenciales para hacerlo. El hermano del expresidente Ollanta, ha engendrado su capital político en dos acciones armadas: en una rebelión militar contra el gobierno autoritario de Alberto Fujimori y en un asalto a un puesto policial, durante el gobierno democrático de Alejandro Toledo, que terminó con la vida de cuatro policías. Amnistiado de la primera y, luego de más de 17 años de prisión por la segunda, acaba de salir en libertad con el afán de llegar al poder.

Si bien ha optado por formar un partido político propio (Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros-ANTAURO), esta organización puede parecerse más a una milicia. No solo por la dirección militarizada, sino porque sus huestes están integradas mayoritariamente por “licenciados” del Ejército Peruano, hombres jóvenes que terminaron instrucción castrense básica. Si bien no portan armas, están entrenados en su uso y alguna vez ya cruzaron la frontera de la política vía los ataques bélicos. Además, están cohesionados por una “ideología” made-in-Peru: el etnocacerismo. Se trata de un entramado de ideas-fuerza nacionalistas, estatistas en lo económico, conservadoras en lo social, justificadoras de violencia étnica. Tiene como triada inspiradora el Tahuantinsuyo, el dictador Juan Velasco Alvarado y Andrés Cáceres, este último, héroe de la resistencia andina durante la Guerra del Pacífico. (De hecho, en diversas ocasiones, Humala ha explicitado antichilenismo). Estamos, pues, ante un pensamiento que desborda en xenofobia y totalitarismo, opuestos naturales de principios democráticos.

Políticos extra-sistemas normalmente no tienen futuro, salvo de una larga conversión -Mujica en Uruguay, Petro en Colombia-. Pero en un sistema de instituciones políticas en proceso de derrumbe -como en Perú-, no solo pueden irrumpir exitosamente y alcanzar el poder, sino, además, imponer sus propias convicciones. Perú fue capaz de prevenir el ingreso de Sendero Luminoso a la política electoral -vía Movadef-, pero en la situación actual de inestabilidad, hiperfragmentación y polarización, asoma una amenaza mayor, imprevista y funesta.

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