Columna de Carlos Ominami: El desafío del 4 de septiembre

Plebiscito


Por Carlos Ominami, economista

Es crucial para el futuro de Chile el éxito del proceso constituyente. Éste pasa por un triunfo nítido del “Apruebo” en el plebiscito convocado para el 4 de septiembre. Luego del triunfo abrumador de esta opción en el plebiscito de entrada, este se daba casi por descontado en el de salida. El curso posterior del debate muestra que ese resultado no está asegurado.

Era más simple construir una amplia mayoría en contra de la Constitución de 1980. La multiplicidad de materias que involucra la redacción de un nuevo texto ofrecerá siempre la oportunidad de disentir de una u otra. El presidencialismo, el bicameralismo asimétrico, la plurinacionalidad, las autonomías territoriales o el pluralismo judicial son, entre otras, materias siempre controversiales. La tendencia, comprensible, de algunos colectivos a poner por delante sus identidades más que una visión de conjunto ha hecho más difícil la tarea.

La decisión entre aprobar o rechazar debe hacerse a partir de una idea central: sacar adelante el proceso constituyente haciendo posible la transición desde el neoliberalismo a un Estado social democrático de derechos. En ese camino, para el cual no existen ni modelos ni recetas, se pondrán a prueba las instituciones y los instrumentos que ofrece la nueva Constitución. Es evidente que se necesitarán adecuaciones que deberán ser procesadas de acuerdo a las reglas de la democracia. Lo fundamental es abrir el camino. Y si de despejar la incertidumbre se trata, nada podría ser más incierto que el escenario que generaría un hipotético triunfo del “Rechazo”.

La campaña por el “Rechazo” partió hace semanas y ha ganado fuerza. Inteligentemente sus líderes han cedido protagonismo a figuras que estuvieron por aprobar, aunque a regañadientes, porque ninguna de ellas se caracterizaba por su apoyo a la demanda de una nueva Constitución.

La campaña por el “Apruebo” todavía no comienza. Queda poco tiempo. Hay lecciones que aprender de plebiscitos que se suponían ampliamente ganados, como el Brexit o el relativo a La Paz en Colombia, que se terminaron perdiendo. Las vocerías con las que se identifique una u otra opción serán determinantes. Los líderes de la derecha dura no estarán en primera línea. Los rostros del “Apruebo” deben ser diversos, prestigiados, amables, inclusivos.

Aunque lejana, la experiencia del plebiscito del 5 de octubre de 1988 debe estar presente. En condiciones difíciles, se sacó adelante una campaña unitaria, creativa, alegre y sólidamente fundamentada en la evidencia. Esa es la manera de enfrentar la campaña del terror hoy en curso. Esta es la oportunidad para recomponer la unidad de las fuerzas de cambio y terminar con la fragmentación del apoyo al gobierno en dos coaliciones.

Cabe en este empeño una responsabilidad mayor a las fuerzas transformadoras presentes en la Convención:  proponerle al país un texto que abra nuevos horizontes y no entregue   pretextos a los conservadores para volver atrás el reloj de la historia.

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