Columna de Iris Boeninger: El hilo de la historia no se puede ni debe cortar

Ad portas de la conmemoración de los 50 años, nos encontramos frente a una alarmante división y polarización de los chilenos. La sesión de la Cámara de Diputados del 23 de agosto pasado lo demuestra. Cortar el hilo de la historia no es posible. Lo qué pasó, pasó. Pero sí podemos y debemos estar atentos a la no repetición.
Ya hubo un intento, sí, en el que se corrió un grave riesgo institucional desde el 18/10/19 hasta la difícil salida institucional del 15/11/2019. Se validó la violencia y se quiso quebrar nuestra democracia, sumándose además una indiferencia pasmosa de muchos políticos, que miraron para otro lado como si nada ocurriera.
Hoy nos encontramos ante una crisis de representación, donde los representados no se ven en el representante, como si fueran actores que actúan mal el personaje. Acorde a la última encuesta CEP, los partidos políticos miden un 3 por ciento. Esta crisis se produce por la lejanía de los políticos con la gente, en los que prevalecen posiciones irreductibles, como también egos que están por encima de los intereses colectivos de los ciudadanos.
El clima de inseguridad, la desconfianza generada en la ciudadanía por el fraude de fundaciones que en nombre de temas sociales utilizaron los fondos de los chilenos para otros fines, sumados a la indiferencia frente al tema de la salud -donde se sientan a esperar que se desmorone-, listas de espera en aumento, deudas de Fonasa con el sistema y la quietud ante un mal desenlace, no conforman un escenario tranquilo para una adecuada conmemoración. Y uno se pregunta, por qué al ciudadano no le importa ni le interesa está conmemoración, que acorde Cadem, mide un escaso 1 por ciento. Por esto.
Esta conmemoración no se trata de una competencia, de quién tiene la razón ante un hecho histórico; se trata de entender los dolores y fisuras que sufrieron muchos. Cada uno tiene sus “nunca más”, pero sin dudarlo hay tres que prevalecen: los “nunca más” a las violaciones sistemáticas a los derechos humanos y a la violencia, “nunca más” al quiebre de nuestra democracia y “nunca más” llegar a extremos que dejen nuestra gobernabilidad en jaque por malas decisiones políticas, económicas y sociales. Es mandatorio sostener el respeto inquebrantable a la Constitución y las leyes.
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Nos encontramos frente a un dilema que debemos resolver, y se trata de tomar una decisión. ¿Querremos encontrar algunos mínimos comunes para declarar en forma conjunta? Sería sanador para nuestro país y el futuro de nuestros jóvenes demostrarles a los ciudadanos que somos capaces de ello, tal que Chile pueda sanar sus heridas, y de convivir juntos, en paz.
Seguir navegando sumergidos en un torrente de distintas interpretaciones o cortes de nuestra historia, nos llevará a seguir sin rumbo, frente a los graves problemas que aquejan a quienes habitan nuestra patria .
Los dolores no terminarán, pero se debe dibujar un futuro exento de odio y divisiones. Miremos por un momento desde la eternidad, el paso del tiempo, y no querremos perder ni un minuto más.
Por Iris Boeninger, economista y exembajadora en Uruguay
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