Columna de Mauricio Morales: Del trasnoche ideológico al pragmatismo efectivo

Los gobiernos impopulares suelen ser irrelevantes en su último año. Los ciudadanos están más pendientes del futuro inmediato del país en los cuatro años siguientes, que de los cuatro años que se van junto con el Presidente de turno. Sin embargo, en el gobierno de Boric la situación es muy distinta. La principal figura del gabinete -Carolina Tohá- decidió ser candidata. Dado que le será imposible desacoplarse del Presidente y de su gestión a cargo del Ministerio de Interior, necesita que el gobierno mejore sus niveles de popularidad. Sólo de esa manera podrá elevar sus chances de triunfo para las presidenciales de noviembre. En este contexto, ¿qué debe hacer Gabriel Boric?
Primero, al gobierno le hará bien renovar los rostros a cargo del Ministerio de Interior y del próximo Ministerio de Seguridad Pública. Las prioridades son dos: combate al delito y control migratorio. Nada más. El nuevo ministro de Seguridad Pública deberá convertirse en un verdadero sheriff, y su misión será mostrar resultados inmediatos, claros y comunicacionalmente contundentes. El gobierno debe aprender a cacarear el huevo. No basta con mostrar cifras. Lo importante es incidir en la percepción de los ciudadanos en torno a los avances en materia de seguridad pública. A este diseño se podría incorporar la vocería, pues si bien su tarea es responder a los ataques de la oposición, una estrategia meramente reactiva no basta, especialmente en año electoral.
Segundo, si el nuevo ministerio cumple con las expectativas y, en efecto, se constituye en una instancia que combate más eficientemente el delito, el crimen organizado y el narcotráfico, de inmediato esos logros serán transferidos a Tohá. Fue ella quien impulsó la creación del ministerio y, por tanto, es justo que coseche las ganancias. Adicionalmente, una mejor evaluación del gobierno en seguridad pública traerá como consecuencia un alza en la aprobación presidencial, lo que rebotará positivamente en la popularidad de Tohá.
Tercero, el gobierno necesita mostrar cifras económicas más halagüeñas. Existen dudas razonables sobre el déficit fiscal, lo que ha abierto un espacio de crítica desde la oposición. De igual forma, sería muy adecuado insistir en el efecto inmediato de la reforma previsional sobre el alza en las pensiones, especialmente de los segmentos de menores ingresos que, dicho sea de paso, han sido particularmente reacios a respaldar al gobierno. La encuesta Pulso Ciudadano muestra que si el promedio de aprobación de Boric es del 30,8%, en los segmentos más pobres la cifra es de 26.4%. Lo mismo ha ocurrido con los electores más longevos, significativamente menos entusiastas con el gobierno en comparación con los electores más jóvenes. Nadie mejor que la ministra Jara para cumplir con esta tarea.
En consecuencia, el equipo de Boric debe abandonar, definitivamente, cualquier discurso ideológico que, a estas alturas, suena como un mal trasnoche del tortuoso proceso constitucional. En su lugar, se sugiere adoptar un pragmatismo efectivo de cara a las próximas elecciones presidenciales. Y para eso no existe mejor receta que mostrar resultados e imponer un diseño comunicacional mucho más agresivo. Al frente tiene, al menos, tres candidaturas de oposición atentas a cualquier tropiezo del gobierno. A esas candidaturas no se les enfrenta con el discurso, las palabras, o la verborrea. Más bien, se les tapa la boca con éxitos, logros y el aplauso de los votantes.
Por Mauricio Morales, académico Universidad de Talca
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