Columna de Sylvia Eyzaguirre: ¿La tercera es la vencida?



Después de una experiencia traumática suele apoderarse el miedo. Precisamente el miedo nos lleva a vigilar cada uno de nuestros movimientos, a estar especialmente atentos y alertas, nos movemos y actuamos con extrema cautela para reducir a su mínima expresión el peligro, peligro que consideramos está en todas partes. Quienes han vivido esta situación saben también que la vida misma se vuelve imposible. Finalmente, el miedo nos paraliza.

Me preocupa que algo de eso esté sucediendo hoy en la comisión de expertos, que está redactando la nueva Constitución. Después de la traumática experiencia que fue el circo constitucional anterior, es natural que el miedo al fracaso esté presente dentro de la comisión y empuje a la moderación. Pero la extrema cautela tampoco es buena consejera; de ella puede resultar un texto tan conservador que, finalmente, termine rechazándose por su falta de innovación. Si hay algo que urge cambiar en la actual Constitución es el sistema político y electoral. La fragmentación del Congreso, el debilitamiento de los partidos políticos, la ausencia de incentivos a la cooperación del Poder Legislativo con el Ejecutivo ha llevado a la pérdida de gobernabilidad del país, impidiendo avanzar en políticas que son fundamentales para la gente, como por ejemplo salud y pensiones. Sin embargo, a pesar de toda la evidencia y nuestra propia experiencia la comisión de expertos ha sido tremendamente conservadora a la hora de pensar en el nuevo sistema político y electoral.

Conversando con uno de los expertos, le pregunté directamente por qué la derecha se estaba oponiendo a las listas cerradas, sabiendo los beneficios que reporta. La respuesta me sorprendió: los chilenos no van a aguantar que les quiten el derecho a votar por la persona. Me pregunto cuánta gente vota por la persona para elegir concejal o consejero regional y cuántos votan por partidos; tiendo a pensar que la gran mayoría vota en estos casos por partido. ¿Y un sistema mixto de listas abiertas y cerradas?, retruqué. La respuesta me sorprendió aún más: la gente no va a entender tener dos votos, se van a enredar. Me quedé con la triste sensación de que nos estamos farreando la posibilidad de tener un sistema político robusto por miedo a que sea muy innovador o, peor aún, por subestimar a la ciudadanía.

Hoy elegimos a quienes deberán redactar la nueva Constitución. Todavía está presente la traumática experiencia de lo que fue el proceso constitucional anterior. Pero ojo, que votar por el inmovilismo nos puede llevar al mismo punto que nos llevó a votar por la estridencia. Algunos creen que ese escenario favorece a los extremos de izquierda y de derecha. Puede ser en el corto plazo, pero en el mediano plazo el escenario del inmovilismo sólo le entrega municiones a quienes quieren arrasar con todo. Para superar la coyuntura en la que nos encontramos creo fundamental vencer el miedo al fracaso y volver a ser arriesgados, apostando por quienes quieren cambios bien pensados, que permitan mejorar las reglas de convivencia que son básicas para la paz social y la prosperidad. Impresiona el nulo ambiente electoral que existe, la apatía frente a este proceso es lo que más llama la atención. Pero ello no es necesariamente malo. Las nulas expectativas pueden entregar mejores condiciones para redactar una Constitución que resuelva de forma efectiva los problemas que tiene la actual. Pero para que eso ocurra debemos ser nosotros, los ciudadanos, quienes elijamos a quienes se comprometan por cambios que promuevan la eficacia y la paz social, y no por quienes buscan mantener elstatu quo. No nos olvidemos tan rápido que no hace mucho sobre el 80% votó a favor de una nueva Constitución.

Por Sylvia Eyzaguirre, investigadora CEP

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