Fue en el programa de la mañana en radio ADN, comentando lo que había ocurrido la noche anterior con Universidad Católica en el Beira Rio de Porto Alegre, el paseo que se comió con Inter, cuando me encontré que estaba hilando una serie de argumentos que bien pudo haber usado Julio Martínez en radio Minería o Sergio Brotfeld en la Balmaceda hace 50 años: la diferencia física, la velocidad, el presupuesto, que no hay cómo competir con los del Atlántico hoy. En fin, cosas que en algún momento el fútbol chileno tendió a igualar, o al menos a atenuar, pero que el destino en los últimos años ha colocado en sus carriles históricos.

Ha pasado medio siglo y todo parece igual. De manera inconsciente, ante la brutal realidad de los hechos, volvemos a nuestro oscuro maestro: el empate es bueno, no se puede arriesgar afuera, en la Copa los errores se pagan el doble, el lirismo no tiene lugar en este tipo de competencias… lugares comunes del fútbol defensivo y algo polvoriento, a un paso de la fosilización, pero que la actualidad del campeonato chileno lo hace más vigente que nunca. Basta mirar el segundo gol de Internacional, producto de un absurdo pase filtrado que intentó hacer Dituro, cuando los brasileños tenían ahogada a Universidad Católica con la presión alta ¿No se puede, tal vez, reventar la pelota, aunque sea por estrictos motivos de supervivencia?

Terrible lo de la UC. Terrible, porque lleva más de 60 fechas como líder del fútbol chileno, pero apenas debe demostrar la supremacía local en la Copa Libertadores se transforma en un equipo normalito, con suerte, feble, que pierde todos sus atributos de velocidad, aplomo y contundencia. Edson Puch se los gambetea a todos por estos lares y afuera ni siquiera gana por velocidad. A José Pedro Fuenzalida le meten un empellón y sale volando. Luciano Aued, un patrón del mediocampo, en la Copa navega desorientando, sin posibilidad de imponer su físico y personalidad.

Pero no es culpa de Universidad Católica. Que quede claro. Hay un colapso generalizado del fútbol chileno (biotipo, técnica, velocidad), que nos ha hecho retroceder décadas en nuestro nivel competitivo internacional. Cecilio Waterman, apenas un correcto jugador panameño, como lo demostró el sábado pasado en el Monumental, tiene más fondo físico, velocidad y potencia que todo el resto de sus colegas locales.

Párrafo final para Colo Colo y la derrota que perpetró en Cochabamba. Sabido es que Jorge Wilstermann es fuerte en el Félix Capriles, pero no nos vengan con cuentos de hadas. El equipo boliviano es bien limitado en sus argumentos futbolísticos y si Colo Colo hubiera tenido un mínimo de aplicación sacaba el empate sin problemas. Pero cuando no das tres pases seguidos, regalas dos goles y rematas al arco una vez en 90 minutos, difícil rescatar algo. Si Felipao vio el partido en su mansión en Brasil, debe estar pensando en qué cacho de marca mayor se está metiendo.


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