SEÑOR DIRECTOR:
En enero del 2015, en esta misma sección, un grupo de académicos universitarios enviamos una misiva titulada “igualitarismo selectivo”. Ahí planteamos la contradicción de la Ley de Inclusión Escolar entre su aspiración de igualitarismo y las restricciones que la Ley suponía para actores desaventajados. El fin de la selección incluía a los liceos emblemáticos del sistema público a los que asistían mayoritariamente escolares vulnerables con hábitos y motivación por el estudio. Estos liceos seleccionaban a su matrícula según desempeño académico, por lo que fueron demonizados durante la tramitación de la ley. Por supuesto, la carta no generó interés entre los promotores de la ley.
Ocho años después, a propósito de declaraciones de dos ediles del oficialismo cuestionando el fin de la selección en liceos públicos, he escrito nuevamente una columna en La Tercera replicando parte de la argumentación y sugiriendo revisar la restricción de selección en liceos emblemáticos.
Un lector de su diario, quién jugó un papel clave en la promoción de aquella ley, se toma el tiempo de comentarla, comprensiblemente entusiasmado por mi afiliación actual, investigador del Centro de Estudios Públicos. Valoro su actual disposición por corregir la ley, aunque habría sido ideal que mostrase igual apertura para escuchar a quienes pedíamos mantener la selección académica en liceos emblemáticos.
Es urgente tomar en consideración las observaciones críticas de ediles, quienes lidian con las persistentes inequidades del sistema escolar que la Ley de Inclusión no resolvió. Quizás tenemos una oportunidad de volver a brindar a estudiantes con motivación por el estudio pero cuyas familias no pueden costear la educación privada, alternativas públicas de excelencia que funcionen como horizonte para mejorar la calidad de todas las escuelas públicas del país.
Mauricio Salgado
Centro de Estudios Públicos
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