
“Los iluminados”

“Iluminado” es el participio del “verbo iluminar” que significa “alumbrar, dar luz o bañar de resplandor”. Al hablar de una persona como “iluminada”, la Real Academia de la Lengua alude al adjetivo para referirse a una persona “que, sin atender a razonamientos, cree estar en posesión de la verdad absoluta”. Ciertamente, en materia de luz, quienes decían tener una “escala de valores y principios en torno a la política” superior al gobierno anterior y a la generación que los antecedió, no dieron el ancho. “Los iluminados”, tal vez, por su borrachera de luz hicieron cortocircuito.
Claramente el ministro de Energía no dio el ancho y lo hicieron salir para “salvarlo”, ya que era uno de los flancos cercanos al “círculo de hierro”. Claramente quien quería para los chilenos un “cortocircuito” e “invernar” en el marco de la pandemia se “electrocutó”. No sólo calculó mal, sino que además no fiscalizó a quienes tenían que calcular. Más que mal era el ministro de Energía, un ministerio altamente técnico, y accedió al puesto siendo abogado, probablemente por el afán de repartir políticamente hasta lo que no es político.
Pardow no “tenía la cifra exacta”, como tantos en el actual gobierno. Pero era “amigue” del Presidente, “compañere” de lucha ideológica. No hay que olvidar que como presidente ejecutivo de Espacio Público, centro de estudios que pretendía vestirse de objetivo, teniendo una agenda de ultraizquierda clara y distinta, impulsó usar la pandemia para frenar la economía en el llamado “cortocircuito”. Él junto a Izkia Siches fueron los artífices de esa desdichada estrategia.
Se cuadró en la campaña de Gabriel Boric como parte del equipo económico. Fue el responsable de articular la propuesta tributaria que incluida el “impuesto a los súper ricos”. En debates de segunda vuelta fue ridiculizado frente a José Luis Daza al destacar a Grecia y Turquía como ejemplos en reformas tributarias exitosas, siendo modelos claramente fallidos. Tras el triunfo de Gabriel Boric, se integró al segundo piso para hacer seguimiento a los hitos cumplidos del programa de gobierno. Por ser tan pocos, no pudo hacer la pega, ya que todo o casi todo, quedó pendiente tras enfrentarse a algo imposible de torcer por los deseos: la realidad. Impulsó la participación de trabajadores en directorios de empresas privadas, lo que fue tomado en el texto de “la Convención”. Tras la derrota del intento refundacional, dejó el segundo piso para integrarse como timonel de Energía sin los pergaminos necesarios para el cargo altamente técnico. Era el enroque político tras la derrota abrumadora del gobierno. El proyecto refundacional había sido frenado por la cordura del 62% de la ciudadanía.
Los iluminados fueron cayendo uno a uno. Izkia, la primera mujer ministra del Interior, el emblema del gobierno feminista, fue olvidada. Su rol en ese ministerio fue bochornoso. Giorgio, el de la moral superior, cayó por su propio peso. Desde su intento de “gas a precio justo”, que resultó ser el gas más caro de la historia, cuenta que por supuesto él no pagó, sino que como siempre lo hizo usted. A este experimento caro se suma el robo de “los sobrinos”, computadores y caja fuerte que al menos resultan “sospechosos”. Tuvo que salir y hoy está en España, viviendo de las “donaciones” y estructuras políticas creadas bajo el modelo “Iñigo Errejón”. Ahumada, “el pensante” de la Cancillería que se oponía al TTP 11 y proponía una consulta para redefinir y legitimar la política de comercio exterior, tuvo que salir el 2023 y hoy dicta hasta charlas de marxismo a las juventudes del FA en las que insiste en la necesidad de “superar el neoliberalismo: por un nuevo modelo de desarrollo”. A esto sumarle la caída de Marcela Ríos, la única ministra de Justicia no abogada y la “perlita” Julieta Brodsky ministra de Culturas, la de la impresentable frase “puta, maraca pero nunca paca”, quien afirmaba que los derechos de autor tienen límites, es decir a favor, como siempre, de la expropiación, justificando el robo. A estos se suman, Miguel Crispi, “el gran consejero”, salpicado por el caso Fundaciones y el caso Monsalve, y Catalina Pérez, “la viva” de la democracia y el teatro, que aún no devuelve la plata del caso Fundaciones. Democracia viva se “embolsó” el dinero destinado a los más pobres.
Hoy cae otro de “los príncipes”, Diego Pardow. Posiblemente no podrán salvarlo ya que los vientos de acusación constitucional soplan fuerte. Pero con inhabilidad por cinco años no cubre su responsabilidad frente al daño hecho. Hay potenciales responsabilidades penales y desde ya personales, que en justicia debieran ser cubiertas. “Los iluminados” no sólo no tenían la verdad, sino que su errar lo pagamos los chilenos. Es hora de que maduren y que paguen por sus culpas. Que asuman sus responsabilidades individuales y que paguen con su patrimonio los daños hechos. Los iluminados no trajeron luz, a su paso dejaron solo oscuridad.
Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista
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