Pandemia, colapsos y estrés moral

Vista de un hospital temporal en Madrid, España.


La tos y la fiebre son posibles síntomas del coronavirus. En estado de pandemia, a estos síntomas uno esperaría que se sumara el estrés moral.

La actual pandemia nos presenta diariamente varios conflictos morales, y, aunque estos no sean dilemas, alcanzar la decisión correcta en cada caso no es sencillo y en algunos es extremadamente complejo. Considere el siguiente caso, que en pocas semanas más podría no ser imaginario en Chile: dado el colapso del sistema de salud, una doctora solo puede salvarle la vida a una de dos personas en iguales condiciones críticas. Imagine también que una es joven y la otra mayor. ¿Podría esta diferencia etaria ser una relevante para elegir a una por sobre la otra? Este es un tema sumamente delicado pero se podría argumentar que lo es. Esto no es porque la vida de la persona mayor no importe, intrínsecamente, tanto como la de la joven. Pero si entendemos la vida de una persona como una cantidad de tiempo y la enfermedad como aquello que reduce esa cantidad, el costo de la enfermedad a una persona es la cantidad de vida que le quita. A igualdad de otros factores y asumiendo que, típicamente, la persona joven tiene más vida en ella que la mayor, la diferencia etaria obligaría a salvarle la vida a la joven.

Este desde ya no es el único factor a tener en cuenta, pero si la vida tiene una cantidad finita, dada esta postura, el efecto cuantitativo debe ser tomado en cuenta cuando se evalúa el caso. Por supuesto que no me estoy comprometiendo con esta manera de entender la vida, sino que intentando ejemplificar las complejidades detrás de ciertos factores plausiblemente relevantes a estas decisiones y por ende el estrés moral que éstas probablemente generen.

Ahora bien, imagine que no existe ninguna diferencia relevante entre esas dos personas. Dada esta igualdad, consideraciones de imparcialidad sugerirían que sea el azar el que determine quién vive y quién no. Tirar una moneda al aire sería una manera equitativa de hacerlo. Pero, aunque la persona que lance la moneda no estaría haciendo algo moralmente incorrecto (de hecho, está obligada a hacerlo, ya que lo incorrecto en ese caso sería no salvar a alguna de las dos personas o salvar a alguna de ellas por razones irrelevantes, como ser el color de los ojos), no desearía estar en sus zapatos.

Hay acciones que aunque moralmente requeridas, son difíciles de tolerar psicológicamente. Normalmente éstas solo se dan en situaciones extraordinarias, como las que enfrentamos, y pueden dejar secuelas importantes en las personas. Las autoridades gubernamentales deben tener presente que es probable que, dado el colapso del sistema de salud por falta de artefactos y materiales médicos, tal colapso será exacerbado por el estrés que decisiones morales, aun sí correctas, le causen a los profesionales de la salud.

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