Pandemia, un desafío para las democracias



Por Paulina Ibarra, directora ejecutiva de la Fundación Multitudes

Chile tiene un trauma muy reciente con gobiernos autoritarios, y por lo tanto tenemos más latente que otras democracias la sombra de una dictadura, pero afortunadamente en los últimos 30 años nos hemos fortalecido, al punto que en menos de 100 días -si el coronavirus lo permite- plebiscitaremos una nueva Constitución. Sin duda es una democracia con imperfecciones y baches, pero justamente las organizaciones de la sociedad civil hemos puesto la voz de alerta en pos de ir mejorando los mecanismos de participación y acceso de información, para vigorizar los procesos democráticos en el país.

Sin embargo, la pandemia ha significado un desafío para estas democracias, no solo porque en la mayoría de los países han debido tomarse medidas que vulneran principios básicos como el libre tránsito, para el confinamiento y restricción de movilidad. Si bien estas acciones extremas buscan evitar mayores contagios y muertes, han habido otras medidas no tan adecuadas, como limitar el acceso a la información.

Esta es sin duda una preocupación mundial. Hace poco se conmemoraron los 20 años de la creación de la Comunidad de las Democracias (CoD), entidad internacional fundada por la ex secretaria de Estado de EE.UU. Madeleine Albrigth, y donde me toca presidir el Comité Directivo Internacional. Fue un encuentro virtual con destacados líderes y lideresas, entre ellos la ex Presidenta Michelle Bachelet. El tema central era previsible: cómo las democracias modernas están enfrentando la pandemia.

En la ocasión comenté que cuando se creó el CoD, hace dos décadas, el mundo era bastante diferente al que conocemos hoy, pero los desafíos son los mismos. Si antes las democracias estaban amenazadas por regímenes autoritarios e ideologías totalitarias, hoy la crisis sanitaria mundial está reafirmando a aquellos que abrazaron el absolutismo dogmático. Estos líderes antidemocráticos sustentan la tesis que ellos son mejores para proteger la salud pública, una afirmación peligrosa que amenaza lo que hemos ganado con tanto esfuerzo, porque en base del miedo y la incertidumbre han afianzado aún más la discriminación y la violencia.

Ante este escenario poco optimista, la Comunidad de las Democracias y, en particular, el trabajo del Pilar de la Sociedad Civil, se hace más vital. Los países participantes del CoD, entre ellos Chile, debemos unirnos y apoyarnos mutuamente. El compromiso es defender los DD.HH., incluidos los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales, así como la libertad de expresión.

También no hay que cejar en promover la transparencia, proteger la libertad de información pública y responsabilizar a los gobiernos ante sus ciudadanos, asegurando que operen dentro de todos los límites constitucionales y legales. En resumen, no podemos permitir que la pandemia sea un atentado con las democracias. Ya son suficientes los efectos perniciosos que genera el coronavirus para seguir agregándole más ingredientes a su flagelo.

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