Pandemia y economía

30 Octubre 2017 Imagenes de la planta de Fundicion y trabajadores de Gerdau. Foto Andres Perez EMPRESA - INDUSTRIA METALURGICA - OBREROS - TRABAJADORES - OPERARIOS - VISTA - INSTALACIONES - TRABAJO


Todavía muchos periodistas me preguntan si Chile va a entrar en recesión. La verdad es que lo que estamos presenciando huele harto más a depresión. Y está pasando en todo el mundo. Un importante porcentaje de la fuerza de trabajo en el mundo no está trabajando. Lo peor es que no sabemos cuánto tiempo va a durar. Si se logra aplanar la curva del contagio, como lo ha hecho China, la frenada brusca de casi toda la actividad económica en el mundo podría empezar a revertirse en Chile a comienzos de julio. Pero, ojo, se viene el invierno, y el coronavirus se va a mezclar con las enfermedades respiratorias propias de la temporada invernal, magnificándose entre ellas. Y como no conocemos el comportamiento del virus, podríamos estar con porcentajes significativos de la población en cuarentena por períodos superiores a los tres meses. Oremos por lo mejor y preparémonos para lo peor.

Para Estados Unidos, he visto proyecciones que van desde una caída del PIB del 10% y otras que lo sitúan en 30%. Con el potente estímulo fiscal que acaba de aprobar el Congreso (de un 10% del producto), y la decisión de la Fed de comprar activos públicos y privados, es posible que la cifra esté más cerca de la estimación más baja. De Europa, ni hablar. La situación de algunos países es catastrófica, en particular la de Italia y España. No habíamos tenido una caída en el producto sincronizada en todo el mundo desde la Gran Depresión. 

Las autoridades monetarias y fiscales del país ya han tomado medidas y ellas van a ayudar a paliar la situación de muchos trabajadores formales y de empresas pequeñas y medianas. Faltan políticas para aquel 30% de la economía que es informal y que no es fácil allegarle ayudas públicas. También faltan políticas para la gran empresa. Lo único que uno escucha es que ellas deben defenderse solas. Pero el hecho es que no están produciendo y vendiendo y tienen costos que solventar (salarios, pagos a proveedores, deudas con bancos, etc). Imaginémonos que una empresa del tamaño de Latam se va a la quiebra. ¿Sabemos a cuántas empresas arrastrará? ¿Y cuántos bancos? Para que hablar del desempleo directo e indirecto que producirá, lo que agravará la depresión. 

¿Conocen las autoridades las necesidades de nuestras empresas grandes, para que puedan diseñar medidas que les permitan paliar la situación por largos meses más? No se trata de salvar a los dueños sino nuestra capacidad productiva. Mucha de esta ayuda tendrá que venir en moneda extranjera. Tendrá que diseñarse un programa de garantías públicas para el endeudamiento externo e interno de estas empresas, quizás a cambio de la emisión a favor del Estado de acciones preferenciales. Cualquiera sea la forma que tome la ayuda, hay que diseñarla ahora, ya. Mañana será muy tarde. 

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