Carlos Montes, senador socialista: "Si cada vez que hay diferencias se impone un veto, la oposición no podrá conversar con el gobierno"

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Foto: Mario Téllez

Presidente del Senado advierte que dependerá de la actitud del Ejecutivo el éxito de sus reformas en el Congreso. Además, asegura que el gobierno está "con problemas en la columna vertebral de su proyecto político".


El senador socialista y presidente de la Cámara Alta, Carlos Montes, está seguro de que el veto invocado por el Presidente Sebastián Piñera en el marco de la tramitación del reajuste por el salario mínimo marcará la relación entre la oposición y La Moneda de aquí en adelante. "El gobierno quiso forzar e imponer algo para lo que no tenía las mayorías necesarias", dice. Además, descarta -como se le ha acusado durante este tiempo a la cabeza de la testera- que exista un afán presidencial detrás de la resistida agenda de transparencia que impulsó en el Senado.

¿Cómo queda la relación entre el gobierno y la oposición tras el veto que aplicó el Ejecutivo por el salario mínimo?

El Parlamento acordó el salario mínimo y lo acordó con una plurianualidad menor a la que quería el gobierno. El gobierno insistió en que se mantuviesen los 36 meses y eso no tenía acuerdo. Y a pesar de no tenerlo y sabiendo que no lo iba a lograr, aplicó el veto. Es bien difícil de entender esa opción. Era obvio que el veto iba a ser muy cuestionado. Además, el gobierno propuso el veto y lo redactó de una manera tal en que si no se aprobaba se venía abajo el reajuste.

¿Hay una autocrítica por parte de la oposición en cómo se llevó esta negociación?

No estuve en la negociación, no conozco todos los detalles, pero la oposición desde el comienzo propuso alternativas para resolver la diferencia. No es que se hubiese quedado en una posición, cerrada, no. Al contrario. Hubo incluso una proposición de una plurianualidad de dos años.

¿No hay obstruccionismo ni bloqueo como ha planteado el gobierno entonces?

Si cuando hay diferencias altiro se considera que es obstruccionismo, que es bloqueo... porque aquí también uno podría decir que el gobierno no actuó bien. El gobierno quiso forzar e imponer algo para lo que no tenía las mayorías necesarias ni tenía los argumentos.

¿Qué refleja, a su juicio, la actitud del Ejecutivo al optar por un veto?

Yo les recomendaría que leyeran el informe de la Fundación Jaime Guzmán a propósito de las implicancias del uso del veto, ahí se plantea lo autoritario que puede ser usar el veto, si bien es legal. La verdad es que este es un recurso de último caso. El gobierno claramente debió haber contemplado esto y haber tratado de buscar una solución antes, cosa que no ocurrió. Y, además, esto sienta un precedente, porque si cada vez que hay diferencias se impondrá un veto, la oposición no podrá conversar en esas condiciones con el gobierno. El Ejecutivo tiene que ser capaz de decir en qué aspectos logra lo que quiere y en qué aspectos no va a lograr lo que quiere exactamente. Porque aquí hubo un avance muy importante de las conversaciones, lo que pasa es que el gobierno quería lograrlo todo.

Usted advirtió que este hito va a marcar otras tramitaciones como, por ejemplo, la reforma tributaria. Incluso se habló en su sector de votar en contra la idea de legislar.

Un gobierno con muy poca disposición a buscar soluciones a las diferencias y que ante la imposibilidad de imponer su punto de vista usa el veto, sin duda es algo que marca todo, influye en todo. Aquí tampoco el gobierno tiene que victimizarse diciendo que no le quieren aprobar la idea de legislar, porque han sido voces parciales las que han propuesto eso. En general, estamos estudiando la reforma que propusieron. Esta es una reforma estructural, esto no es una modernización, y como tal requiere tiempo para meditar.

Del análisis preliminar que se ha hecho en la oposición, ¿qué implicaría la reintegración propuesta por La Moneda?

Todos nuestros análisis indican que el sector que recibe el beneficio de la reintegración son fundamentalmente mil empresas que venden más de 300 millones de dólares. Esas son las que reciben el beneficio. Y a su vez, quienes compensan esto no son los sectores de más altos ingresos, sino los que usan el Uber,quienes usan distintos medios digitales, son otras personas. Entonces hay algo que está desequilibrado. A nosotros lo que nos interesa son los objetivos, los principios fundamentales, que es recaudar, que es la equidad, que es evitar la elusión.

¿Está consciente la oposición de los efectos que podría generar rechazar de plano una iniciativa de esa magnitud como planteó el senador Juan Pablo Letelier (PS)?

Letelier dijo que si el gobierno no se abre a conversar puede darse esa situación. Eso puede generar una polarización, pero va a depender del gobierno. Si el gobierno pretende reintegrar con ese costo y, por lo tanto, generar menor recaudación e inequidad, si pretende abrir las brechas de elusión y de evasión echando abajo estas normas y a, su vez, debilitando al Servicio de Impuestos Internos, será complejo.

Y más allá de esa discusión ¿cómo ha visto la instalación del gobierno del Presidente Piñera?

El gobierno está con problemas en la columna vertebral de su proyecto político, porque creyó que iba a crecer al 5%. Piñera no va a crecer al ritmo que él creía y que el próximo año todo indica que va a tener un crecimiento menor. Eso lo va a llevar a él a cambiar de enfoque en muchas cosas. Toda esta idea, como dijo Felipe Larraín, de que dos tercios dependían de cuestiones internas y solo un tercio de los factores externos, ha quedado demostrado que no es así. El escenario externo influye mucho y ellos tuvieron un diagnóstico muy parcial en ese sentido.

Presidencia del Senado

¿Cuál es su reflexión sobre su presidencia en el Senado? Ha sido objeto de críticas, ruido interno, fuego amigo.

El mayor tema de conflicto fue el de las asesorías externas. Yo antes de asumir planteé que creía que la transparencia era un desafío muy grande. Esperé que el Consejo de Asignaciones definiera con claridad qué es lo que era la asesoría externa y, a partir de eso, planteé que era importante que esto lo transparentáramos. Bueno, logramos al final que se subieran todos desde marzo hasta ahora, lo que generó bastante bronca de algunas personas, cosa que yo todavía no termino de entender. Hubo diálogo interno, aunque se dice que no lo hubo... pero bueno, siempre en política hay críticas.

¿Pero cómo ha enfrentado eso?

Mi gestión no ha sido fácil, pero hemos tratado de no estar solamente ocupando el cargo sino que hacer que esta institución enfrente los tiempos que hoy día tenemos. El Senado no puede agachar la cabeza y sacar y sacar leyes como si nada estuviera ocurriendo. Las instituciones políticas y en particular el Congreso tienen descrédito, van perdiendo fuerza, y tenemos que asumirlo. Es un desafío fortalecer la democracia. Y si probamos un camino y no resulta, hay que buscar otros.

Lo han acusado de tener un afán personalista...

Cuando uno toma iniciativas hay distintos tipos de acusaciones, yo no me hago cargo de esa crítica. He pensado en qué errores pude haber cometido para tratar de corregirlos, bueno, quizás me faltó conversar con más gente, más diversas gentes, y eso estoy tratando de hacerlo un poco más ahora.

Se lo pregunto porque ha sonado como uno de los liderazgos que podría asumir una aventura presidencial.

Nunca he tenido ninguna pretensión, no está dentro de mis proyectos, no está en ningún sentido dentro de mi perspectiva ser Presidente. Además que creo que es ridículo estar hablando de esas cosas hoy día. No solo sobre mí, sino que sobre todos, porque fuimos derrotados hace unos meses y tenemos que recomponernos como oposición frente al país, frente a la gente, tratar de unirnos todo lo que podamos para que en algunos meses más, el próximo año, se llegue a configurar una coalición fuerte.

Rol opositor

La oposición pareciera estar unida solo ante el rechazo al gobierno, no se ve un sustento que aglutine a su sector en este momento. ¿Qué los llevó a ese punto y cómo se sale de ahí?

La derrota fue muy fuerte y es, al final de cuentas, la derrota de un proyecto político. Y eso obliga a cada uno de los componentes de la centroizquierda a repensarse, a resituarse frente a la ciudadanía, a buscar otras formas de hacer política. Pero eso no es una cosa que ocurre de un día para otro. Después de estar tantos años en coalición y que se haya roto ese proyecto, reconstruirlo supone tener la inteligencia, la agudeza, la capacidad de diálogo como para hacerlo y eso va a demorar.

¿Contribuye en esa tarea la exclusión del PC por parte de la DC y el PR de la conmemoración de los 30 años del plebiscito?

Es bien incomprensible toda esa discusión. No ayuda en nada a nadie. Obviamente que si se trata de celebrar el triunfo del No, eso le pertenece a toda la sociedad, no es ni siquiera de uno u otro partido. Creo que no fue bueno. En esta sociedad la derecha es muy fuerte. Es muy fuerte en los medios de comunicación, es muy fuerte económicamente. Por eso, pretender que puede levantarse un proyecto progresista sin unir a lo más amplio del mundo progresista... la vida ha demostrado que genera mucha dificultad.

¿Cómo se debiesen enfrentar las municipales de 2020 en vista de esta dispersión de fuerzas?

Eso todavía está en proceso, queda tiempo, pero en esto influyen mucho las normas que regulan las elecciones, que tienden a forzar acuerdos para tener alguna opción. Yo soy partidario de que haya un proceso lo más democrático posible para designar candidatos comunes: si son primarias, que sean primarias.

Derechos Humanos

¿Comparte la presentación de una acusación constitucional en contra de tres ministros de la Suprema?

No puedo contestar eso porque como senador tengo un rol después en el caso de que la acusación constitucional nos llegue. Pero sí creo que lo que ha ocurrido en derechos humanos en estos días, principalmente a partir de la libertad condicional a condenados por delitos de lesa humanidad, y de que se discute la visión que tiene el exministro de Las Culturas, Mauricio Rojas, ha movido muchas cosas que están latentes en la sociedad. Porque este es un tema que no está superado. Pero también refleja que la derecha, una parte, en ningún caso digo que toda la derecha, no ha asumido lo que esto significó en la historia de Chile y cree que es un problema que se puede solucionar con dar vuelta la hoja. E incluso otros que descalifican cualquier intento por hacerse cargo de las violaciones a los DD.HH. que hubo en este país. A mí eso es lo que más me preocupa, porque yo, en general, veía que había una evolución positiva, en el sentido de que la derecha gradualmente iba asumiendo el tema.

¿Hay un retroceso?

Hay sectores en los que ha habido un retroceso, pero yo no me atrevo a generalizar.

¿Usted es de los que piensa que el camino de recurrir a la CIDH era más viable?

Esa vía se activó como se activó la comisión mixta que estaba pendiente desde 2016. A mí me tocó convocarla apenas supimos que existía y espero que eso tenga resultados.

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