Por Rocío LatorreEvelyn Matthei, la dramática derrota de la favorita
La exalcaldesa obtuvo el quinto lugar en la primera vuelta presidencial, un escenario mucho peor al pronosticado por Chile Vamos El fracaso abrió una serie de recriminaciones internas por la estrategia de campaña. La exministra, eso sí, despejó su apoyo a José Antonio Kast para la segunda vuelta, pero aún está la incógnita sobre si tomará un rol.
Poco antes de las 20:00 horas de este domingo, con el cómputo del Servel ya definiendo una clara tendencia en favor de José Antonio Kast, Evelyn Matthei lo decidió: luego de días de mantener la incógnita, le notificó a su círculo de colaboradores más íntimos y a los jefes de partido de la UDI, RN y Evópoli que acudiría al comando de José Antonio Kast.
La abanderada de Chile Vamos, Demócratas y Amarillos quedó quinta, detrás Jeannette Jara, Kast, Franco Parisi y Johannes Kaiser. El resultado fue peor de todos los escenarios previstos. Un fracaso mayor al que obtuvo Sebastián Sichel en 2021, quien consiguió el cuarto lugar detrás de Parisi, lo que abrió en la coalición una serie de recriminaciones internas. Por ejemplo, la UDI sostendrá una reunión este lunes a primera hora. RN, en tanto, citó a un consejo general extraordinario para el día martes.
En su oficina, donde Matthei seguía atenta los resultados, nadie quiso tocar el tema hasta que ella lo abordó. Cuando la exalcaldesa preguntó a los partidos si la acompañarían, la respuesta fue cerrada. La decisión -al menos en RN y en la UDI- estaba tomada hace días. Sin embargo, en Evópoli era donde existían más dudas. Pero el movimiento de la candidata dejó a su timonel, Juan Manuel Santa Cruz, sin opciones.
Como ya había sido anunciado, Demócratas y Amarillos, no se plegaron a ese saludo. Aunque durante esta semana -transmitieron desde el propio comando- ambos partidos sostendrán consejos generales.
Entre aplausos de su equipo, Matthei no demoró en salir a hablar al patio de su comando de Enrique Foster. Flanqueada por su equipo operativo y dirigentes de Chile Vamos, se limitó a agradecer y anunciar a la prensa apostada en el lugar que visitaría el comando republicano.
A eso de las 20:20 horas, la exalcaldesa de Providencia llegó hasta la sede republicana en Presidente Errázuriz. Quienes presenciaron el encuentro, señalan que antes de que su equipo y Chile Vamos hiciera ingreso a la sala dispuesta para saludar al candidato, Matthei estuvo alrededor de tres minutos a solas con José Antonio Kast.
20 minutos después apareció por primera vez con el republicano. En un discurso más bien frío, le habló a sus votantes: “Quiero pedirle a todos que apoyen al candidato Kast (...). Hemos venido como corresponde”.
Kast, correspondió el gesto de Matthei y señaló que “podemos haber tenido diferencias, pero esas diferencias no tienen comparación alguna con lo que tenemos al frente”.
La exalcaldesa de Providencia se retiró rápidamente por la salida lateral del Partido Republicano, visiblemente molesta.
Cronología de una caída
Por más de un año, Matthei fue la favorita para ganar la presidencia. Su posición parecía imperturbable hasta el segundo trimestre. Su fracaso abrió rápidamente una serie de incógnitas para la derecha tradicional: la continuidad de Chile Vamos como proyecto político tras la segunda derrota presidencial consecutiva, luego de lo ocurrido con Sichel.
Además del resultado presidencial, en el sector también anticipan que empezarán “las pasadas de cuenta” por el desempeño parlamentario del bloque. Los resultados arrojaron una reconfiguración de la hegemonía dentro de las derechas en un contexto en que Chile Vamos fue superado en la Cámara por el pacto de los republicanos, libertarios y socialcristianos.
Si se le pregunta a cualquier dirigente del bloque cuándo comenzaron los sobresaltos en una carrera que parecía ganada por Matthei, todos sitúan el primer tropiezo en abril.
La negativa para organizar una primaria de parte de José Antonio Kast y Johannes Kaiser, hizo que Chile Vamos comenzara a buscar una fórmula para mantener vigente a la exalcaldesa de Providencia y no perder visibilidad frente a la primaria oficialista que ya era un hecho.
La idea de una primaria de Chile Vamos y el centro comenzó a cuajar internamente y sedujo a las directivas de la UDI y Evópoli. La iniciativa también entusiasmó a la senadora Ximena Rincón, quien recibió un portazo del Servel para participar en una instancia así, al no tener su partido constituido a nivel nacional. RN, eso sí, nunca terminó de convencerse.
El anuncio de la primaria -que incluía como eventuales participantes a Luciano Cruz-Coke, Rodolfo Carter y Francisco Chahuán- iba a ser el primer golpe de efecto de la derecha en meses. Fue, en cambio, un bochorno.
La idea no terminó por convencer al sector, donde transmitían que sería una “primaria de papel”, sin ningún efecto real, ya que no solucionaría el principal problema: Kast y Kaiser -sus principales rivales en el sector- seguirían en competencia e irían directo a primera vuelta.
A eso se sumó otro episodio que empeoró el escenario de la exalcaldesa. Por esos días, Matthei respondió a una pregunta sobre el Golpe de Estado en Radio Agricultura con una frase que desató un vendaval interno. Sostuvo que “no había otra alternativa” y que era inevitable que hubiese muertos durante los primeros años de la dictadura.
A los días después, la exministra no solo continuó dando explicaciones por sus polémicos dichos, sino que también tuvo que anunciar que la idea de una primaria se había desechado. Ese impasse encendió alarmas en la coalición, que vio cómo, por primera vez, el tranco de la candidata perdía velocidad.
Hacia adentro, el malestar no era nuevo. Se reconocía que la carrera presidencial de Matthei, extendida desde antes de dejar la alcaldía de Providencia, había sido inusualmente larga y, al mismo tiempo, estrecha en su estructura operativa.
Mientras José Antonio Kast evitaba entrar anticipadamente en campaña -lo que incluso lo hizo retroceder en los sondeos a inicios de año, en beneficio de Kaiser-, su equipo funcionaba con la precisión de quienes llevan años trabajando juntos.
En Matthei, en cambio, predominaba su círculo municipal más estrecho. Hasta agosto, aseguran en la coalición, el comando no contaba con la musculatura suficiente: faltaban mandos medios, coordinación y un diseño capaz de sostener una campaña de alta exposición.
El desorden, los giros y la meseta
El intento de corregir ese vacío llegó tarde. A fines de abril, Matthei designó a Diego Paulsen (RN) como jefe de campaña. Su llegada dio un nuevo aire, pero no logró cambiar de inmediato el ritmo.
En mayo, Kast la igualó en varias encuestas y, en la primera semana de junio, ya aparecía superándola.
A esa altura, el diseño de vocerías -diez voceros en total- era visto como otro factor de ruido, mientras los enfrentamientos públicos con La Moneda y la denuncia de una supuesta “campaña asquerosa” de bots -atribuida por ella al entorno de Kast- estrechaban aún más el margen de maniobra, pues Chile Vamos no estaba plenamente de acuerdo con la escalada. Un diseño que fue atribuido al experto en marketing ecuatoriano Daniel Pérez-Pallares, quien abandonó el comando en agosto.
Ese factor, de hecho, fue un punto de tensión durante toda la campaña: el dilema constante de elevar (o no) el tono contra José Antonio Kast. Esa encrucijada se mantuvo hasta el final, pues Matthei nunca fijó una postura sobre un apoyo de segunda vuelta.
En julio, algunas encuestas la situaron incluso en un dígito, un registro impensado meses antes.
La intervención parecía ineludible. A comienzos de agosto, el empresario Juan Sutil asumió la dirección estratégica de la campaña y el senador Juan Antonio Coloma tomó la coordinación política. Con ellos se conformó un comité que integró a las directivas de Chile Vamos, Demócratas y Amarillos, y se reordenó por completo el despliegue programático y comunicacional.
El ajuste de piezas de su principal asesor comunicacional Cristián Torres -de encargarse de las comunicaciones, a ser jefe de gabinete para luego regresar a su área-, el breve paso de Carla Munizaga y la posterior llegada de los periodistas María Irene Chadwick junto a Gonzalo Gómez terminó por sellar ese reacomodo de piezas.
Desde ese punto, el relato de Matthei entró en una fase más nítida y la candidata logró recuperar alrededor de seis puntos. Pero aun así, seguía lejos de Kast.
Esa remontada tuvo un margen acotado. Ese mismo mes comenzaron los descuelgues públicos de figuras emblemáticas de los gobiernos de Piñera, parlamentarios, gobernadores y alcaldes que anunciaron su apoyo al líder republicano.
En el comando intentaron restarle dramatismo, pero hacia adentro se entendía que eran golpes directos al corazón de la campaña y hacía aparecer el fantasma de la campaña de Sichel, quien también padeció el mismo fenómeno.
Uno de los que más dolió fue el del gobernador de Arica, Diego Paco, con quien Matthei había cultivado una relación más personal por el apoyo que le dio en su campaña e incluso, había asistido a su asunción en el cargo.
Tampoco ayudó que los alcaldes -el mayor activo de Chile Vamos- no tuvieran un rol claro. Varios integraron el equipo de voceros, pero una vez disuelto, nunca se despejó con claridad su papel dentro de la campaña. En la recta final, varios se organizaron para reforzar el despliegue, pero ninguno tuvo mayor protagonismo.
Mientras tanto, el ascenso sostenido de Kaiser se transformó en otra piedra en el zapato. Las últimas encuestas antes de la veda situaron a Matthei en un cuarto lugar, un escenario impensado al inicio del año.
En paralelo, la búsqueda de votos en el centro político dividió a Chile Vamos: para algunos era una ruta necesaria tras la derrota de Carolina Tohá en la primaria oficialista. Para otros, terminó desdibujando el discurso en un momento donde lo único que importaba era retener a la base tradicional.
Los debates públicos fueron, quizás, sus mejores instancias. Matthei apareció más suelta, más sólida y más competitiva. Sin embargo, en la coalición reconocían que ese rendimiento no bastaba. El electorado ya no parecía moverse por impresiones puntuales, sino por la consolidación de un cuadro donde Kast exhibía su liderazgo, Kaiser sorprendía y la derecha tradicional no lograba ordenar a tiempo sus huestes.
De todas formas, en las últimas semanas, en el comando se comenzó a instalar la tesis de un “triple empate” -idea reforzada por la proyección de “La Cosa Nostra” de Alberto Mayol-, donde los más optimistas hasta el último momento apostaron a un resultado estrecho entre los tres competidores de derecha.
La franja tampoco logró cambiar la percepción de la ciudadanía. Y una de sus piezas más polémicas -el trap de Matthei, elaborado por el duo de publicistas Sebastián y Cristóbal Zegers- volvió a concentrar el debate interno en la pertinencia de arremeter contra Kast.
Toda esa historia explica la magnitud de una derrota que, para muchos, parecía imposible unos meses atrás. Su tercer fracaso presidencial abre la incógnita sobre qué hará ahora Matthei.
Por ahora, despejó rápidamente el apoyo a Kast de cara al balotaje. Ahora resta resolver la próxima incógnita: si tendrá algún rol activo en la campaña del republicano, si se retirará de la primera línea política o si se reinventará.
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