Por Alonso ArandaLa dura autocrítica de Winter tras derrota de Jara en que reconoce el desgaste del proyecto progresista
En su análisis, el diputado frenteamplista apunta a los errores de su sector en relación a la Convención Constitucional, el estallido social, la seguridad y migración.

En un documento que abarca 16 páginas, titulado “Críticas, autocríticas, mitos y peligros”, el diputado frenteamplista Gonzalo Winter hizo una descarnada autocrítica a raíz de la aplastante derrota de Jeannette Jara (PC) en la elección presidencial.
Al inicio del texto, el excandidato presidencial de la colectividad del Presidente Gabriel Boric señala que el resultado del domingo 14 de diciembre es una señal política profunda.

De acuerdo a su análisis, “expresa un importante desgaste del proyecto progresista, sus valores, y su capacidad de convocar a amplios sectores”.
Winter, entonces, propone desde su militancia hacerse cargo de una serie de “verdades incómodas” que explican el triunfo de la derecha representada por José Antonio Kast.
El primer punto que aborda el frenteamplista es la Convención Constitucional, sobre la que reconoce que hubo una “falta de cuidado del proceso. Hubo gestos simbólicos que en vez de emplear apoyos, alimentaron temor e incertidumbre“. Asimismo, dice que el proceso “se volcó sobre sí mismo” y no interactuó con el escenario político de ese entonces.
Considera, además, que hubo “un fetiche antipolítico en torno a los independientes que no se frenó cuando aún era posible hacerlo” y que esto respondió a la noción de que aquello dotaría al proceso de legitimidad.
Y que otro error “fue la falta de diálogo político, incluso con sectores razonables de la derecha”, porque la “hoja en blanco” era para una nueva Constitución y no para un nuevo país.
El dirigente del FA, como segundo punto de su reflexión, apunta al estallido social. Aquí, dice, se falló por la “ausencia de una condena explícita y consistente a los hechos sencillamente delictuales y no de protesta” y que “en muchos momentos se optó por el silencio, la ambigüedad o una comprensión excesiva, sin trazar con claridad un límite político”, lo que generó “desconcierto en sectores amplios de la ciudadanía y debilitó la capacidad de conducción”.

También apunta que hubo una interpretación errónea de que el estallido era “una señal inequívoca de hegemonía progresista, cuando en realidad fue una explosión de descontento transversal, sin dirección política clara ni proyecto común articulado”. A eso agrega que confundir “malestar con mayoría política” fue un error de diagnóstico que tuvo consecuencias posteriores.
En materia de seguridad, su análisis señala que si bien la comprensión de las causas estructurales es indispensable, resulta insuficiente “cuando el miedo es presente, cotidiano y concreto”.
En ese punto, reconoce que “la seguridad quedó en la periferia de la discusión durante la campaña presidencial y en el programa de Apruebo Dignidad de 2021″. Y dice que se debió a que “no estaba entre las prioridades del debate post-estallido y post-pandemia, en parte también por la disminución de delitos durante la pandemia”.
En relación a la migración, plantea que “no se adelantó a las consecuencias” del proceso masivo que Chile comenzó a experimentar con fuerza desde 2018. “Se reaccionó tarde y, en muchos casos, de forma defensiva”, dice su autocrítica.
“No estuvo suficientemente presente la discusión sobre la permeabilidad de nuestros barrios al crimen organizado extranjero, especialmente en territorios abandonados por el Estado que ya disputaba el crimen organizado nacional”, considera.
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