
Los enredos que alejan la lista unitaria oficialista
Cupos limitados, vetos, partidos grandes versus chicos, díscolos, distritos saturados y el espacio para los presidentes de partidos son algunos problemas de la negociación.

A 16 días del plazo para presentar las candidaturas al Congreso, los nueve partidos de izquierda y centroizquierda aún no entran a resolver los nombres de quienes conformarán la plantilla parlamentaria.
Si bien el desafío es lograr converger en una sola lista que integre al PS, al PPD, al PC, al Frente Amplio (FA), a radicales, a liberales, a Acción Humanista, a la Federación Regionalista Verde Social (Frevs) y a la DC, la negociación aún no logra sortear su primera valla: la estrechez de cupos como consecuencia de ir unidos.
“Estamos definiendo la arquitectura, de cómo caben los partidos. No hemos tratado nombres”, dijo ayer Juan Carlos Urzúa, presidente del Partido Liberal, en una pausa del último encuentro que se realizó en la sede del PS, donde se están reuniendo casi a diario los negociadores
Originalmente las demandas de los nueve partidos aliados del gobierno eran tan altas que sumaban 403 cupos, pero una lista solo permite llevar en total 183 candidatos a diputados en todo el país.
Aunque en las conversaciones lograron reducir a 250 las expectativas, los números aún no caben en una lista unitaria. Las zonas más saturadas son Santiago, Valparaíso y Concepción. Por tal razón, algunos negociadores no descartan todavía presentarse en dos listas.
De hecho, la propuesta del Frevs es conformar dos nóminas mezcladas, no separadas por el tradicional esquema de izquierda versus centroizquierda.
Los partidos como el PS, el PC, el Frente Amplio y PPD están abiertos, siempre y cuando las tiendas más grandes vayan juntas, en lo que se ha apodado como la eventual “lista mayoritaria”.
Este primer dilema de espacio ha derivado a la siguiente encrucijada: cómo preservar la igualdad de condiciones para que las tiendas más pequeñas no sean arrasadas por las más grandes, yendo en una o dos listas. Al menos en los acuerdos alcanzados el lunes, los negociadores fijaron como principio que ninguna colectividad debe ser arriesgada a su disolución.
Garantizados
Otro de los acuerdos consiste en que los parlamentarios que van a reelección tengan asegurado su cupo. Ello, sin embargo, derivó en al menos tres dilemas adicionales.
Una de esas encrucijadas es ¿qué sucede cuando un diputado renunció a su colectividad y hoy quiere ser reelecto por otra tienda? ¿El cupo es del partido de origen o del legislador? Ello no sería problema si es que los cupos fueran ilimitados y no hubiera vetos cruzados.
De hecho, algunas directivas han advertido que no se puede premiar a díscolos que horadan su electorado. Los casos de las diputadas Marisela Santibáñez (ex PC), Camila Musante (ex FA), Consuelo Veloso (ex FA) y Marcela Riquelme (ex FA) son algunos de los que pondrán a prueba la arquitectura electoral oficialista.
Esas legisladoras, sin embargo, no son los casos más complejos en materia de vetos, tema que se convirtió en otra de las encrucijadas. Por ejemplo, el Frente Amplio tiene resistencia a compartir en una lista con el exalcalde Jorge Sharp (exfundador del FA), quien pretende postular al Senado con el apoyo del Frevs.
El PS también notificó a las otras tiendas que no firmarán un pacto que lleve al diputado Jaime Naranjo (exsocialista, con respaldo DC) como carta a la Cámara Alta; mientras que algunas colectividades, como el PPD y los liberales, ya han advertido que tampoco avalarán la postulación de Daniel Jadue (PC) como diputado, debido a sus problemas judiciales.
“Jadue tiene un problema severo”, dijo ayer Urzúa.
Si no hay flexibilidad, los vetos inevitablemente se traducirán en que se abran las listas paralelas.
Saturados
Otra encrucijada son aquellos distritos donde un partido sacó dos o tres diputados. El caso del distrito 10 (Santiago, Ñuñoa y Providencia) es el más complejo, ya que tiene que asegurarse la repostulación de tres diputados del Frente Amplio, sin embargo, por otro lado, también hay que preservar la igualdad de condiciones. Ello obliga a cederle la misma cantidad de espacio al PC y al PPD, que también tienen legisladoras en esa zona. En caso contrario, los candidatos del FA correrían con ventaja al ser tres (que suman entre sí), versus candidaturas solitarias de los partidos aliados (Alejandra Placencia, del PC, y Helia Molina, del PPD).
Por si fuera poco, hay otra problemática en el oficialismo. ¿Qué preferencia tendrán algunos presidentes de partidos, que, por sus investiduras, son considerados figuras valiosas para un próximo Congreso?
El caso de la presidenta del PS, Paulina Vodanovic, es el más claro. Hoy es la única senadora oficialista por el Maule y su repostulación está garantizada, sin embargo, su reelección es incierta por el surgimiento de amenazas, entre ellos, el mismo Naranjo, el diputado radical Alexis Sepúlveda y ahora la expresidenciable frenteamplista Beatriz Sánchez.
Tomás Hirsch, presidente de Acción Humanista, es otro factor de preocupación. Es el único diputado oficialista por el distrito 11, zona donde la derecha tiene un histórico poderío electoral. Su reelección, sin embargo, está amenazada por la eventual postulación de la exconcejala Isidora Alcalde (FA), la carta más fuerte, según estimaciones de la oposición, y de la exconstituyente Constanza Schönhaut (FA).
El Frente Amplio, además, tiene una alta apuesta por la postulación de su presidenta, Constanza Martínez, quien quiere presentarse en el distrito 8 (zona poniente de Santiago). El problema es que, por esa zona, el FA ya tiene una diputada, Claudia Mix, y a otra aspirante, Tatiana Urrutia (exsecretaria general de RD), lo que obligaría a sacrificar algún nombre.
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