El Presidente de Argentina prometió una terapia de shock fiscal. Por ahora, está causando dolor económico

El Presidente de Argentina prometió una terapia de shock fiscal. Por ahora, está causando dolor económico

Aumentan la pobreza, el hambre y los precios de los alimentos, pero Javier Milei afirma que la "promesa de prosperidad" está al alcance de la mano si su reforma se consolida. El mandatario plantea que su reforma económica es necesaria para devolver la prosperidad a una nación quebrada y asolada por la inflación más alta del mundo.


BUENOS AIRES - Desde que, hace cinco meses, el Presidente argentino Javier Milei, autodenominado anarcocapitalista, puso en marcha una terapia de choque económico, la jubilada Angélica Galiazzi tomó una decisión que sacudió su identidad argentina: dejó de comer carne de vacuno.

En un país en el que comer bistec casero es una forma de vida, la carne de vacuno se había vuelto demasiado cara para su pensión mensual de US$ 200 al mes. Lo mismo pasó con el autobús e incluso con las pastillas para la presión y el colesterol.

“Estoy muy estresada”, comentó Galiazzi, de 82 años, que ahora compra lonchas de cerdo más baratas que estira a lo largo de una semana de comidas. “Apenas tengo para comer con la pensión”, acusó.

La revolución de libre mercado que Milei prometió cuando asumió el poder en diciembre, está causando un profundo dolor económico en Argentina. Casi el 60% de los argentinos vive ahora en la pobreza, frente al 44% en diciembre, según la Universidad Católica. Se han cerrado organismos públicos, lo que ha costado miles de puestos de trabajo. La actividad de la construcción se ha desplomado y las autoridades afirman haber paralizado casi el 90% de las obras públicas. Y el consumo de carne de vacuno está en su nivel más bajo en décadas, aunque las autoridades aseguran que las exportaciones de carne de vacuno están en su nivel más alto desde 1967.

Milei plantea que su reforma económica es necesaria para devolver la prosperidad a una nación quebrada y asolada por la inflación más alta del mundo. Su personalidad excéntrica y sus remedios para conmocionar han despertado un gran interés entre multimillonarios como Elon Musk, Peter Thiel y Stanley Druckenmiller, el operador que declaró a la CNBC que había comprado acciones argentinas con la esperanza de ver una eventual recuperación económica.

“Por primera vez en 150 años, estamos creando las condiciones para convertir todos estos dones que Dios nos dio en una promesa de prosperidad”, dijo Milei en una conferencia reciente.

Los cambios nunca iban a ser fáciles, como advirtió el propio Presidente cuando accionó una motosierra en los mitines de campaña para ilustrar cómo atacaría la inflación recortando el tradicionalmente generoso gasto público en todo tipo de partidas, desde subvenciones a la energía hasta empresas estatales ineficaces.

Pero el gobierno y muchos economistas apuestan porque lo peor ya ha pasado.

Los datos de inflación de abril, previstos para este martes, deberían mostrar un aumento de un solo dígito, frente a una tasa mensual del 25% en diciembre. En el primer trimestre, el gobierno registró un superávit fiscal, el primero en 16 años, al detener la impresión descontrolada de dinero que alimentaba la inflación. Esto ha permitido estabilizar el peso, que se hundía.

Y aunque las reservas del banco central siguen siendo críticamente bajas, el gobierno ha acumulado unos US$ 12.000 millones en los últimos meses, según el Instituto de Finanzas Internacionales.

“Veo la luz al final del túnel”, comentó Claudio Loser, economista argentino del Centennial Group, consultora con sede en Washington especializada en mercados emergentes.

Milei llegó al poder el año pasado, cuando Argentina se enfrentaba a su última crisis económica. Incapaz de acceder a los mercados internacionales, el gobierno anterior recurrió a la impresión de moneda para cubrir su déficit presupuestario, alimentando la inflación a medida que el peso perdía el 90% de su valor. Los controles de divisas y precios provocaron la escasez de productos básicos como el arroz y el café, y los fabricantes de automóviles suspendieron la producción debido a la escasez de los dólares necesarios para importar suministros.

El fogoso economista, que se describe a sí mismo como libertario, recortó el gasto público primario en un 40% en el primer trimestre de 2024, en gran medida recortando las transferencias financieras a las provincias, deteniendo las obras públicas y manteniendo los salarios y las pensiones en niveles estables en lugar de aumentarlos con la inflación.

Según los economistas, esta táctica, conocida aquí como “licuación”, es más difícil de mantener a medida que disminuye la inflación. Además, afecta especialmente a las personas mayores. Por ello, el gobierno ha acordado empezar a aumentar mensualmente el pago de las pensiones, para seguir mejor el ritmo de la inflación.

“La estrategia de licuación ha llegado a su límite”, advirtió Héctor Torres, investigador del Centro de Innovación en Gobernanza Internacional de Canadá y exdirector ejecutivo del Fondo Monetario Internacional. “No es sostenible”, señaló.

Sin cambios significativos para impulsar la economía, los recientes superávits fiscales del gobierno serán insostenibles, comentaron los economistas. Pero Milei aún tiene que conseguir una victoria legislativa para medidas que, según ellos, son cruciales para dar un giro real a una economía ahogada por los elevados impuestos y las regulaciones gubernamentales.

Por su parte, Milei espera que el Senado apruebe en las próximas semanas un proyecto de ley con unos 230 artículos que privatizaría algunas empresas estatales, flexibilizaría la rígida normativa laboral y aumentaría los ingresos públicos restableciendo el impuesto sobre la renta que se eliminó el año pasado.

Este proyecto de ley es una versión reducida de la legislación original del gobierno, que contenía unos 660 artículos y se enfrentó a una dura oposición en el Congreso, donde Milei tiene poco apoyo.

El gobierno de Milei espera que la aprobación del proyecto de ley indique a los inversores que él es capaz de aprobar reformas favorables a las empresas trabajando con una oposición a la que durante mucho tiempo ha calificado de “casta política”.

“Es vital”, sostuvo Malcolm Dorson, gestor de carteras de Global X, un proveedor de fondos cotizados en la bolsa de Nueva York que tiene unos US$ 318 millones invertidos en Argentina. “Lo que se está poniendo a prueba es su capacidad para negociar y formar alianzas con otras partes”, añadió.

Cualquier recuperación económica, también requerirá el levantamiento de un complicado sistema de controles de moneda promulgado por el gobierno anterior, de izquierda.

Aunque esos controles desincentivan las inversiones, las autoridades dicen que aún no pueden levantarlos, porque carecen de reservas para satisfacer la demanda de dólares.

“Saben que eliminar los controles desataría esta enorme demanda reprimida de dólares”, manifestó Sergi Lanau, que sigue de cerca a Argentina en Oxford Economics, una consultora con sede en Londres. “Simplemente no puede hacerlo”, sentenció.

Los funcionarios han dicho que necesitan otros US$ 15.000 millones en reservas para levantar los controles. Algunos de esos fondos podrían provenir de la próxima cosecha de soja del país, uno de los principales ingresos de exportación.

Pero los economistas manifiestan que Argentina probablemente tendrá que volver al FMI para obtener nuevos fondos, lo que podría ser difícil de vender después de recibir un enorme rescate hace unos años. Argentina debe ahora unos US$ 44.000 millones al FMI, derivados de su crisis monetaria de 2018.

Milei sigue contando con el apoyo de la mayoría de los argentinos, según las encuestas, pero la confianza en el gobierno ha empezado a erosionarse a medida que la gente se enfrenta a la recesión.

Carolina Segovia solía recibir alimentos para su comedor social del ahora cerrado Ministerio de Desarrollo Social, cuya sede estaba en un edificio con un mural de Evita Perón, la primera dama de los años 50 cuyo gasto social definió décadas de políticas peronistas.

Ahora, Segovia vende ropa usada para comprar comida. Por una camiseta le dan unos 50 céntimos. Una chaqueta cuesta unos US$ 5. Los jeans cuestan US$2. Si vende lo suficiente, puede comprar un par de bolsas de papas y algunos condimentos.

“Si antes había hambre, ahora hay más”, afirmó Segovia.

Incluso, algunos de los partidarios de Milei están cada vez más cansados.

Gabriel Pellizzon, alcalde de Los Surgentes, un pueblo del conservador corazón agrícola de Córdoba, indicó que la mayoría de la gente sigue apoyando los cambios de Milei, incluso mientras luchan por pagar las facturas de servicios públicos más altas. Según Pellizón, los vecinos comen ahora hamburguesas de pollo en vez de las más caras de ternera.

Pero quiere que el gobierno elimine los impuestos a las exportaciones de soja, una fuente clave de ingresos del Estado que los agricultores llevan mucho tiempo diciendo que ahoga su producción. Tampoco le importaría que Milei suavizara todos los recortes de gastos.

“La sociedad sigue apostando por él”, dijo Pellizzon. “Pero yo le diría que parara un poco, porque la gente se muere de hambre”, enfatizó.

Milei asegura que sus medidas pronto darán sus frutos en un país rico en agricultura, gas natural y minerales como el litio.

“¿Quieren saber cómo va a crecer la economía?”, comentó en otro discurso reciente. “Va a subir como el pedo de un submarinista”, graficó.

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