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Empresarios se suman al nuevo boom del cine chileno

Desde 2010, a la fecha no se han estrenado menos de 20 películas por año, eso considerando que en 2014 se marcó el récord de 45 películas “made in Chile” que pasaron por la pantalla grande. Escenario muy distinto al de la década de los noventa, que se caracterizó por una baja participación nacional en el rubro. Ejemplo de esto es que en 1998 tan sólo cuatro películas locales estuvieron en cartelera.

Evidencia del avance del cine chileno es su reconocimiento en el extranjero. “El Club” de Pablo Larraín y “El botón de nácar” de Patricio Guzmán recibieron el premio Oso de Plata en el Festival internacional de cine de Berlín. Además en 2014 “Matar a un hombre” de Alejandro Fernández fue preseleccionada en la competencia por los Oscar 2015.

El ritmo de la creaciones cinematográficas ha despertado el interés de ciertos empresarios por invertir en el cine chileno. Jorge Errázuriz, Heriberto Urzúa, Paul Fürst y Raúl Dagnino son algunos de los que han experimentado este mercado.

Existen diversas formas de financiar películas en Chile. Se pueden generar recursos a través de los fondos concursables del Consejo Nacional de la Cultura, pero según el director nacional Rodrigo Ortúzar, no es suficiente.

En la industria hay películas que se financian en gran parte por publicidad - que es el caso de Stephan vs. Kramer y de “Super”, producida por el actor Pablo Díaz- y otras que buscan el financiamiento de privados que pueden ir “desde los US$30 mil hasta los US$200 mil. En mi caso yo he tenido un grupo de inversionistas que han puesto US$100 mil y más”.

Errázuriz invierte en el cine chileno desde 2008. Su primera película fue “Teresa” que narra la vida de la poetisa Teresa Wilms. Luego de ese primer acercamiento el empresario no ha dejado de participar en producciones y invirtiendo entre $20 y $40 millones por película, lo que al año da un total estimado de $150 millones.

Una de las últimas producciones que contó con el apoyo financiero de  Errázuriz fue Blood Sugar Baby. El empresario cuenta que el costo de la película fue bajo los $100 millones y él fue uno de los cuatro privados en aportar dinero.

A pesar del tiempo que Errázuriz lleva en el rubro, confiesa que “ha recuperado poco” y califica su experiencia en esta industria como “filantrópica”.

“Es muy importante que se retorne el capital, sino llega un minuto en que no hay más inversión. Tendrían que ser inversionistas nuevos. Llega un momento que dices dónde está (la inversión) si fueron tan buenas, por qué no se recupera. Hay que darles oportunidades, pero los artistas tienen que probar que tienen valor y eso se demuestra con el público”

Mientras el empresario y cineasta chileno, Rodrigo Ortúzar, reconoce que la inversión de privados en el cine nacional es una apuesta, pero a la vez considera que “en el negocio del cine la idea de un director es que de diez películas, una va a ser realmente el bombazo, hablando sólo de la parte comercial” aunque de todas formas aclara que lo ideal es que la película sea cuantitativa y cualitativamente exitosa. Que tenga un éxito comercial y en el público.

Además el director de películas como “All Inclusive” y “Mujeres infieles” considera que las leyes que regulan el financiamiento privado al cine chileno no son suficientes. “Tienen que haber leyes que vienen desde el Ministerio de Hacienda, que son extensiones de impuestos, como pasa en otras partes de Sudamérica”.

En esta línea Ortúzar destaca la Ley mexicana, que considera un fondo de US$50 millones anuales para la producción local al que se accede a través de la presentación de un proyecto a un privado y si éste lo considera apropiado para invertir - hasta US$2 millones - el aporte se reduce de la tributación final.

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